Levi se puso rojo hasta la raíz del cabello al escucharla decir eso, y no tenía precisamente algo que ver con la moralidad, sino con aquel instante de imaginación que lo hizo pensar en los gemidos de Noémi Keller mientras se tocaba. "¡Me va a matar!" —¿Está aburrida y no tienes nada más que hacer?
Danna la miró sin tragarse aquello ni por un segundo. No tenía idea de que a pesar de tener a la familia más amorosa, Noémi cargaba con un secreto que solo ella conocía, un secreto tan difícil que ni siquiera a su propia gemela se lo había contado. —¿Y entonces? ¿Qué vas a hacer? —le preguntó. —Lo
Iba a relajarse. Aquel era su bar y sí, era una compra caprichosa, pero desde el barman hasta el de seguridad la conocían y allí estaba segura. Si quería echar a todos los clientes y quedarse sola podía hacerlo, así que para una persona que cargaba con todo el estrés con que ella cargaba como CEO de
Levi apretó los labios en una mueca de impotencia. Ni siquiera sabía por qué estaba tan molesto, él jamás había sido un hombre maleducado y mucho menos grosero, pero aquella mujer tenía algo que lo sacaba de sus casillas. Sin embargo no pudo disculparse como correspondía, porque ella se subió al aut
En silencio comenzó a llevar lo que necesitaba hasta el lago, hasta que aquel horizonte blanco se vio interrumpido por la figura furiosa que caminaba en su dirección. Ella se quitó los googlees con un gesto de incredulidad y él hizo lo mismo. —¿Te volviste loca? ¿Qué diablos haces aquí? ¡Es peligro
Su boca bajó con ferocidad hasta topar con la de Noémi, que se abrió para él con un gemido. Sus lenguas se juntaron, la tomó de la cintura y ella le rodeó el cuello con sus brazos para acercarse más si es que eso era posible. El beso fue profundo, intenso; los labios de Levi eran tentadores y dem
—Voy a correrme —le advirtió mientras se empujaba en su boca con fuerza y Noémi respiraba hondo para soportarlo. Segundos, solo segundos de placer, locura y embestidas poderosas hasta que lo sintió tensarse y derramarse desde su boca hasta su garganta con un gruñido de liberación. —Traga —fue todo
Alcanzó a ver algo del maldit0 bicho. En medio de la quietud de la cabaña sus ojos fueron a lo primero que se movió velozmente hacia un rincón, y aunque no fue pacaz de atraparlo, al menos supo que tenía ocho patas y era marrón con manchas. Por un instante se quedó paralizado, pero no era de los qu