Ansiosa era poco para describirla. Estaba a punto de rendirse y volver a la ciudad a buscarlo cuando por fin vio las luces de su camioneta estacionando cerca y a Zack entrar por la puerta, con el cabello revuelto de tanto tocárselo y una expresión visiblemente alterada. —¡Zack! Amor ¿qué pasó? —pre
—¡Que no sé nada! ¡Le juro que no sé nada! A aquella hora la doctora Flynn bebía té con desesperación y negaba bajo la atenta mirada de Andrea. —¡Es que ni siquiera hago eso! No grabo las sesiones con mis pacientes porque... bueno, algunos son importantes, ya sabe, figuras públicas. As´´i que solo
Andrea suspiró y negó con la cabeza. —No por ahora. Giselle se está metiendo en nuestros asuntos y amenazando nuestra vida y nuestra familia de una manera que debemos detener —explicó—. Eso es lo primero, ponernos a salvo antes de pensar en nada más. Chiara frunció el ceño con molestia. —Lo sient
Andrea sintió el choque de adrenalina cuando vio a Zack en aquel restaurante con Giselle. Ella iba demasiado elegante y no tardó ni un segundo en intentar restregarse contra Zack. —¡Hija de su m...! —gruñó Andrea con impotencia—. ¡Es que la desgreño a la condenada! —¡Ya, ya...! Vamos. —Chiara tiró
Giselle la miró con una mezcla de desprecio y sonrió. —¡Tú no puedes hacerme nada! En cuanto salga de aquí voy a ir directamente a la policía a denunciarte y... —Eso me parece muy bien —la interrumpió Andrea—. Pero antes, ya que te gusta tanto arruinar la vida de los demás, ¿Qué tal si hacemos lo
Zack no podía creerlo. —Dime que esto de verdad se terminó —pidió mientras se cepillaba la boca por centésima vez. —¡Y ahora le whisky! —lo apuró Andrea y Zack estalló en carcajadas antes de beber de aquel vaso—. Listo, desinfectado por dentro, ahora al baño que te tienes que voy a restregar bien.
Zack se retorcía de placer al tiempo que la miraba con los ojos entrecerrados por el deseo, encontrándose con la mirada de Andrea que lo observaba como si quisiera devorarlo. Ambos estaban más rígidos que nunca, sus cuerpos bañados en sudor y sus alientos jadeantes mezclados. Por primera vez desde
Por fin había llegado el día. Zack daba vueltas por la habitación como si aquel traje lo estuviera asfixiando. —¡La culpa es tuya! —se burló Milo—. Si me hubieras dejado hacerte despedida de soltero ahora estarías completamente relajado. —¿¡Estás loco!? ¿Despedida de soltero? ¿Querías que mi tóxic