ROJO PROMESA. CAPÍTULO 6. Una mujer difícil La había conocido en la calle, en una de esas calles de Zúrich donde los chicos ricos iban a correr sus autos caros, porque el tránsito era mínimo y los policías que patrullaban en las zonas más feas de la ciudad eran fácilmente sobornables. Mauro la hab
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 7. El mismo escenario Mauro apretó los dientes con rabia mientras miraba a los ojos profundos y oscuros de aquella mujer. Veintiséis años, los ojos de un general y el carácter de una mercenaria. Siempre había sido una chica dura, pero parecía que en la última década se había
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 8. Un servicio de alto “standing” Decir que el aliento se le iba en una sola sacudida era poco. El cuerpo de Ainara había cambiado mucho en diez años, definitivamente había ganado peso en curvas, su piel se veía tirante y cálida sobre músculos suaves. Era maciza, mujer, Mauro
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 9. Curiosidad Ainara contuvo el aliento, pero ni por un instante se dejó amedrentar. Mauro podía saber a dónde había ido, pero no qué había hecho, porque en más de diez años ni los mejores investigadores habían podido descubrir qué era exactamente lo que hacía cuando iba a es
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 10. Ve tomando nota Mauro jamás se habría creído capaz de aquella exigencia hasta que al día siguiente vio pasar de nuevo un cargo enorme en su tarjeta de crédito. Más de cinco mil francos de un tirón, pero aunque no le dolían y no iba a hacer la estupidez de preguntarle en q
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 11. Una noticia dolorosa Mauro miró hacia aquel lugar con expresión curiosa, y se asomó solo para ver a Ainara repartiendo juguetes entre los niños y entregándole aquella caja de útiles a las maestras. Parecía que había una fiesta en la escuelita, y la muchacha intentaba no s
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 12. Verdades —¿¡Quién te lo dijo!? —siseó ella—. ¡¿La misma que se metió en tu cama a la primera oportunidad!? Mauro se mesó los cabellos y negó con rabia. —¡Yo te vi, Ainara! ¡Te vi con mis propios ojos! ¡Te vi con Rosso! ¿¡O me lo vas a negar!? —le espetó—. Y no soy imbéc
ROJO PROMESA. CAPÍTULO 13. El mejor tratamiento Era un idiota, Ainara lo había sabido desde el primer minuto en que lo había conocido, pero mientras él había seguido siendo un niño consentido a lo largo de diez años, ella había crecido lo suficiente como para no pensar en venganzas inútiles. Hacía