Anja despertó con una sonrisa en su rostro cuando Niko saltó emocionado en su cama, ansioso por empezar el día jugando. Aquel era un sueño hecho realidad para ella, despertar con su hijo en los brazos, así que sin preocuparse por vestirse con más formalidad, decidió disfrutar del momento y aceptó el
—De acuerdo —accedió Anja y Milo resopló en señal de asentimiento. Dos horas después un chico sonriente los alcanzaba en el estacionamiento del edificio de oficinas y les entregaba una pequeña bolsa de regalo. —¡Billy! ¿Qué tal? ¿Cómo han estado? —Lo saludó Milo con un abrazo. —¡Movidos, hermano,
El infierno era un momento y un lugar, y era aquel: en los pasillos de su propia empresa en ese instante. Milo se sentía cada vez más nervioso mientras observaba en tiempo real a través de los lentes con cámara cómo Anja se adentraba en la empresa y se encontraba con los empleados implicados en el r
Anja cerró los ojos porque su cuerpo todavía dolía. —No lo sé... desde que era niña, creo. —Bueno, desde que eras niña la medicina ha avanzado mucho —replicó él—. Niko se come sus gomitas diarias y hace más de un mes que no tiene un ataque. —¿Me vas a dar gomitas diarias? —murmuró ella. —Si no t
Anja se despertó ligeramente mientras sentía que alguien la llevaba con cuidado a la cama. Aún medio adormecida, notó cómo Milo le quitaba los zapatos y luego el resto de la ropa. No se sentía demasiado desnuda pero la verdad era que tenía demasiado sueño para incluso protestar. Un minuto después es
—Oye, por cierto. Dice el médico que tienes que empezar a hacer algún ejercicio que te ayude a mejorar el asunto del asma. A Niko le ha ido muy bien en natación y aquí tenemos una piscina enorme techada. Considérate invitada —le sonrió, pero la expresión en el rostro de Anja le dijo que al contrario
Anja miró el agua con cierta aprehensión, sintiendo una mezcla de emoción y miedo al estar cerca de ella. —Cierra los ojos, te prometo que no te vas a hundir. —Milo... —Cierra los ojos, Anja. La muchacha respiró profundo, intentando darse valor, y cerró los ojos al mismo tiempo que sentía las ma
Milo se pegó a ella sin dejar de besarla, sin dejar de hacerle sentir cada onza de deseo que recorría sus cuerpos. Era como si el tiempo no existiera. Como si nada existiera más allá del placer infinito y vertiginoso que los poseía. Quería ser tierno, juraba que quería besarla despacio, boca contra