Loan logró limpiarse las lágrimas con un gesto de impotencia y luego intentó llamar su atención. —Danna, nena, sé que te sientes mal —susurró con voz quebrada—. Sé que te sientes asustada, amor, pero tienes que dejar que la doctora te revise... —Danna se quedó quieta, sin decir una palabra, sin siq
Iba despacio, porque ya no había necesidad de apresurarse por nada. A medida que avanzaba por el corredor hacia la salida del hospital que daba al estacionamiento, Loan pudo escuchar dos voces conocidas en aquella dirección. —Sabía que podías hacerlo —decía Chiara—. Sabía que si alguien podía encon
—Danna está dormida ahora —sentenció—. Tengo tiempo. Ailsa lo miró con tanto odio que Loan se dijo que sí, debía tener el instinto muy jodido para haber podido creer en las lágrimas de cocodrilo de una mujer que ni con la amenaza de muerte era capaz de arrepentirse o pedir perdón. Tres horas despu
Danna escuchó los toques suaves en su puerta y dio permiso para que pasaran, sonriendo apenas vio a Ted y Lissa asomarse. Toda la familia Keller rondaba por allí. Danna se sentía más que cuidada, y siempre procuraban no mencionar nada de lo que había pasado, pero aun así ella lo recordaba a cada se
Danna asintió. No era que no pudiera sostenerse en pie, o que no sintiera las piernas, era que el dolor en las articulaciones de la cadera y en la pelvis no la dejaban estar mucho tiempo de pie. La doctora la hizo levantarse y dar algunos pasos por la habitación para evaluarla, pero finalmente estu
Danna estaba en shock y quizás un poco más allá. Ailsa estaba muerta. Loan le había disparado para encontrarla. Ya no había nadie de quién tener miedo y aun así... aun así Danna sabía que pasaría mucho tiempo antes de que lograra sonreír de nuevo con sinceridad. Terminó de empacar la maleta y Chiar
—Dime una cosa. ¿Sabes volver sola a tu casa? —le preguntó la mujer. Danna lo pensó un momento, no conocía mucho a la ciudad pero no era tan grande como para que se perdiera. —Sí, supongo que sí. —Entonces da un paseo largo. Camina. Respira. Haz un recorrido en tu regreso y veremos si el cansanci
Aquel "Hola" le había acelerado el corazón a Loan a punto de ponerlo a correr por la casa, y cundo leyó ese mensaje diciéndole que podía ir a ver a Mauro, solo se subió a su auto y condijo como loco sin importarle que no llevaba ni maleta ni anda. Solo cuando estaba entrando a Lucerna se dio cuenta