Viudo y con un bebé de dos meses en los brazos, con su carrera en pausa y su sueño arruinado, Levi Ferguson aprendió la lección: no quiere una esposa, no quiere una novia, ni siquiera una madre para su hijo. No quiere saber de relaciones que puedan dejar su vida peor de lo que ya está. Por eso encon
Levi se quedó atónito. No podía creer lo que sentía por la mujer rubia que tenía delante. Estaba seguro de haber acabado con todo eso, de que nunca volvería a sentir algo así. Estaba seguro de que había aprendido la lección y podría mantenerse alejado de mujeres como ella. Al fin y al cabo, sólo tra
Noémi respiró profundo delante de aquella puerta. Había ido a la tienda el día anterior solo para poner en su sitio al idiota del jefe de Danna que la había llamado "señora mayor". El problema era que el idiota tenía una voz y un carácter capaz de hacer callar a todos los hombres en aquella tienda,
—Cuando son así de chiquitos los calma el calor, el olor conocido y el sonido de tu corazón latiendo —murmuró acariciando al bebé. Se inclinó para darle un beso en la cabecita y Levi dejó de respirar cuando sus labios rozaron sin querer la piel de su pecho. Peter se quedó dormido enseguida y ella s
Levi se puso rojo hasta la raíz del cabello al escucharla decir eso, y no tenía precisamente algo que ver con la moralidad, sino con aquel instante de imaginación que lo hizo pensar en los gemidos de Noémi Keller mientras se tocaba. "¡Me va a matar!" —¿Está aburrida y no tienes nada más que hacer?
Danna la miró sin tragarse aquello ni por un segundo. No tenía idea de que a pesar de tener a la familia más amorosa, Noémi cargaba con un secreto que solo ella conocía, un secreto tan difícil que ni siquiera a su propia gemela se lo había contado. —¿Y entonces? ¿Qué vas a hacer? —le preguntó. —Lo
Iba a relajarse. Aquel era su bar y sí, era una compra caprichosa, pero desde el barman hasta el de seguridad la conocían y allí estaba segura. Si quería echar a todos los clientes y quedarse sola podía hacerlo, así que para una persona que cargaba con todo el estrés con que ella cargaba como CEO de
Levi apretó los labios en una mueca de impotencia. Ni siquiera sabía por qué estaba tan molesto, él jamás había sido un hombre maleducado y mucho menos grosero, pero aquella mujer tenía algo que lo sacaba de sus casillas. Sin embargo no pudo disculparse como correspondía, porque ella se subió al aut