Aquella discusión subió de tono y de intensidad, hasta que no hubo otra opción para el resto de la familia más que meterse. —¡Loan, por favor, escúchame! —se desesperó Jhon—. Estoy tratando de decirte que esta no es nuestra mejor oportunidad. Si entregamos el dinero, nunca recuperaremos a Danna...
Loan abrió la boca, pero ni siquiera sabía qué decir. Era la nota que habían encontrado en la habitación, la nota de rescate, la que pedía lo mismo que pedía Emil, pero si él no la había escrito entonces qui... —¡Maldición! —rugió Jhon antes de ponerse el auricular—. ¡Detengan a la señora! ¡Bájenla
Danna intentó abrir los ojos y recordar qué había pasado, pero todo estaba demasiado borroso. Solo tenía aquella fría sensación recorriéndole la espalda y la certeza de que había sido secuestrada. Sintió sus manos libres y abrió los ojos rogando que todo hubiera sido una pesadilla, pero no tenía tan
El problema era que todo su peso recaía entonces en la pelvis y eso hacía que las piernas dolieran horriblemente cuando no estaban dormidas... al menos quería creer que por eso le dolían. Emil la vigilaba todo el tiempo para asegurarse de que seguía sus instrucciones. A veces, cuando ella cometía u
—Tienes que calmarte, ya no te queda nada que romper. Si te lastimas tú jamás encontraremos a Danna... —lo reconvino Jhon y Loan lo miró desde el otro lado de la habitación con los dientes apretados. —¿Por qué no lo dices con todas sus letras? "Cálmate antes de que dejes a tu hijo huérfano de madre
Incluso la comentarista intentó hacerle una pregunta en ese momento pero los labios de Loan se sellaron y bajó del podio. Jhon tenía razón, no había escuchado, No había escuchado a Danna cuando se había casado de repetirle que su madre no era buena. Y no había escuchado a Jhon mientras este insistía
Jhon caminó despacio hasta el buzón de la calle 46 en North Point. Era una calle de mala muerte rodeada de tiendecillas baratas y cafeterías con olor a cucaracha. Era una zona horrible en las afueras de la ciudad, pero bastante bulliciosa como para que pasara desapercibido quien así lo quería. El b
—¿Sabes por qué no tenemos una mesa aquí? —preguntó Jhon pateando la silla para llamar su atención—. Porque no queremos que te pongas cómoda, que te recargues, que creas ni por un instante que esto será un interrogatorio amigable. Ailsa sacudió las manos esposadas a la silla y lo miró con ojos muy