Mason había bajado la escalera de su mansión rezongando porque la visita, según la empleada doméstica, parecía muy urgente, y se había impresionado al ver a aquel hombre en la puerta de su casa. Nadie tenía que decirle que era abogado, todo en él lo gritaba, desde el elegante traje negro hasta la c
—Yo... voy a buscar la forma de compensárselos —decidió Andrea. —Eso lo haces todos los días con tu trabajo. Me dijo Ben que ese contrato que conseguiste fue una cosa realmente excepcional —le dijo Zack—. Ahora deberías concentrarte en conseguirle buenos contratos de publicidad. Ella asintió despa
Zack no se asustó porque sabía que de Inglaterra normalmente no llegaban malas noticias, pero aun así no demoró ni dos segundos en contestar. —Hola amor de mi vida, tormento de mi alma, anhelo de mi corazón... —¡Qué pendejo te pones cuando quieres, James! —bufó Zack—. Pero yo también te quiero. ¿Q
Andrea miró alrededor, tenía muchos muebles que organizar y una casa que recoger, pero cumplir con su primer contrato de publicidad era lo primero, así que hizo su maleta y trató de descansar. Sabía que al día siguiente pasó toda la mañana con Adriana, compensando un poco con besos y abrazos lo muc
Tenía fuerza, era una cachorrita minitoy pero tenía fuerza la condenada y Zack lo supo cuando ella tiró de la sábana y lo mandó al suelo. —¿¡Por qué estoy desnuda, Zack Keller!? —gruñó con fiereza viéndolo asomarse al otro lado de la cama—. ¿No te alcanzó con tu calenturienta de anoche? ¿También te
Recogió sus zapatos y se dirigió a la puerta, y no pudo ver que a pesar de todo Zack intentaba levantarse para hacer un bailecito de la victoria. —Está celosa... ay, mierd@ cómo duele... —gruñó cojeando hacia el minibar—. Pero ella está celosa... ¡Algo es algo! Sonrió mientras se sentaba en un sof
Andrea sentía que el mundo se estaba derrumbando sobre ella. Se apretaba las manos en el regazo haciendo acopio de fuerzas para no ponerse a gritar. —¿Cómo... cómo supiste que Adriana estaba en el hospital? —le preguntó a Zack. —Ben acaba de avisarme. Le pedí que estuviera pendiente de Adriana y a
—¡Eso no es cierto! —sollozó Andrea. —Yo te diré qué es cierto —se regodeó Mason—. Voy a salir por la puerta de ese hospital con la chiquilla en los brazos y no puedes hacer nada porque un juez me la dio. —¿Estás seguro de que quieres jugar esa carta? —La voz tras ellos los hizo girarse y los dos