Anja sentía que el corazón se le saldría del pecho al darse cuenta de que apenas podía moverse. Sus extremidades parecían pesadas y su debilidad era evidente. —Doc, ¿qué está pasando? —preguntó Milo al ver la cara de preocupación del galeno. —Lo siento, Anja, pero necesito hacerte una nueva prueba
Instantes después el médico entraba con una hoja de resultados en las manos y expresión calmada. —Tengo buenas noticias, todas buenas, Anja, así que por favor necesito que estés tranquila —le explicó—. Estuviste algún tiempo en hipoxia cuando ocurrió el... accidente. Así que es lógico que queden se
Milo levantó a Anja en brazos para llevarla hasta el auto, la acomodó en el asiento del copiloto y luego se sentó tras el volante listo para llevarla a casa. Tomaron el tráfico en silencio, pero él notó cómo uno de los dedos de Anja se movía sobre el botón de la ventanilla. La bajó para ella desde s
Y quizás en ese momento Anja supo que algo en su vida había cambiado para siempre, y no tenía nada que ver con su enfermedad. Al día siguiente Milo la levantó temprano para su primera sesión de fisioterapia, y a Anja no se le ocurrió quejarse con empezar el día metida con él en la tina. —Nena, ¿me
Anja se había comprometido plenamente con su proceso de recuperación física. Dedicaba incansables horas a las sesiones de fisioterapia, trabajando arduamente para fortalecer su cuerpo y superar los desafíos que se le presentaban. A medida que pasaban los días, notaba mejoras significativas en su fue
—¿Esto es lo que quieres? —le preguntó y Anja suspiró con deleite aferrándose a sus hombros. —Mjjjjmmm. —¿Quieres ponerte sucia porque no hay nadie en casa? —rio él. Anja se humedeció los labios antes de responder y sus ojos brillaron con lujuria absoluta. —¡Hay pocas oportunidades como esta! —
Milo llevó a Anja en brazos hasta el baño, cuidando de mantenerla firme para que no resbalara en el suelo mojado de la ducha. Aun así ella apoyó la cabeza en su hombro y se dejó consentir por el agua tibia y los besos de aquel hombre. El agua caía sobre ellos, creando un ambiente de intimidad que a
Milo frunció el ceño con curiosidad. —¿Más qué? —Vanidad —respondió ella con sinceridad—. Quiero poder caminar sola hacia el altar, quiero lucir un vestido de novia lindo, quiero poder bailar nuestra primera canción... Milo sonrió mientras la abrazaba con fuerza y asintió, mientras aquel hermoso