¿Qué era lo que acababa de hacer?Mis manos aún tiemblan, pero no sé si es por la rabia o por los nervios, ya que ni en mi más lejana imaginación, me hubiera atrevido a golpear y, mucho menos, hablarle de esa manera a Anthony. Por supuesto que estaba furiosa… ¿Cómo no iba a estarlo?Esos salvajes estuvieron a punto de acabar con la casa al comportarse como dos peleadores callejeros sin considerar que con sus acciones pudieron haber inquietado a la Nana. Era necesario que interviniera, antes de que los resultados fueran nefastos, porque con la actitud demostrada por ese par de irracionales, lo más seguro era que iniciaran la tercera guerra mundial.No había ninguna justificación para su comportamiento y me molesta que me hayan usado como la excusa perfecta para argumentar tal arrebato. No obstante, me tiene intranquila el comentario de Wilson… ¿Será cierto lo que dijo? ¿De verdad quiere casarse conmigo? ¡Por Dios! Esta situación es cada vez más disparatada.Subo las escaleras y me diri
Termino mi comida y abandono mi habitación para encargarme de la Nana. Espero que esta vez pueda comer un poco más de lo que lo hizo la última vez. Se ha negado a hacerlo y ello ha resultado en una pérdida de peso excesiva que me tiene preocupada.Abro la puerta, sonrío al verla despierta.―Buenas tardes, Nana.Su cara está muy demacrada y a cada día que pasa, su salud desmejora.―Buenas tardes, cariño.Apenas puede pronunciar palabra, pero nunca abandona esa extraordinaria sonrisa que lleva dibujada en su rostro desde el día en que la conocí.―Le pedí a Eliza que subiera tu sopa, es hora de que comas un poco.Me acerco a su cama y oprimo el interruptor para elevar su cuerpo y ponerla más cómoda.―No tengo apetito, Priscila, preferiría descansar un poco más.Comenta con desgano.―No, Nana, es primordial que comas, has perdido demasiado peso y esta vez no voy a permitir que rechaces nuevamente la comida.Da unas palmaditas sobre el colchón para indicarme que me siente a su lado.―Siént
Abro los ojos súbitamente y me encuentro en una habitación que no reconozco. ¿Dónde carajos estoy? El dolor de cabeza punza dolorosamente y me produce la sensación de tener una decena de alfileres clavados en mi cerebro. Me siento al borde la cama y sujeto mi cabeza entre las manos para tratar de aliviar la presión.¿Por qué ¿Qué mierda está pasando? ¿Por qué estoy desnudo? ¿Dónde está mi ropa?Tomo la sábana que está enrollada debajo de mi cuerpo y me envuelvo con ella en el mismo instante en que la puerta se abre y una chica morena, vistiendo solo un camisón, entra a la habitación. Ella me sonríe con amabilidad, pero yo no tengo ni put4 idea de quién es, ni de la razón por la que estoy en este sitio.¿Acaso ella y yo? ¡Mierda!―Buenos días, Anthony… ¿Cómo amaneces?¿Cómo carajo sabe mi nombre?Se aproxima a la cama sosteniendo entre sus manos una bandeja con comida. La coloca sobre la mesita de noche y me toma por sorpresa cuando se inclina y deja un beso corto en mis labios.¿Qué d
La chica queda completamente aturdida con la información que acabo de darle.―¿Me estás tomando el pelo?Como si tuviera ánimos para hacerlo.―No, cada palabra que he dicho es cierta.Le indico mientras me termino de poner la ropa.―¿Por qué siempre me topo con los infieles y perdedores?Porque no te tomas el tiempo para conocerlos bien antes de traerlos a tu casa. No se lo digo, lo reservo para mí mismo. Ignoro su pregunta, en cambio, me preocupo por averiguar si me acosté con ella.―¿Qué paso anoche entre nosotros?Esta vez su mirada es de enojo.―Si quieres saberlo, termina de vestirte, recoge tus cosas y sal de mi habitación.Expresa furiosa. Suelta un resoplido, me da la espalda y sale de la habitación, hecha una furia. Joder, ¿por qué las mujeres tienen que ser tan complicadas?Termino de vestirme y abandono la habitación apresuradamente, para buscarla y obtener las respuestas que necesito. Ni siquiera recuerdo cómo la conocí. ¡Maldit4 la hora en que decidí entrar a ese bar!Al
Al entrar a la casa me encuentro con Wilson. Puedo notar en su expresión de enojo que, Priscilla, ya le contó todo lo que sucedió. Hay moretones en su cara como resultado de nuestra pelea de ayer. Imagino que yo también debo llevar algunos cardenales en la mía.―No es necesario que te pregunte para saber que estás molesto ―le digo al dejar las llaves de mi carro en la mesa de la entrada―. Deberías escucharme antes de sacar tus propias conclusiones.Me acerco a él y espero a que me dé su respuesta.―Acompáñame a tu oficina, hay muchas cosas que debo comunicarte, comenzando por el hecho de que la boda se llevará a cabo esta tarde.Esta vez la mención en lugar de incomodarme me satisface por completo. Convertirla en mi mujer era algo que no había concebido ni en mi más remota imaginación, pero ahora que estoy claro que ella es la mujer a la que estuve esperando durante toda mi vida, aún y cuando no lo supiera, estoy más que dispuesto convertirlo en una realidad.Lo sigo y una vez entramo
Había permanecido encerrada en mi habitación desde el momento en que volví de la casa de esa mujer. Verlo allí, saliendo del baño y totalmente desnudo, me ha confirmado todo lo que sucedió entre ellos. Me siento decepcionada, dolida y lastimada como nunca antes lo estuve.Tocan a la puerta y desde el mismo instante en que lo hacen, sé que es él. Puedo sentirlo en lo más profundo de mi alma.―Priscilla, soy yo… Anthony, necesito hablar contigo ―aparto los ojos del espejo de mi tocador y volteo en dirección a la puerta―. Cariño, déjame explicarte, todo se trató de una terrible confusión.Nada de lo que diga logrará hacerme cambiar de parecer. Vuelvo la mirada hacia el espejo y miro a la mujer que se encuentra sentada frente a mí. En sus ojos ya no existe ese brillo especial que hacía ver feliz.»Por favor, nena… déjame entrar.Cierro los ojos y dejo salir las últimas lágrimas que estoy decidida a llorar por él. Largo rato después, entiende que no voy a responderle. Oigo sus pasos al ale
―Nana, esas palabras…Me observa con esos ojos habladores que dicen mucho más de lo que saben.―Esas palabras tienen mucho significado, Priscilla, y pronto entenderás que cuando prometes con el corazón no hay nada en el mundo que te detenga, ni siquiera la muerte ―¿Qué quiere decir con ello? ¿Por qué pronunciar estas palabras justo esta noche?―. Por favor llévame a la habitación y pídele a mi hijo que venga con nosotras.Retiro a Isabella de su regazo y le pido a Eliza que la cambie y la prepare para darle de comer antes de que llegue su hora de dormir. Busco a Anthony. Está hablando con algunos amigos, me acerco y le pido que me acompañe.―Mis disculpas, caballeros ―me aferro al brazo de Anthony con cierta posesividad―, pero necesito llevarme a mi marido conmigo.Todos sonríen y aceptan de buen agrado.―Necesito hablar contigo en privado, cariño.Me dice, una vez que nos alejamos. Recordar lo que sucedió esta mañana con su amante me pone furiosa.―¡No me llames, cariño! ―siseo entre
Mi vida está llena de pérdidas dolorosas y bien comprendo que esta no será la última de ellas. El fin de la existencia de la mujer que lo significó todo para mí, durante estos últimos días, también anunciaba el final de mi estadía en esta casa. Era el momento de cerrar esta historia y dar un paso firme hacia la nueva vida que comienza para Isabella y para mí. Ahora puedo irme sin ningún temor, porque es mi hija legalmente.El día ha oscurecido y la muerte de la Nana se ve acompañada por las lágrimas del cielo. Llueve a cántaros, al igual que lo hacen mis ojos. Una gran tristeza embarga mi vida y un dolor punzante y lacerante azota mi corazón. Estoy destrozada, no puedo aceptar que ella ya no esté en nuestras vidas, que nunca más podré ver su sonrisa y disfrutar de esa dulzura que la caracterizaba.Le pedí a Anthony que me permitiera enterrar a la Nana en la misma tumba en la que descansaban mi marido y mi pequeña hija. Le agradecí el gesto al haber accedido a mi petición. Ahora estamo