La cena fue bastante tranquila y se notaba que el señor Nikola estaba más que feliz. Adriana descansaba en su sillita de comer, pero parecía que solo en una tarde había aprendido a reconocer su voz, porque apenas él hablaba enseguida le prestaba atención. Y a la hora del postre se entretuvieron los
Andrea y Zack se miraron por un segundo y él se encogió de hombros. —No pasa nada, yo duermo en el suelo. El closet estaba lleno de mantas, pero tener a Adriana durmiendo en aquella cunita de princesa y ella en una cama de emperatriz, y a Zack durmiendo en una manta en el suelo, le parecía lo más
—Oye, ¿qué crees si de verdad hoy te llevo a esquiar y todo eso? —le preguntó Zack a Andrea con complicidad mientras le servía café. —¿De verdad quieres verme rodar montaña abajo? —lo increpó ella. —No, pero si nos mantenemos alejados de la casa, es menos probable que nos molesten y hagan pregunta
Zack se quedó mudo por algunos instantes, sin saber qué decirle. Había algo limpio y lindo en sus ojos, que le hizo palpitar el corazón con fuerza en el pecho. Pasaron el resto del día juntos y regresaron a casa cuando el sol estaba punto de ponerse, porque la familia los esperaba para la cena. An
Y no se equivocaba al pensar que, en efecto, el señor Nikola no la estaba pasando bien con aquellas peleas. —No importa cómo lo supe, lo que importa es que lo sé —le respondió a Zack vivamente—. Mi nieta no lleva mi apellido y quiero saber por qué. Zack trató de explicar la situación y disculparse
Andrea le dirigió a Zack una mirada interrogante cuando él tomó su mano y la guio hacia uno de los jardines de la casa. Dentro de la pequeña glorieta de madera estaba dispuesta una mesa con una cena romántica, música, velas, todo lo necesario para la mejor propuesta de matrimonio, y él estaba tan ne
—Está bien, papá, como tú quier... —No. —Aquella palabra salió única y con más determinación de la que Andrea había esperado, haciendo que todos la miraran. —¿No? —murmuró el señor Nikola sorprendido. —Lo siento, pero no —repitió ella y Zack se le acercó mientras Andrea negaba. —Andrea... —Es m
Nadie volvió a mencionar la boda esa noche. Andrea sonreía, conversaba y jugaba con su hija, pero a los señores Keller les bastaba con ver la cara de Zack para saber que nada iba bien. Finalmente la bebé empezó a llorar por su biberón y Andrea pidió permiso para retirarse. Cuando Zack entró a la ha