-XXVIII-

Después de convencer y calmar a Keerd, Daylhan consiguió que aceptara que su hermano pasara la noche con ellos y que por la mañana regresara llevando como mensaje la negativa del castaño en volver.

El moreno no perdía de vista a Iordan, observando cómo, de vez en cuando, éste lanzaba miraditas a Daylhan para nada fraternales.

El joven, quien ni se daba cuenta, mantenía una entretenida charla con Neilan, obviando la mirada plagada de lujuria por parte de su hermano.

Cómo era de esperar, al final de la cena, al no estar habituado a aquel tipo de bebida que los Ulfhednars hacían, Iordan terminó más borracho que nunca.

-Pero qué mal beber tiene tu cuñado- se burló Gydeon, viendo al humano balanceandose en su asiento, a Keerd.

-No es mi cuñado- gruñó el moreno llevándose su jarra de hidromiel a los labios para darle un buen trago.

Bebiendosela de una sola vez, alargó la mano libre hacia la jarra donde había más y rellenó su vaso.

-¿Y dónde dice D

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