Quería a Loan, pero no estaba dispuesta a ceder cuando se trataba de la seguridad de su hijo, y si a Loan era de los que ponía la otra mejilla, bueno... ella no lo era. Los siguientes dos días, pasaron de prisa. Ella dejaba a Mauro con la niñera en la empresa de Loan y él pasaba casi todo el tiempo
Jhon fue el primero en sacar su celular y Loan lo detuvo. —¿Qué crees que haces? —preguntó espantado—. Dice que no llamemos a la policía... —¡Todos dicen lo mismo, Loan! —gruñó Jhon en respuesta—. Pero lo último que debes hacer es obedecer ese tipo de órdenes. Si no quieres a los locales está bien
—Tenemos una llamada al teléfono fijo de la casa. Parece ser que es Emil Landou —les dijo y los dos salieron corriendo hacia el salón. —No des información, solo pregúntale lo que quiere, cómo, cuándo y dónde. Y pide una prueba de vida, pide hablar con Danna —le explicó Jhon antes de ponerse los aur
Aquella discusión subió de tono y de intensidad, hasta que no hubo otra opción para el resto de la familia más que meterse. —¡Loan, por favor, escúchame! —se desesperó Jhon—. Estoy tratando de decirte que esta no es nuestra mejor oportunidad. Si entregamos el dinero, nunca recuperaremos a Danna...
Loan abrió la boca, pero ni siquiera sabía qué decir. Era la nota que habían encontrado en la habitación, la nota de rescate, la que pedía lo mismo que pedía Emil, pero si él no la había escrito entonces qui... —¡Maldición! —rugió Jhon antes de ponerse el auricular—. ¡Detengan a la señora! ¡Bájenla
Danna intentó abrir los ojos y recordar qué había pasado, pero todo estaba demasiado borroso. Solo tenía aquella fría sensación recorriéndole la espalda y la certeza de que había sido secuestrada. Sintió sus manos libres y abrió los ojos rogando que todo hubiera sido una pesadilla, pero no tenía tan
El problema era que todo su peso recaía entonces en la pelvis y eso hacía que las piernas dolieran horriblemente cuando no estaban dormidas... al menos quería creer que por eso le dolían. Emil la vigilaba todo el tiempo para asegurarse de que seguía sus instrucciones. A veces, cuando ella cometía u
—Tienes que calmarte, ya no te queda nada que romper. Si te lastimas tú jamás encontraremos a Danna... —lo reconvino Jhon y Loan lo miró desde el otro lado de la habitación con los dientes apretados. —¿Por qué no lo dices con todas sus letras? "Cálmate antes de que dejes a tu hijo huérfano de madre