— ¿Recuerdas la cadena verdad? — Entonces aquella voz logra que Lilith prácticamente contuviera la respiración, sus manos empiezan a sudar — He llegado tarde Lilith, pero estoy aquí — La castaña segundos después fue dándose la vuelta, ella estaba pálida y era lógico había perdido mucha sangre de hecho seguía sangrando y aquello seguirá por dos semanas más.Lilith observaba a la persona con una mezcla de incertidumbre, sorpresa, temor y duda. Sus ojos, aunque fijos en el rostro arrugado de la mujer, se sentían incapaces de comprender por completo la presencia de aquella figura. Algo en su postura, en sus gestos lentos y calculados, le provocaba una extraña sensación de desasosiego, como si hubiera una capa invisible de secretos ocultos entre ellas, algo que no se decía, pero se respiraba en el aire espeso de la habitación.La incertidumbre se apoderaba de ella, pues no sabía qué esperar de la mujer, si su acercamiento sería amistoso o si escondía en su mirada una amenaza disfrazada de
La moto Kawasaki rugió con fuerza mientras Kamill Becker giraba hábilmente el manubrio, maniobrando entre las calles hasta detenerse frente al imponente edificio. Las luces de neón del letrero en la fachada iluminaban la noche con un brillo frío, pero la verdadera impresión venía de las seis camionetas blindadas que flanqueaban la entrada. Eran como bestias inmóviles, impenetrables, y cada una de ellas albergaba la promesa de peligro. Kamill apagó el motor y el rugido de la moto fue reemplazado por un tenso silencio. Bajó con movimientos calculados, sacándose el casco mientras la brisa nocturna agitaba su cabello oscuro. Su expresión era pétrea, una máscara que ocultaba cualquier emoción. Cada paso que daba hacia la entrada era observado con detenimiento por los hombres de seguridad, cuyas miradas eran tan frías y certeras como las armas que llevaban ocultas bajo sus chaquetas. Uno de ellos, un hombre corpulento con el rostro marcado por cicatrices, dio un leve asentimiento a Kami
El aire dentro de aquella casa era denso, cargado de una tensión que parecía que podía romperse con el más leve susurro. Lilith seguía de pie frente a Camila Becker, la matriarca, quien la observaba con una mirada tan intensa como impenetrable. Su postura rígida y sus manos cruzadas frente a ella revelaban que lo que estaba por decir no sería fácil.Lilith, por su parte, se sentía atrapada entre el impulso de salir corriendo y el deseo desesperado de entender el porqué de aquella conversación, entonces le sostuvo la mirada a Camila, recordando que ella era la madre de Camilo Becker, el padre de Kamill, si aquello resulta ser verdad estaba ante su abuela, pero aquello ella se niega a aceptar, en su vida para ella solo existe una abuela, no veía a Camila como tal, pero sabe que sí es así, no hay nada que ella pueda hacer, aquello estaba lejos de su alcance.Su corazón latía cosn fuerza en su pecho, sus manos apretadas formaban puños que traicionaban su aparente calma. Sabía que las pala
— ¿Que se supone que yo deba hacer? — Lilith sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo Camila al decir que ella era una Becker — Kamill me ha abandonado supongo que al saber o enterarse de que supuestamente somos hermanos, no siquiera se detuvo para pensar que quizas aquello era una mentira más — La voz de Lilith se escucha entre cortada, dolía recordar aquello — Han pasado tan solo unas semanas y siento que han sido años, pero la ausencia de Kamill duele tanto, quisiera que el hubiera estado allí que fuera él, quien me dijera esto está sucediendo, si la solución era...— No cariño, él no te ha abandonado, después de la muerte de Camilo, él fue junto a su madre que lo había llamado en aquella madrugada allí le dio a conocer la mentira de que tú y él son hermanos, se valió de unos resultados falsificados preparados meticulosamente por la Mafia Rusa, sin dejar escapar ni un detalle, Marta había preparado absolutamente todo, aquella malvada mujer habló con mi hijo horas antes, claro
Camila se aparta de Lilith, la castaña ya había recuperado mínimamente la compostura después de ser conocedora de la realidad, de aquella dura realidad que le ha tocado a ella aceptar y asumir una realidad que es crucificada por los intereses, las maldades, las venganzas de los demás de personas o animales sin corazón aunque quizás llamarlas animales es una ofensa para aquellas criaturas puesto que los demonios como Marta y Sonia no pueden ser comparadas con los animales.La Matriarca Becker encendió un cigarro, su silueta recortada por la luz tenue de la luna que se colaba entre las cortinas pesadas de aquella casa. Lilith, de pie frente a ella, podía sentir el peso de la decisión que se avecinaba. Las palabras de Camila no eran simples; eran un juramento, un mandato, y una despedida implícita.—Lilith —empezó Camila nuevamente, con voz firme pero cargada de emoción contenida—, siempre supe que algún día necesitaría al alguien. No solo como mi sombra, sino como mi sucesora, Lilith f
— Te dejaré aquí cariño, mientras hablo con mis hombres de Legión para asegurar un retorno sin inconvenientes también hablaré con tus amigos, tú necesitas un poco más de tiempo, la casa es vieja, pero te servirá como refugio, descansa lo que necesites aquí — Camila acaricia el rostro de Lilith, ella siente la calidez de aquellas manos, posteriormente Camila abandona el sitio, Lilith avanza algunos pasos encontrando una habitación.El aire pesado de aquella habitación parecía teñido con las sombras de su pasado doloroso. Las paredes, aunque desgastadas le daban el ambiente de aquella hacienda, ella aún llevaba muy presente consigo el eco de los gritos ahogados, de las noches interminables que Lilith pasó prisionera, sintiendo cómo su identidad se desmoronaba bajo el peso de la opresión, ella toma la decisión de sentarse en el suelo. Con la espalda contra la madera fría, respiró profundamente, tratando de encontrar algo entre las cenizas de lo que alguna vez fue, tratando de pensar que
Días atrás Rusia El gran dolor invisible de Kamill una tortura que mata su alma, encierra su vida en la miseria, aquella noche en la que una perdida estaba ocurriendo.Aquel día La celda estaba sumida en una penumbra opresiva. Las paredes de piedra, ásperas y húmedas, parecían absorber cualquier resquicio de esperanza que pudiera colarse entre los barrotes oxidados de la ventana. Kamill, sentado sobre un lecho de paja mojada y desgastada, respiraba con dificultad. El frío de la noche rusa se filtraba a través de las grietas del muro, helándole la piel y los huesos, pero no era el frío lo que lo desgarraba. No, su tormento era algo mucho más profundo, más intangible, y sin embargo, mucho más cruel.Era un dolor que no podía señalar ni describir con palabras precisas, porque no provenía de una herida visible, ni de las innumerables marcas que los verdugos habían dejado en su cuerpo. Kamill podía soportar las palizas, las cadenas, e incluso el hambre que consumía lentamente sus fuerzas.
Los recuerdos de las noches en prisión en aquella celda pasando frío hambre torturas habían marcado una pauta importante en Kamill Becker, entonces el chico detiene su mirada fijamente en el rostro de la mujer que lo trajo al mundo.Marta estaba de pie, imponente, con la mirada fija en Kamill, quien permanecía frente a ella, firme, como si la fuerza de su resolución fuese un escudo impenetrable. La tensión entre ambos era palpable, como un cuchillo que cortaba el aire en silencio volviendo pequeño aquel departamento ante la presencia de madre e hijo.—Kamill, ¿qué tan lejos estás dispuesto a llegar para mantener a Lilith fuera de tu vida? —preguntó Marta, su voz llena de autoridad, pero con un matiz de duda. Sabía que su hijo no era un hombre de medias tintas, pero esta vez quería escucharlo de sus propios labios.Kamill levantó la cabeza con un gesto lento y calculado. Sus ojos esmeraldas brillaban con una mezcla de furia y determinación. Cada palabra que saldría de su boca estaba ca