ROJO PROMESA. CAPÍTULO 9. Curiosidad Ainara contuvo el aliento, pero ni por un instante se dejó amedrentar. Mauro podía saber a dónde había ido, pero no qué había hecho, porque en más de diez años ni los mejores investigadores habían podido descubrir qué era exactamente lo que hacía cuando iba a es
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 10. Ve tomando nota Mauro jamás se habría creído capaz de aquella exigencia hasta que al día siguiente vio pasar de nuevo un cargo enorme en su tarjeta de crédito. Más de cinco mil francos de un tirón, pero aunque no le dolían y no iba a hacer la estupidez de preguntarle en q
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 11. Una noticia dolorosa Mauro miró hacia aquel lugar con expresión curiosa, y se asomó solo para ver a Ainara repartiendo juguetes entre los niños y entregándole aquella caja de útiles a las maestras. Parecía que había una fiesta en la escuelita, y la muchacha intentaba no s
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 12. Verdades —¿¡Quién te lo dijo!? —siseó ella—. ¡¿La misma que se metió en tu cama a la primera oportunidad!? Mauro se mesó los cabellos y negó con rabia. —¡Yo te vi, Ainara! ¡Te vi con mis propios ojos! ¡Te vi con Rosso! ¿¡O me lo vas a negar!? —le espetó—. Y no soy imbéc
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 13. El mejor tratamiento Era un idiota, Ainara lo había sabido desde el primer minuto en que lo había conocido, pero mientras él había seguido siendo un niño consentido a lo largo de diez años, ella había crecido lo suficiente como para no pensar en venganzas inútiles. Hacía
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 14. Una negativa inesperada Ainara metió un dulce en su boca y se quedó mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado mientras saboreaba aquella pequeña bola de azúcar, fresas y chocolate. Mauro era un idiota arrogante que le había roto el corazón cuando solo era una
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 15. Dime que no lo hiciste Ainara sabía muy bien cómo comunicarse con el Senador Rosso sin que nadie lo supiera, lo había hecho durante años; sin embargo desde que había empezado a trabajar en como parte de su equipo de campaña, tenía toda la autoridad para llamarlo directame
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 16. Tú eres mía Mauro parecía a punto de echar fuego por los ojos, tenía a Ainara frente a él con aquella actitud desafiante y aquellos papeles en la mano, como si estuviera demostrándole que era una mujer capaz de conseguir todo lo que quería. —¡Me desobedeciste! —¡Yo no e