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4/ PASEANDO POR BROOKLIN

Después de pasar unos días en Londres, donde David me enseñó todo lo bonito que tenia esa ciudad, regresamos en el avión privado de David a su casa de Nueva York, nada más aterrizar en el aeropuerto me pude dar cuenta de que la limusina ya estaba esperándonos para llevarnos a la casa de David.

Nada más parar el vehículo el chofer en la puerta y abrirnos la puerta, nos bajamos de ella, entramos en la casa, salude a Lucia primero marchandome a mi dormitorio entre en el cuarto de baño, me quite la ropa, metiendome en la ducha, después de ducharme, enrede mi cuerpo en una toalla volviendo al dormitorio, me vestí acercándome, después a la cocina para comer algo viendo a Lucia preparando una especie de almuerzo . 

— Buenos días, ¿también eres la cocinera? -- le pregunté 

— Todo mi niña, hago de todo, estoy con David desde que nació y antes estuve con su padre — me dijo 

— Entonces conoces muy bien a David, ¿Cómo es? — le pregunté 

— Como hombre, es un ser muy bueno y muy dulce, lo quiero muchísimo — me dijo  

— Buenos días ¿Estabais hablando de mí? — Preguntó David entrando en la cocina

—  No seas tan presuntuoso —  le dije riéndome 

— Tania, nos está  esperando el abogado, ¿no te has arrepentido de lo que te propuse ayer? — me preguntó 

— No, pero tengo mis dudas — le dije 

— Dime cuales son — contestó David

— Me gusta la idea de no seguir durmiendo en la calle y tener que robar para comer, pero mi duda es. No tendrémos que tener relaciones sexuales, aunque vayas a ser mi marido ¿verdad? — pregunte 

— Bueno Tania no creerás que los niños los traen las cigüeñas de París ¿verdad? -- me contestó 

— Entonces David lo siento, pero yo no soy tu mujer ideal. — contesté 

—  Vamos Tania, aceptastes casarte conmigo y luego veremos, encontraremos alguna una solución a los niños —  me dijo 

— David no regalan a los niños como si fueran juguetes — le dije, viendo  reírse él y Lucia 

— Cálmate, vamos al abogado, come rápido que llegamos tarde — me dijo 

Bajamos de la limusina y entramos en un edifico donde la recepcionista y el vigilante saludaron a David como si lo conocieran de toda la vida, subimos en el ascensor hasta la planta veinte, cuando salimos la secretaria nos saludó muy amablemente acompañándonos hasta un despacho que había al fondo del pasillo. 

– Hola David ¿Cómo estás? Sentaros — nos dijo el hombre que había en el despacho, que supuse que sería el abogado de David 

— Mario, te presentó a Tania mi futura esposa — dijo David 

— Encantado señorita, se va a casar con un buen hombre, bueno David le has comentado ¿qué va a firmar Tania? — dijo el abogado 

— Si todo, pero Tania tiene dudas sobre mi futuro primogénito — contestó 

— Bueno eso es lo principal, Tania no se preocupe que cuando llegue la hora de firmar su divorcio quedará bien recompensada — me dijo 

— ¿Y quién se quedará con el niño? Si decido tenerlo con David — pregunté 

— Bueno eso está claro, se lo quedara David con visitas y custodia compartida contigo — me dijo 

— ¿Qué dices Tania, aceptas ser mi mujer? — preguntó David 

— Es mejor que dormir en la calle — dije  

 —Bueno, entonces léete estos documentos que te doy y si estás de acuerdo firmar los dos por favor — nos dijo el abogado 

Después de leer las cuatro hojas, firmamos los dos como que estábamos de acuerdo con las cláusulas que ponía. 

— Entonces ¿Cuándo se celebrará el feliz acontecimiento? — preguntó el abogado 

— Cuanto antes mejor, ¿verdad Tania?---

David seguía con sus negocios y yo ayudaba a Lucia en casa. Todo iba de maravilla, yo ya no tenía que dormir en la calle porque tenía mi propio dormitorio, ya que David y yo no dormíamos juntos, y comía cuando tenía hambre sin tener que robarle a nadie.  

David me llevaba a los mejores restaurantes de Nueva York, me compraba ropa en las tiendas con más renombre, viajamos cuando él podía y el trabajo en su empresa se lo permitía a cualquier parte del mundo y así fue como poco a poco me fui enamorando de él. No porque fuera un CEO multimillonario, si no por lo bueno y bondadoso que era conmigo, comprendiendo y ayudándome en cada momento que yo le necesitaba

Una noche decidida quise darle una sorpresa estando ya decidida a darle ese primogénito que él deseaba aunque con algo de miedo, pues seguía siendo virgen, Me puse un tanga rojo, un salto de cama transparente, me quedé en el salón esperando a que llegara de una cena de negocios que me dijo que tenía. Cuando escuche su coche apague las luces de la casa para que no me viera y así sorprenderle, cuando escuche abrirse la puerta de la sala donde yo estaba, la sorprendida fui yo al verlo entrar besándose con Madelein mientras se estaban  desnudando los dos. 

-- Buenas noches futuro esposo -- le dije, quedándose los dos inmóviles al verme 

-- Bueno David, yo me marcho -- dijo ella 

-- No tranquila, podéis seguir, al fin y al cabo, yo no soy nadie aquí, que lo paséis bien -- dije 

Me fui a marchar, pero al pasar por al lado de David, me cogió del brazo con su mano. 

— Te lo puedo explicar Tania — me dijo 

— Será mejor que no David, buenas noches — le dije 

Los siguientes días, procuraba no cruzarme con David por la casa y si lo veía no le hablaba, marchándome fuera de la casa hasta que él se marchara. No lo pase muy mal gracias a Lucia que siempre estaba ayudándome a pasar el mal trago, no dejándome llorar cuando me veía triste, aunque por la noche en mi cama, yo era un río de lágrimas preguntándome porque me había enamorado y para qué, si nada más que era un peón en su partida. Pero pensé que era mejor unirse al enemigo, así que decidida le pedí a David que se cogiera unos días en su empresa para enseñarle cómo se vivía en las calles de Nueva York, dejándome sorprendida cuando aceptó mi proposición.Por la noche me vestí con un vestido corto sin mangas ya que hacia calor, cogi mi bolso y me marche al salón viendo a David dentro de pie esperándome ya, nos marchamos de la casa subiendo a su coche particular ya que era lo mejor para recorrer las calles de Nueva York, Nos fuimos al puente de Brooklyn donde había algunos compañeros míos de la calle, nos saludamos gastandole ellos a David bromas que al principio no le sentaron  muy bien, pero al final todos nos reímos invitándolos él a tomar alguna bebida fresca. De allí nos marchamos a recorrer casi todas las calles de la ciudad, comiéndonos mientras paseábamos un burrito, riéndome cuando David se manchó su caro traje con las salsas que llevaba. Nos fuimos después a pasear por el puente àrandome para observar esa magnifica ciudad, poniendose él detrás de mi apoyando sus manos en el pasador del puente, mientras me erizaba la piel al sentir su aliento en mi nuca.

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