Milo tomó el celular y comenzó a examinar los expedientes de cada camarero, comparando las caras de sus fotos con el recuerdo que tenía. Después de unos minutos encontró lo que buscaba. Se llamaba Mélanie y trabajaba como camarera desde hacía dos años. —Esta es —aseguró. —Deja, busco su dirección
—¿Qué quieres decir con que acabas de recuperarlo? ¿De dónde venías con él a esta hora? La mujer abrazó a su hizo con desesperación y negó. —Un hombre se lo llevó ayer —sollozó acariciando su cabeza—. Se lo llevó saliendo de la escuela y me llamó. ¡Me dijo que si no llevaba a Anja Lieben al cuarto
Las dos camionetas avanzaban a toda velocidad por la carretera, dirigiéndose hacia la frontera con Alemania. Los motores rugían mientras el viento soplaba furiosamente fuera de las ventanas. Billy, que iba en el asiento del copiloto, miraba fijamente su computadora portátil. A su lado otros dos homb
—El resto, vamos adentro. Milo... ¿cómo quieres que te lo sirva? —preguntó con seriedad. —Me da igual mientras lo encuentren. Si los ataca, defiéndanse. ¡Ah! Y otra cosa. Tengan cuidado, estas fábricas abandonadas son peligrosas, todavía están llenas de maquinarias que en su mayoría están descompue
Milo abrió los ojos lentamente, aturdido por la explosión y el caos a su alrededor. Le dolía horriblemente la cabeza y no sentía el cuerpo, y si era honesto le daba miedo hasta revisarse. Se dio cuenta de que John lo había tacleado justo a tiempo para evitar que la explosión de la exclusa lo alcanza
Milo asintió con un suspiro y forzó una sonrisa para tranquilizar a su madre. Salió de allí directo a la casa y se dio un baño y se cambió antes de ir a ver a Niko, lo último que quería era asustarlo. Luego se dirigió al departamento de Chiara y cuando llegó, encontró al pequeño sentado en una silla
Milo se arrodilló junto a la cama de hospital, y con su mano temblorosa acarició suavemente el rostro pálido de Anja. La tristeza y la preocupación se reflejaban en sus ojos, mientras veía inconsciente a aquella mujer que había robado su corazón. Su voz, entrecortada por el miedo, se elevó en un sus
Anja sentía que el corazón se le saldría del pecho al darse cuenta de que apenas podía moverse. Sus extremidades parecían pesadas y su debilidad era evidente. —Doc, ¿qué está pasando? —preguntó Milo al ver la cara de preocupación del galeno. —Lo siento, Anja, pero necesito hacerte una nueva prueba