Las horas pasaron desmasiado rápido y por fin ya era la hora de salida, solo faltaba esperar a que sonara el timbre.
Hasta que después de unos segundos más, el timbre sonó.
Belén fue en busca de su amigo y cuando lo vio, lo ayudo a ir al carro de su padre, él cuál ya los estaba esperando con muchas ansias, ella planeaba que este chico, fuera a comer con ellos y ya se lo había dicho y esperaba que no se le olvidará.
—Papi— dijo Belén, mientras se acercaba a su padre, pricediendo a dar le un beso en la mejilla al señor Pindu.
— ¿Lo podemos llevar a comer a la casa? Por favor— dijo pestañeando rápidamente y muy tiernamente.
Era obvio que el padre iba a preferir que tuviera un nuevo amigo, Harrison era un chico que a pesar de todo, le impartía confianza a las personas y al papá de Belén, le caía muy bien, por eso lo dejaba ser su amigo y más si a su hija le agradaba y se notaba que a Belén le agradaba mucho y le impartía mucha confianza.
—Hija, no me tienes que pedir permiso, claro que si, además, él será siempre bienvenido en nuestra casa, puede llegar de sorpresa a visitarnos y no nos enojaremos— dijo mientras salía del carro y lo ayudaba a subir, para luego entrar de nuevo, ya Belén había entrado.
—¿Estás comodo Harrison?— pregunto el señor Arthur, mientras arrancaba el carro.
—Si señor— dijo muy feliz.
—Me alegra mucho—. El padre de la chica, estaba muy contento de que no dejarán de ser amigos, era muy pronto para saber si lo seguirían siendo, pero él esperaba que si.
—Hmmm hmmm—, se escuchó en la parte trasera a Belén.
—¿Te duele la garganta hija?— decía el padre mientras miraba por el retrovisor por unos segundos y luego miro de nuevo al frente, para seguir por el camino.
—Papi, yo también estoy muy cómoda — dijo Belén tratando de llamar su atención.
—Pues deberías, porque no te acomodare nada para que lo estés— dijo soltando una pequeña risa.
Harrison se rió y Belén solo entrecerró sus ojos, pero al ver a Harrison con una radiante sonrisa, aquella que parecía ser muy contagiosa, Belén, empezó a reírse de igual manera.
No tardaron mucho y llegaron a la casa de Belén.
La señora Pindu ya tenía toda la mesa lista.
—Mami llegamos y mira, traje a un amigo— dijo Belén muy emocionada.
Mientras el señor Pindu ayudaba a bajar a Harrison del carro.
La madre de aquella chica salía de la cocina y estaba tan emocionada.
—Ok cariño, llevaré otro plato a la mesa, ya casi comemos, espero vengan con hambre y estén listos — se escuchaba con una tierna voz a la señora Graciela desde la cocina.
Los padres de Belén, al ser una familia, con dinero, tenían la posibilidad de contratar a una sirvienta, pero ellos era obvio que no querían, por qué sin una, así harían responsable a su hija, que hiciera sus propias cosas y tenían razón, Belén era una chica a la cual le gustaba hacer la limpieza y ayudar en lo que pudiera, pero en ese estado, no podía ayudar de mucho y eso en ocasiones, la estresaba mucho.
Belén junto a Harrison, ayudaron a acomodar la mesa y muy pronto habían terminado, todos se sentaron en sus respectivos asientos, los padres de aquella chica, los veían con tanta ternura.
—Mucho gusto, me da gusto que seas el amigo de mi hija — dijo la señora Graciela, dirigiéndose a aquel chico.—Si señora Pindu, me llamo Harrison, mucho gusto— dijo un poco sonrojado.—Dime Graciela— dijo demostrando le confianza.—No como cree señora Pindu, eso sería muy descortés de mi parte y no quisiera ser irrespetuoso con ninguno de ustedes— dijo mientras agachaba la cabeza.—Que chico tan amable, empecemos a comer, por favor — dijo cambiando de tema.Acabando de comer, el chico se ofreció a lavar los trastes, pero todos se negaron, un poco después vio la hora, parecía preocupado.—Ya me tengo que ir, muchas gracias por todo—. Dijo con suma rapidez.Aquellos jóvenes habían ido a la cocina, sin que nadie los viera, nada más ellos dos y decidieron hacer una promesa, una la cual no pensaban romper, este mes siendo amigos, era muy hermoso para ambos, así que pensaban que era bueno, hacer una promesa.
Tan pronto como terminaron, regresaron con los padres de Belén.
—Cariño, lleva a Harrison por favor— . Dijo la señora Graciela, no quería que aquel chico se fuera solo.
—Con gusto mi cielo, de hecho ya iba de salida de nuevo al trabajo, ¿Belén, nos acompañas?— dijo el padre mientras veía a su hija.
Se veía a una Belén ya lista y en la puerta —Si papi, vamos— dijo muy emocionada.El señor Pindu ayudo a subir a Harrison.
Pronto llegaron a la casa del chico, el señor Pindu, lo ayudo a bajar y lo llevo hasta la puerta de su casa.
—Ya llegue— dijo muy alegre.—¿ Acaso te pregunté?— dijo la madre de Harrison, mientras se pintaba las uñas y sin prestarle nada de atención.
Un poco triste dijo — Gracias por traerme— se reflejaba mucha tristeza en su rostro.—Nos vemos mañana Bélen— ella le sonrió.
—Cualquier cosa, sabes que ahí está mi casa, ten, este es mi número, por cualquier emergencia llama, no dudes en hacerlo, estaré de inmediato— dijo el señor Pindu entre susurros y mientras le entregaba un papel con su número, era cierto que al padre de Belén, le preocupaba que algo le pudiera pasar a aquel chico.—Muchas gracias— dijo intentando hacer una sonrisa, lo cual le era muy imposible.Entro a su casa y cerró la puerta.
El papá se preocupo mientras regresaba a su carro.—¿Que paso?, ¿Por qué estás así?— dijo una Belén con suma preocupación.—Me da mucha tristeza tu amigo, a su madre no le importo que ya llegara, podría pasarle algo y no se preocuparía, no sé por qué sigue haciéndolo, ayer paso lo mismo, ¿Cuantas veces más?— dijo muy triste.—Eso es muy malo, siendo que el es una persona muy alegre, muy amable y muy gracioso, me hace reír mucho y es buen estudiante— dice un poco desanimada — al menos lo que me hace feliz , es que él lo es y no sea dejado amargar por su madre, al menos el se pone muy feliz mientras estamos en la escuela y se olvida un poco de lo que pasa en su casa— dice un poco animada.—Esa es mi hija, viéndole el lado positivo a todo, espero puedan seguir siendo amigos siempre y que nada ni nadie arruine su amistad que poco a poco se está forjando— dice el padre muy feliz.
Belén asintió.
—Hemos llegado a casa— Dijo el padre mientras estacionaba el carro.
—Me ayudas a bajar papi — dice haciéndole un pequeño puchero.El padre le abrió la puerta, Belén le extendió la mano, mientras que su padre saco una maleta y cerro de nuevo la puerta, para luego subirse de nuevo al carro.— Cierras cuando salgas hija y apúrate que ya regreso al trabajo— dijo con una gran sonrisa, me gustaba hacerle bromas a su pequeña hija.Belén salió del carro, mientras miraba a su padre con los ojos entrecerrados.—Gracias, papi— dijo sarcásticamente.
—De nada hija, cuando gustes— dijo con una enorme sonrisa, mientras se iba de nuevo al trabajo.
"Te cuidare siempre"
"Te cuidare en tus peores momentos"
"Te cuidare siempre que sea necesario"
"Te cuidare a pesar de que me sienta mal"
"Te cuidare, aunque no quieras ser cuidado"
"Es una promesa" dijeron aquellos jóvenes al mismo tiempo, era la primer promesa que habían hecho ellos dos, aquel día que se metieron a la cocina, no querían que nadie los interrumpieron, quería un momento a solas, la idea fue de Belén.
—Harrison acompáñame a la cocina, es importante— dijo aquella niña muy alegre.
El la siguió —¿ Que pasa?— preguntó curioso.
—Solo repite lo que digo, si no quieres hacerlo, puedes parar, no tienes que preocuparte por eso— dijo con una gran sonrisa.
La chica empezó a recitar aquellas frases y el las repetía, él tenía la opción de que si no quería seguir la promesa, podría parar, pero el no tenía intenciones de parar, el quería decir y cumplir aquella promesa, muy pronto terminaron, juntaron sus meñiques y dijeron muy emocionados.
—Es una promesa— al mismo tiempo.
Esa promesa cada uno pensaba cumplirla.
Ambos se veían con total ternura, ambos sentían una gran amistad, ambos se querían mucho.
Al finalizar se dieron un abrazo, a como pudieron, para luego salir de la cocina y Harrison ser llevado de nuevo a su hogar.
Dicen que la casa es hogar, dulce hogar, pero para Harrison era todo lo contrario, su madre no se preocupaba, no conocía a su padre, no tenía más familia que lo pudieran liberar de su madre.
Nadie sabía los maltratos que ocurrian detrás de esas puertas azules, solo Harrison que los tenía que soportar y su madre, que era la causante.
Harrison intentaba demostrar felicidad y al menos intentaba ser feliz en la casa de los Pindu y estaba realmente agradecido con ellos, ya que le daban la seguridad, el amor, la confianza que el necesitaba y que nadie más le daba.A pesar de carecer de amor de parte de su madre, él no era un chico problema, aunque todos pensaban que si, por aquel incidente con más abejas, el cual realmente no fue su intención, pero todos se negaban a creer en todo lo que decía.Después de que padre e hija llevarán a su casa a Harrison, el dia tomó su curso y muy rápidamente, que muy pronto era un nuevo día de escuela.Y eso le gustaba mucho a Belén, ya que significaba que vería de nuevo a su amigo Harrison.A Belén le agradaba tanto la compañía de Harrison, aquel joven que le impartía demasiada confianza, él era su nuevo amigo, y eso le emocionaba mucho, cuando iba a la escuela, cada minuto, quería aprovechar lo al máximo, aunque sabía qu
"Nadie sabe papi, no llego a la escuela, estoy tan preocupada, y ¿Si algo malo le pasó?, No quiero" envío Belén."Luego te doy detalles hija, el se encuentra bien" le respondió y guardo el celular, por el momento aquel joven necesitaba su ayuda, no podía darle detalles a su hija.Dentro de él, pedía que Harrison estuviera bien.La ambulancia llegó tan rápido como pudo, lo observaron y al parecer, alguien le había pegado con algo en la cabeza.El señor Pindu, no podía creer quien había sido tan inundado para hacerle esto.Llegaron al hospital y le hicieron unos estudios urgentemente, para descartar que aquel golpe, le pudiera haber ocasiado algo muy grave, afortunadamente, esto no era tan grave, ya que en los estudios arrojo que todo estaba bien, todo dentro de él
El doctor muy rápidamente llegó a checar como estaba Harrison —¿Cómo te sientes?— pregunto el doctor mientras le revisaba los signos vitales, quería ver qué aquel joven, se encontrará bien.—Solo un poco adolorido— dijo Harrison mientras movía un poco la cabeza.Belén se encontraba a su lado, no se quería separar de su lado, quería demostrar le todo su apoyo.La policía entro, un poco después, junto con el señor Pindu.—Queremos hablar con el paciente, un momento, ¿Podrían salir?, Por favor— dijo uno de los policías.—Claro— dijo el doctor mientras asentía —quedas en buenas manos chicos, al rato regresamos — dijo de repente.Belén, su padre y el doctor, salieron de inmediato de aquella habitación.—No hizo nada malo, todo está bien, ¿Cierto papá? — dijo Belén con suma preocupación, mientras lo observaba.Esperaba que su amigo no estuviera en problemas, eso le asustaba mucho.—No te preocupes hija, él no ha hecho nada
El padre de Belén, el señor Arthur Pindu, por fin había terminado de llenar los papeles, para que el joven Harrison se pudiera quedar en su casa, la familia de Belén, quería proteger a Harrison, aquel joven no merecía nada de lo que le había pasado con anterioridad, al señor Pindu le seguía dando vueltas en la cabeza una pregunta, si ella lo tenía ahí en el suelo ¿Por qué no lo mato?, Tal vez, ella pensó que ya lo había matado y por eso se fue de inmediatamente, muchas cosas en estos momentos no tenían explicación alguna, pero sabía que pronto las tendrían, por el momento, querían enfocar se en el bienestar de aquel joven, que podría correr un gran peligro, el señor Arthur, la señora Graciela y Belén, sentían un gran cariño por Harrison.El señor Pindu y Belén, habían decidido
Era obvio que al señor Pindu le divertía cada vez que decía algo, ya que eso hacía que su hija se sonrojara mucho.— Oh cierto, que despistada soy — dijo la chica mientras muy disimuladamente, volteaba a ver a otro lado.Era obvio que aquella chica seguía estando muy sonrojada.— Bueno en realidad a lo que venía era que ya hablé con el doctor, y me dijo que Harrison por fin será dado de alta hoy, ya que todo en los nuevos estudios que se le realizaron, resultaron demasiado bien — dijo con tanta emoción el señor Pindu.Esto a todos les alegraba demasiado, Belén voltio a ver de repente a su padre y Harrison solo miraba con tanto asombró, ambos jóvenes emocionados por la gran y grata noticia que les acababa de dar el señor Pindu.— ¿En serio?— preguntaron ambos chicos, para luego ver se de inmediato y dar se un gran abrazo.Luego de un rato, se quedaron viendo, se habían dado cuenta del abrazo que se estaban dando y de inmedia
Aquella nueva familia, había salido del hospital, todos estaban muy felices, inmediatamente se subieron al carro.— Que maravilla Harrison, me alegra que estés demasiado bien — dijo el señor Pindu, mientras observaba a Harrison por el espejo retrovisor, para luego regresar su mirada al camino.— Gracias señor Pindu y muchas gracias por querer estar a cargo de mi — dijo Harrsion con una gran sonrisa.— En serio, estamos tan emocionados de que estés con nosotros — dijo la pequeña Belén con demasiada emoción.El camino no fue muy largo.Después de un rato, de estar en el carro y derramar tanta felicidad, por fin, la familia había llegado a su casa.Belén, Harrison y el señor Arthur, se bajaron del carro.La señora Graciela, todavía estaba terminando de arreglar tod
— No nos rechaces por favor, se que eres merecedor de esto, es un pequeño regalo que te damos, ahora eres de nuestra familia, eres un gran chico — dijo la madre de Belén, mientras lo miraba con mi mucha ternura.A Harrison le sorprendía y le daba mucha alegría, que por primera vez en su vida, alguien le estaba demostrando cariño, lo trataban como él se merecía y no lo menospreciando y hacían menos, lo hacían sentir tan especial.— Prometo pagarles todo, es mucho lo que han hecho por mi, pero se los iré devolviendo poco a poco — dijo de inmediato Harrison.— No te estamos contando por nada de lo que te damos, no tienes que pagarnos absolutamente nada, solo con que seas feliz, somos más que pagados, te queremos mucho — dijo el señor Arthur con una gran sonrisa.— Muchas gracias— dijo Harrison demasiado
— Mami, se nos hace tarde, tenemos que darnos prisa— dijo Belén mientras miraba el reloj que estaba en la pared.De inmediato se paró, le dió un beso a la señora Graciela y se detuvo a esperar a Harrison en la puerta.— La ayudaré a lavar cuando regrese, muchas gracias señora Graciela — dijo Harrison mientras se paraba.— Se te olvida algo — dijo la señora Graciela mientras se cruzaba de brazos y alzaba una ceja.Harrison se paró de repente, pensó que se le había olvidado una libreta, así que empezó a revisar todo, mochila, bolsillos, todo.— Señora Graciela, llevo todo, no se que se me olvida — dijo Harrison, mientras estaba confundido, pero la veía con una gran sonrisa y rascándose la cabeza.— Darme un beso ¿Que más? — dijo la señora Graciela muy rápidamente, mientras le regalaba una cálida sonrisa.— Oh, se me había olvidado, perdón— dijo con una pequeña risa, mientras se acercaba a darle un cálido beso y de repente la abrazo — gracias p