Ni siquiera podía decirlo pero a respuesta de Loan fue empujar su mejilla con la nariz como si fuera un cachorro para que ella lo mirara. —No estás embarazada, y si lo estás, es mío. —Loan... —No te lo estoy diciendo solo por tranquilizarte, pero sé que ese hombre no te hizo nada —le dijo y la si
Estaba desnuda. Estaba desnuda debajo de él y bastaba que se moviera unos centímetros, solo unos pocos centímetros para que Loan subiera al cielo haciéndole el amor. Pero en lugar de eso peleó por contenerse. Se enfocó en la velocidad y la profundidad de sus dedos y Danna sintió como si todo su cuer
Le gustaba verlo a su lado al despertar... hasta que se reloj digital detrás de él le mostró la hora y Danna se escapó de la cama apurada. Se duchó a velocidad crucero y así mismo pasó a despedirse de su hijo. —¿No vas a desayunar? —le preguntó Luana con una sonrisa. —¡No me da tiempo! ¡Voy tarde!
Danna estaba de pie en la parte trasera de la tienda, hipnotizada por sus pensamientos, cuando entró su jefe. Se detuvo frente a ella y la miró con ojos curiosos. —¿Estás bien? —le preguntó, midiendo su expresión. —Oh, sí —murmuró Danna, parpadeando para salir de su trance—. Sí, estoy bien. Es sol
—Pelirroja yo jamás me voy a ir, siempre voy a estar aquí, ni siquiera tienes que pedirme que te cuide, porque todo lo que quiero hacer, todo lo que me hace feliz es estar contigo, es cuidarte... Así que desmejoradito o no, voy a estar contigo tanto como me lo permitas. Danna pasó saliva, el calor
La voz de Loan se perdió entre gemidos mientras sentía cómo su miembro se perdía en la boca de Danna con movimientos cada vez más profundos y rítmicos. Parecía que ella sabía exactamente qué hacer para que él disfrutara al máximo. —¡Maldición! ¿Te quieres llevar mi alma? —rio entre jadeos cuando el
—Hola, pelirroja —la saludó con un gesto, pero no la besó. —Hola, señor tóxico —respondió ella llegando a su lado. —¿Cómo estuvo tu día? ¿Tuviste tu sesión de esquí con el Thor pirata ese? —preguntó Loan intentando disimular sus celos. Danna echó a andar hacia la casa sin responderle y a Loan cas
Loan ya sentía el calor de las velas antes de encender la última. Su familia se había reunido alrededor de la mesa del comedor, cantando cumpleaños feliz mientras colocaban cada mecha encendida en el glaseado blanco y cremoso de la tarta. Lo hacían sentir como un niño chiquito, pero así eran los Kel