Andrea no dijo una palabra mientras iban hacia el departamento de Zack. La bebé se había calmado un poquito, pero ellos no. —Listo, tenemos las medicinas, la fórmula y a la bebé... ¡y los nervios! —murmuró Zack apenas llegaron. Les abrió la puerta de su departamento y Andrea intentó no sorprenders
—Hija, me alegra mucho que Adriana y tú tengan quien las cuide, porque creo que ya no voy a estar mucho tiempo por aquí —le dijo la anciana. —No diga eso, señora Wilson, le aseguro que muy pronto le van a dar el alta —murmuró Andrea con el corazón encogido. —De cualquier forma ya no regresaré al d
Ben era un hombre con un encanto especial, pero desde que se había reencontrado con la madre de su hijo, ese encanto se había concentrado en desaparecer para las demás mujeres. No era extraño entonces que nadie más le prestara atención en aquel ascensor lleno de gente, más cuando iba con su gorra de
Ella masculló siete veces por lo bajo y se enfurruñó. —Igual no debiste hacerlo —le dijo—. No veo el sentido de quitarles la razón ahora a las brujas, ¿o crees que no lo sabrán en enero? ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a cambiar de sucursal? —Fíjate que no estaría mal —replicó él—. Ben se quedará a carg
Zack quería que la tierra se lo tragara, no tenía idea de en qué momento su hermana había conocido a Giselle o si eso era cierto, pero si lo era, tenía que haber sido en el transcurso del último año, cuando ellos ya estaban separados. Su mano apretó inconscientemente la de Andrea y ella supo que alg
—Lo siento mucho, se nota que era algo muy importante para ti. —Debí decírtelo antes pero... la verdad es que nadie de mi familia conoció jamás a Gisselle, no pensé que mi hermana la traería a colación —murmuró él. —Sí, debiste decirme, ahora me veo como una rompehogares, pero eso sí, seré una rom
Zack estaba contagiado con el espíritu Navideño, y aunque ya algunos creían que estaban muy grandes para esos juegos, nadie se atrevió a contradecir a la señora Luana. Se desperdigaron entre las cocinas de la mansión y Zack atacó la despensa de los dulces. Adriana estaba más que feliz en los brazos
—Mamá... ¿de qué hablas? —susurró Zack y su madre levantó las cejas con un gesto sugerente. —Hijo, tu padre fue uno de los banqueros más respetados de de este país por años, créeme que está acostumbrado a que la gente le mienta a la cara, pero nunca tan mal. —Mamá... —Ahórratelo, Zack, escuché to