Dylan O’ Conell.«Jodida mierda». Cierro los ojos y siento que la maldita bilis me sube a la garganta, cuando algo me dice que es Annabelle la que está detrás de mí.Suelto a Alessandra con lentitud, porque ya todo se fue a la mierda y de nada me sirve tratar de negar algo que quedó claro. No me permito mirar a Alessa a los ojos, pero cuando me giro para enfrentar a Annabelle, me quedo delante de ella, tapándola.¿De qué? No lo sé.El rostro de Annabelle está rojo de indignación, pero su labio inferior tiembla, no sé si de rabia o terror por lo que acaba de ver. Ni siquiera puedo alcanzar a entender lo que es esto para ella.Alessandra, la mujer que se entrometió en la fiesta de compromiso, el motivo por el que Anna se fue lejos de mí, para evitarse la humillación, otra vez se aparece en su vida. Solo que esta vez, es mi culpa. No puedo pretender culpar a Alessandra de algo que propicié yo, porque ya las ganas de besarla, de marcarla, me estaban matando.—Dylan —susurra, con media voz
Dylan O’ Conell.—Soy una estúpida, ¿no? —reclama Annabelle, con tono triste, resignado y molesto—. A pesar de toda la humillación de hace un año, regresé porque pensaba que estaba siendo injusta. Pero ya veo que hice bien en irme.Levanto mi cabeza y veo sus ojos claros, cristalinos, con las lágrimas no derramadas. Sus mejillas están rojas y en su boca, un puchero tembloroso se forma.—No digas eso. Que te fueras fue un golpe duro para mí.Anna suelta una carcajada.—Eso se nota, Dylan —declara, con evidente sarcasmo.Doy un paso adelante, para tratar de acercarme, pero ella da un paso atrás. Espero una reacción dolorosa en mi cuerpo ante su rechazo, pero solo siento culpa. Culpa por saber que tiene razones para estar molesta.—Lo siento, ¿vale? —declaro, medio desesperado.Soy una tormenta de emociones encontradas en este momento, sobre todo, porque no siento lo que debería por ella. Es frustrante darme cuenta de esto, en este preciso momento. Y enfrentar la decepción en su mirada,
Dylan O’ Conell.Entro a la habitación donde tienen internada a Alessandra y aunque veo a mi hermano demasiado cerca de ella, avanzo hasta llegar a su posición. Lo aparto de mi camino con un empujón y me inclino sobre Alessa, para ahuecar su rostro con mis manos.—¿Estás bien? —Mi voz casi no es escucha.Es una mezcla de desaliento con alivio. No sé identificar nada, solo siento que mi cuerpo cede un poco a ese miedo atronador que sentí por unos angustiantes minutos.Sus ojos brillan y sus labios están entreabiertos. Me da ganas de besarla, solo para sentir que respira. Pero me aguanto. Es instinto, el primero de todos, pero aun así, no hago nada.—Solo…solo un poco adolorida. —Se escucha ronca.La observo con atención, está magullada y lleva una escayola en el brazo izquierdo. Y aunque a primera vista no se ve mucho daño, la tensión en su cuerpo es evidente.Paso mis pulgares por sus mejillas en un gesto cariñoso, pero también confortado. Los latidos de mi corazón poco a poco se van
Dylan O’ Conell.El doctor me explica fuera de la habitación los pasos a seguir. Además de confirmar que Alessandra debe pasar la noche en observación. Todo el rato lo miro y asiento, como si estuviera prestando atención de verdad, pero la verdad es que mi atención está dividida y gran parte, está dentro con Alessandra y Ryan solos. No por Alessandra, sino por mi jodido hermano que está más molesto de lo normal. No sé qué carajos está buscando.El doctor se va y nos despedimos con una sacudida de manos. No pierdo el tiempo y entro a la habitación otra vez, solo para encontrarme a Ryan pegado a la cama donde yace Alessandra. Ella está dormida, pero él la observa de cerca, sin perderla de vista.Ni siquiera el ruido de la puerta al cerrarse lo hace levantar la mirada.Aprieto mi mandíbula, cansado de la atención excesiva que está dándole. Es como si buscara provocarme o no le importara realmente mi posición en todo esto.—¿Qué te traes entre manos, Ryan? —pregunto, manteniendo a raya, p
Alessandra Cavani.Pensé que Annabelle se atrevería a entrar estando Dylan conmigo en la habitación y atendiéndome, además, pero no lo hace. La mirada que me dedicó a través de la abertura de la puerta no me gustó nada, tampoco quise profundizar mucho en el motivo por el que vino hasta aquí. Aunque seguro que lo hizo para quedar bien delante de todos, como siempre intenta.Después de su visita a mi casa no confío en sus intenciones y tengo que cuidarme las espaldas, porque a esa se le ve que es de las que clava puñales y retuerce luego sobre la herida.Dylan se va cerca de una hora después, cuando se asegura de que estaré bien. La asistente que consideró el abuelo Fran llega y solo así, él se queda tranquilo.No sé qué pensar de todo esto que está sucediendo con nosotros. Hay mil cosas que no comprendo, pero no puedo negarme que me gusta su compañía, su sonrisa suave y socarrona, su intento de portarse bien. Sobre todo, después de haber sido tan imbécil desde…siempre.Con mi cabeza ap
Alessandra Cavani.¿Ese sentimiento que creía estaba manteniendo lejos de mi vida? Pues, ahora se siente real, se siente vivo. Y se siente como si fuera lo peor del mundo.Porque no quiero sentir esto que me destroza, que me vuelve débil. La desconfianza, la decepción…son sentimientos ambiguos, imprecisos…confusos. Y eso es todo lo que siento cuando pronuncio su nombre en mi cabeza. Cuando no abro los ojos, solo para no ser testigo de que el tiempo continúa pasando y él, él sigue sin aparecer. Probablemente, calentando una buena cama, siendo ese salvaje desmedido que folla por instinto básico.Tan diferente a lo que conmigo fue.¿Puede eso ser algo malo? En medio de la nebulosa que eran mis pensamientos en esos minutos eternos, no puedo decir que en algún momento tuve la capacidad de pensar, razonar, más allá de lo bien que se sentía su cuerpo contra el mío. Su cercanía, su sutilidad y la lentitud con la que me hizo suya.Volteo mi cara y una lágrima se desliza hasta perderse en la al
Dylan O’ Conell.—¿Qué estás diciendo? —pregunto, molesto y confundido a la vez.No logro entender su nueva postura. Lo que pretendía contarle a Alessandra ahora me parece tan tonto, que oculto mis intenciones y decido concentrarme en lo que acaba de decirme. No me gustó nada que mi hermano estuviera otra vez aquí y no puedo ocultar lo celoso que eso me hace actuar. Pero acabo de quedarme en shock con su afirmación.No quiero desconfiar, no quiero que el maldito Ryan tenga razón en decir que siempre pienso lo peor de ella. Pero, con estas palabras es inevitable pensar que hay algo más sucediendo entre ellos dos.—Alessandra… —insisto, con los dientes apretados, cuando ella se mantiene en silencio.Me ignora y lo hace a consciencia. Evita mi mirada y por más que trato de cruzarme con sus ojos para tratar de ver a través de ellos, no puedo.Comienzo a desesperarme, lo mismo con las dudas, mis propios sentimientos y miedos.—¿No recuerdas? —Me mira entonces, en sus ojos hay lágrimas que
Dylan O’ Conell.Cuando entro a la sala otra vez, la sangre que de a poco se había calmado, vuelve a bullir en mi interior. Ryan está demasiado cerca de Alessandra y esta vez, cuando sienten mi presencia, se callan.Por un momento me sentí culpable de siempre pensar lo peor, pero cómo no hacerlo ahora, si ambos actúan como si ocultaran algo.Miro directamente a Alessa, a medida que me acerco. Sé que mi rostro es un libro abierto con mis emociones, con mis pensamientos permanentes, pero no me importa. Que ella sea testigo de lo mucho que me molesta verla con mi hermano y además, tan cercanos como aparentan. Sobre todo, sabiendo que Ryan va por ella. Se atrevió a decirlo en mi cara y no disimula su interés, tampoco, delante de Alessandra.—Ya te darán de alta —informo, con voz dura.Alessandra enarca una ceja, provocándome.—¿Te molesta eso? ¿Me quieres en este hospital más tiempo?Frunzo el ceño ante su evidente ataque y no entiendo a qué se debe. No soy yo el que anda haciendo o actua