ROJO PROMESA. CAPÍTULO 13. El mejor tratamiento Era un idiota, Ainara lo había sabido desde el primer minuto en que lo había conocido, pero mientras él había seguido siendo un niño consentido a lo largo de diez años, ella había crecido lo suficiente como para no pensar en venganzas inútiles. Hacía
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 14. Una negativa inesperada Ainara metió un dulce en su boca y se quedó mirando al techo, pensando en todo lo que había pasado mientras saboreaba aquella pequeña bola de azúcar, fresas y chocolate. Mauro era un idiota arrogante que le había roto el corazón cuando solo era una
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 15. Dime que no lo hiciste Ainara sabía muy bien cómo comunicarse con el Senador Rosso sin que nadie lo supiera, lo había hecho durante años; sin embargo desde que había empezado a trabajar en como parte de su equipo de campaña, tenía toda la autoridad para llamarlo directame
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 16. Tú eres mía Mauro parecía a punto de echar fuego por los ojos, tenía a Ainara frente a él con aquella actitud desafiante y aquellos papeles en la mano, como si estuviera demostrándole que era una mujer capaz de conseguir todo lo que quería. —¡Me desobedeciste! —¡Yo no e
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 17. Algo rojo Era un doloroso ejercicio de memoria, pero Ainara no dudó en hacerlo porque sabía que no era la primera vez que Mauro mencionaba una página web de putas y el nombre de Red. Tenía su cuerpo pegado al suyo, intentando escalar la respiración entrecortada de aquel
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 18. Mi pareja esta noche Aquel era el colegio más exclusivo de toda Suiza, a donde iban los hijos de los magnates, de los políticos, de los mejores abogados del país. Y en ese colegio se habían conocido los cuatro: Lugh y Cassiel habían sido sus amigos desde el jardín de niñ
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 19. Una linda historia de amor El silencio que se hizo fue tan grande que era casi aterrador. Había cuatro rostros en aquella habitación y solo el de Ainara tenía una expresión de satisfacción absoluta. Charmaine era la viva imagen de la impotencia, Lugh de la consternación
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 20. Verdades y mentiras —¡Ainara, basta! —exclamó Lugh y en el mismo instante Mauro lo señalaba con rabia. —¡No te atrevas a levantarle la voz! —lo retó—. Mejor respóndele. ¡Dilo! ¡Si es verdad que la conociste antes que todos, si es verdad que tu padre…! ¡¿Qué demonios tení