—Pues a mí se me ocurrió algo... no está de más tenerlo bien vigilado —replicó Milo y poco después se ponían de acuerdo en lo que querían hacer. Zack jugó un rato con Adriana, y en cuanto la vio super cómoda con sus hermanos se llevó a Andrea para que intentara dormir al menos por unas horas. —Ten
La patrulla se los llevó a los dos, los oficiales no tenían más remedio que atender a las dos denuncias, pero al llegar a la comisaría se aseguraron de ponerlos en celdas separadas. Los abogados no tardaron en llegar, y si Mason creía que se había sacado la lotería con su buena idea, Basil Gagnon s
Zack arrugó el ceño. —¿El juicio? —preguntó confundido. —El licenciado te lo explicará mejor, pero el abogado de Mason logró que adelantaran el juicio y pidió la custodia definitiva de Adriana. Zack maldijo con impotencia. No podía creer que aquel tipo tuviera tantas intenciones de lastimar que n
El agua corría sobre la ropa, por sus cuerpos, mientras intentaban sacársela con movimientos torpes y urgentes. Aquel calor, aquella necesidad de tener al otro piel con piel, aquella desesperación por tenerse los estaba consumiendo. Andrea levantó los ojos para encontrar los de Zack que la miraba co
Zack movió sus dedos dentro de ella, resbalaban tan bien que solo podía imaginarse el segundo exacto en que los sustituyera por su miembro. —Abre las piernas —gruñó mientras la inclinaba y la hacía cerrar los dedos sobre el pasamano de seguridad de la ducha—. Y agárrate fuerte. Andrea tembló porqu
Mientras conducían, Andrea miraba por la ventanilla y veía cómo el paisaje cambiaba de un lado a otro de la ciudad, hasta que finalmente llegaron al edificio donde estaba su departamento. —Tienes que cerrar los ojos —le dijo él con tono risueño—. Milo y Loan se esmeraron mucho en esto, sé que desea
—¡No debemos olvidar, que la señora Brand no tiene ninguna estabilidad! —declaró mirándola con ojos malvados—. ¡Para empezar es la amante de su jefe! ¡El mismo jefe que fue a la cárcel hace dos noches por invadir la casa de mi cliente rompiendo puertas como si...! —¡Objeción! —Se levantó Gazca—. Mi
Andrea apretó los puños y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas en silencio. —¿Esto era lo que esperabas? —le preguntó a Zack, que miraba su teléfono con una expresión que variaba entre la rabia y la impotencia. —Honestamente no —respondió él—. Estaba esperando una amenaza, que soltara la