—Oye, por cierto. Dice el médico que tienes que empezar a hacer algún ejercicio que te ayude a mejorar el asunto del asma. A Niko le ha ido muy bien en natación y aquí tenemos una piscina enorme techada. Considérate invitada —le sonrió, pero la expresión en el rostro de Anja le dijo que al contrario
Anja miró el agua con cierta aprehensión, sintiendo una mezcla de emoción y miedo al estar cerca de ella. —Cierra los ojos, te prometo que no te vas a hundir. —Milo... —Cierra los ojos, Anja. La muchacha respiró profundo, intentando darse valor, y cerró los ojos al mismo tiempo que sentía las ma
Milo se pegó a ella sin dejar de besarla, sin dejar de hacerle sentir cada onza de deseo que recorría sus cuerpos. Era como si el tiempo no existiera. Como si nada existiera más allá del placer infinito y vertiginoso que los poseía. Quería ser tierno, juraba que quería besarla despacio, boca contra
Milo se entregó a aquella liberación con un gruñido casi animal. Una tormenta de sensaciones y deseos que acumulaba su cuerpo mientras la sentía estremecerse con fuerza sobre él y gritar su nombre, gemirlo, aullarlo, suplicarlo en su camino hacia un clímax violento y perfecto. No había nadie más qu
—¿Te gusta? —preguntó Milo con la voz más tierna y menos coqueta que Anja había escuchado en su vida. —Es muy diferente que en las películas. Parece más... azul, más grande —murmuró Anja—. Es hermoso. Sentía algo que en aquel momento no quería definir, solo sabía que era hermoso y agradable. —Vam
El pequeño apenas si se tenía en pie después de la cena, por haber estado jugando y corriendo todo el día, así que se quedó dormido de inmediato. Cuando Anja terminó de acostarlo en su camina y se llevó el monitor, llegó al salón para darse cuenta de que Milo la esperaba con algo que realmente no h
Todos los que estaban en aquella reunión, comenzando por el CEO Cage, se levantaron impactados. —¿Cómo que detenida? ¡No puede hacer esto! —exclamó el CEO, mirando a Milo que se veía frío y molesto. —La señorita Lieben fue parte de la estaf@, así que debe ir a la comisaría —sentenció el detective.
—¿Quién fue el primero en hablar de la estaf@? El hombre se tragó un nudo en la garganta y apenas pudo articular una palabra. —Fue el señor Randall. Él nos convenció... —su voz se fue apagando por los nervios. El detective asintió mirando al bloc con indiferencia. —Escribe todo, redacta una conf