Jhon entró sigilosamente por la ventana, esperando que todo estuviera bien, pero con el corazón demasiado acelerado por la ansiedad. Ella había apagado la cámara demasiado apurada y Jhon solo rezaba para que nada malo hubiese pasado, pero en lugar de eso, fue el gemido ahogado de Chiara lo que lo re
—Pues te advierto que yo sí no me voy a resistir —susurró él mientras cerraba los ojos y sentía las manos de Chiara acariciando su miembro a punto de estallar. No dijo nada más, solo sonrío mientras ella lo liberaba de su pantalón y sus bóxer. Era tan magnifico que Chiara se quedó embobada durante
Y entonces llegó. Un orgasmo explosivo para los dos. El clímax más salvaje que ambos hubieran podido imaginar. Chiara pareció escurrirse entre sus brazos y Jhon se acostó tras ella, abrazándola mientras intentaban recomponerse. Los minutos siguientes los pasaron acurrucados mientras recuperaban le
Jhon se apoyó contra la cristalera de la ducha mientras esperaba que el agua se calentara y su mente se sumergió en todos aquellos recuerdos. Todavía tenía su sudor pegado en la piel, quizás por eso dudaba tanto en meterse bajo el agua. Había extrañado su olor más que nada en el mundo, la amaba tant
Jhon no estaba seguro de si debía contestar o no, pero tres llamadas después la insistencia era demasiada. Finalmente alcanzó aquel teléfono y contestó. —Hopkins, ¿quién habla? Del otro lado una vocecita melodiosa le respondió. "Agente Hopkins, código y número de acceso, por favor". Durante un s
Jhon se arrodilló frente a ella, sus ojos cerrándose para evitar las lágrimas al sentir el movimiento de su hija dentro de Chiara. El baile de su vida, el tesoro más preciado que jamás había tenido. Una sensación de profunda emoción se extendió por su alma mientras las lágrimas escapaban de sus ojos
—No. Aquella palabra salió de su boca con más determinación de la que Jhon o ella misma esperaban. —¿Qué...? —¡Que no, que no quiero! —repitió con firmeza. Chiara miró a John, con el corazón encogido por aquel sufrimiento que parecía que nunca acabaría. Sabía que el camino por delante sería difí
—Tienes que prometerme que me dejarás hacer lo necesario —le dijo él mientras acariciaba su piel con gestos suaves—. Lamento ponerte en una posición como esta, lo último que quería era que te vieras envuelta en la suciedad de la agencia. Chiara se sentó en la cama, acurrucándose en la manta y lo mi