5/ GRACIAS JEFA

Al día siguiente desayunando, se sentó David a mi lado en la mesa, fui a levantarme, pero me lo impidió cogiendo mi brazo con su mano erizando mi piel con su toque. 

— Tenemos que hablar Tania, no podemos seguir así, aunque anoche lo pase muy bien contigo — me dijo David 

— ¿De qué quieres hablar David, de cómo follas con Madelein? — le dije 

— Por favor, Tania, desde esa noche lo dejamos, pero es que tu —-- me dijo 

— Yo que David, ya sabes que nunca he estado con un hombre y comprendo que quieras a las que ya son expertas, tranquilo sigue con tu vida, no me importa  — le dije levantándome de la mesa 

—  Nos han invitado esta noche a una recepción y me gustaría que me acompañaras como mi esposa. — me dijo 

— Lo siento, pero no voy a ir, no voy a ser el hazme reír de nadie — le contesté 

— Nadie en la recepción sabe lo que tuvimos Madelein y yo, nada más que tú — me dijo 

— Me da igual, no voy a ir — dije escuchando seguidamente, como David daba un puñetazo a la mesa. 

Aunque David volvió a insistir antes de marcharse él, yo ya tenía mi decisión y no la iba a cambiar. En la madrugada lo escuche entrar en la casa y después en mi dormitorio acercándose a mi cama. 

— ¿Quieres tus derechos de esposa, los vas a tener aunque aún no nos hayamos casado? — lo escuche 

Enseguida me senté en la cama conociendo sus intenciones. 

— Lárgate de mí dormitorio o gritaré hasta que Lucia se despierte -- contesté 

— No me pienso marchar, eres mi futura esposa y vas a serlo también en mi cama, se acabó Tania tú te lo has buscado — me dijo, mientras yo lo miraba como se iba quitando la ropa hasta quedarse completamente desnudo.

 Intenté bajarme de la cama, pero con su mano me cogió el tobillo atrayéndome hacia él. Se tumbó encima mía apretando sus labios a los míos para no dejarme chillar, rompió mi camisón, amasando con su otra mano mi pecho pellizcando mi pezón, haciéndome tener un placer indescriptible. 

— ¿Te vas a callar? O tendré que hacerte daño, esta noche dejarás de ser virgen a las buenas o a las malas, tu dirás — me dijo 

— No me hagas daño David, por favor — le suplique

Me quito las bragas, beso cada poro de mi cuerpo centrándose más en estimularme el clítoris dándome un placentero orgasmo, fue introduciendo su miembro poco a poco dentro de mi ser, hasta que me dio una embestida fuerte haciéndome suya. Mientras David se iba moviendo cada vez más yo pensaba que iba a perder el conocimiento por el placer y el dolor que sentía, teniendo mi segundo orgasmo con mi futuro marido moviéndose cada vez más de prisa dentro de mí, dándome escalofríos placenteros. Cuando ya se corrió, nos miramos los dos a los ojos con deseo 

— ¿Cómo estás? — me preguntó 

— Aun enfadada contigo — contesté 

-- Está bien, si quieres marcharte de mi casa, no te lo impediré, buenas noches -- me dijo, apartándose de mí y cogiendo su ropa, marchándose del dormitorio. 

Me levanté al día siguiente un poco dolorida, me duche y me vestí, acercándome a la cocina viendo a Lucy más contenta de lo normal 

— Buenos días, te veo muy contenta Lucy, ¿pasa algo? — Le pregunté 

— No mi niña, es que estoy alegre, nada más  — me dijo 

— ¿Nos escuchaste anoche? — pregunté 

— Algo escuche y no sabes cuánto me alegro por ti y por mi David — me dijo 

— Me marcho de la casa Lucia, el señor David anoche me dijo que podía marcharme y que no me lo impediría 

— No te vayas niña, sabes que te queremos mucho — me dijo con el semblante de su cara muy serio  

La abracé intentando consolarla, cuando Lucy ya se calmó, me tomé el café que me sirvió, marchándome después a mi habitación, cogí algo de ropa y dinero que tenía guardado guardandolo en una pequeña maleta, saliendo de la casa sin despedirme de Lucia. 

Volví al mismo sitio donde vivía antes de irme a vivir con David, pero durante días vi la limusina dando vueltas por el mismo sitio, así que decidí cambiar de lugar teniendo nuevos compañeros en la calle. Una de las personas que nos ayudaban con dinero, ropa o nos dejaba asearnos en su bar, se fijó en mí ya que yo era de las más jovencitas de los indigentes

-- ¿Te interesa trabajar en mi bar? -- me preguntó 

-- Cualquier trabajo me vendría bien -- contesté

Me puse a trabajar de camarera en su bar, pero pocos días después empecé a encontrarme mal, tenía náuseas y vómitos, permitiéndo mi jefa dormir en su casa y comer en su bar, pensando mi jefa que estaba mala por no comer mientras estuve viviendo en la calle. Pero tan insistentes eran mis vómitos que me compré una prueba de embarazo dándome positivo. Me arrodillé en el cuarto de baño llorando sin consuelo hasta que entró mi jefa. 

— ¿Qué te pasa Tania cariño? Me preguntó 

Le enseñé la prueba de embarazo sentándose ella a mi lado en el suelo abrazándome. 

— No llores, un hijo es una alegría ¿Quién es el padre? — me preguntó 

— Un CEO multimillonario que me engaño con su secretaria y después de coger mi virginidad me dijo que me podía marchar de su casa  — contesté 

 — No te preocupes pequeña, a este bebe no le faltara de nada y a ti tampoco — me dijo 

Cuando ya tenía nueve meses de embarazo, sentí unos dolores muy fuertes, teniendo que llamar con mi móvil a mi jefa, ya que yo me encontraba en su casa, vino enseguida y al verme me cogió como pudo llevándome al hospital en su coche, naciendo mi hijo pocas horas después. 

Después de dar a luz a mi hijo, empecé a trabajar en el bar ya que mi jefa me dejaba llevarme a mi pequeño, pues ella sabía que yo no tenía dinero para contratar a una niñera. Estaba sirviendo y limpiando una mesa, cuando tropecé con un cliente que acababa de entrar en el bar, me giré para pedirle perdón, quedándonos David y yo mirándonos fijamente.a los ojos  

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