Había permanecido encerrada en mi habitación desde el momento en que volví de la casa de esa mujer. Verlo allí, saliendo del baño y totalmente desnudo, me ha confirmado todo lo que sucedió entre ellos. Me siento decepcionada, dolida y lastimada como nunca antes lo estuve.Tocan a la puerta y desde el mismo instante en que lo hacen, sé que es él. Puedo sentirlo en lo más profundo de mi alma.―Priscilla, soy yo… Anthony, necesito hablar contigo ―aparto los ojos del espejo de mi tocador y volteo en dirección a la puerta―. Cariño, déjame explicarte, todo se trató de una terrible confusión.Nada de lo que diga logrará hacerme cambiar de parecer. Vuelvo la mirada hacia el espejo y miro a la mujer que se encuentra sentada frente a mí. En sus ojos ya no existe ese brillo especial que hacía ver feliz.»Por favor, nena… déjame entrar.Cierro los ojos y dejo salir las últimas lágrimas que estoy decidida a llorar por él. Largo rato después, entiende que no voy a responderle. Oigo sus pasos al ale
―Nana, esas palabras…Me observa con esos ojos habladores que dicen mucho más de lo que saben.―Esas palabras tienen mucho significado, Priscilla, y pronto entenderás que cuando prometes con el corazón no hay nada en el mundo que te detenga, ni siquiera la muerte ―¿Qué quiere decir con ello? ¿Por qué pronunciar estas palabras justo esta noche?―. Por favor llévame a la habitación y pídele a mi hijo que venga con nosotras.Retiro a Isabella de su regazo y le pido a Eliza que la cambie y la prepare para darle de comer antes de que llegue su hora de dormir. Busco a Anthony. Está hablando con algunos amigos, me acerco y le pido que me acompañe.―Mis disculpas, caballeros ―me aferro al brazo de Anthony con cierta posesividad―, pero necesito llevarme a mi marido conmigo.Todos sonríen y aceptan de buen agrado.―Necesito hablar contigo en privado, cariño.Me dice, una vez que nos alejamos. Recordar lo que sucedió esta mañana con su amante me pone furiosa.―¡No me llames, cariño! ―siseo entre
Mi vida está llena de pérdidas dolorosas y bien comprendo que esta no será la última de ellas. El fin de la existencia de la mujer que lo significó todo para mí, durante estos últimos días, también anunciaba el final de mi estadía en esta casa. Era el momento de cerrar esta historia y dar un paso firme hacia la nueva vida que comienza para Isabella y para mí. Ahora puedo irme sin ningún temor, porque es mi hija legalmente.El día ha oscurecido y la muerte de la Nana se ve acompañada por las lágrimas del cielo. Llueve a cántaros, al igual que lo hacen mis ojos. Una gran tristeza embarga mi vida y un dolor punzante y lacerante azota mi corazón. Estoy destrozada, no puedo aceptar que ella ya no esté en nuestras vidas, que nunca más podré ver su sonrisa y disfrutar de esa dulzura que la caracterizaba.Le pedí a Anthony que me permitiera enterrar a la Nana en la misma tumba en la que descansaban mi marido y mi pequeña hija. Le agradecí el gesto al haber accedido a mi petición. Ahora estamo
―¡Aparece de una puta vez imbécil! ¿Quieres recuperar a nuestra familia? ¡Entonces da la cara y ayúdame a hacerlo!Grito a todo pulmón para hacer que Paúl vuelva desde donde quiera que esté. Lo intento todo, pero no logro convencerlo de que regrese. Vuelvo a insistir, no obstante, se rehúsa a aparecer. Estoy acabado sin su ayuda. Lo necesito más que nunca y voy a hacer lo que sea para convencerlo de que vuelva.Me lanzo de rodillas sobre el piso y lloro con desconsuelo. Ruego, imploro y me arrastro hasta convencerlo de que estoy arrepentido por todos los errores que cometí, qué lo quiero de vuelta y estoy dispuesto a aceptar cualquier condición que me pida.―Por favor, Paúl ―le suplico entre sollozos―, necesito que me ayudes a recuperar a nuestra familia, eres el único que puede ayudarme a conseguirlo.Lloro como un niño, pero dejo de hacerlo en cuanto siento su presencia.―Nunca me fui, Tony ―expresa en voz alta―, siempre estuve aquí, pero necesitaba que recapacitarás y tú mismo te d
Un mes despuésRecuperarla se había tomado más tiempo de lo esperado. Estaba perdiendo la paciencia, pero Paúl insistía en que las prisas con ella, no darían ningún resultado. Estaba comenzando a perder la paciencia y verla de lejos mientras la vigilábamos a diario, incrementaba mis ansias por tenerla de vuelta.>―¿Por qué simplemente no vamos con ella y se lo contamos todo? ―no quiero continuar con esta mierd4, necesito a mi familia de regreso y ya no tengo ganas de seguir esperando―. Si la confrontamos no tendríamos que andar como unos malditos acosadores, escondidos detrás de los árboles y esperando a que ella salga de la casa para actuar ―inquiero molesto―. Tenemos un mes comportándonos como un par de imbéciles y no hemos logrado nada hasta ahora.<<¡Maldito idiota! ―espeta molesto―. ¿No ha cambiado nada? ¿Eso es lo que piensas? ―esta vez puedo sentir su furia―. Nuestra hija ya reconoce a su padre y tú la has aceptado como tal ―me recu
¡Positivo!Mis manos tiemblan al ver la confirmación de mis sospechas. Una corriente halada recorre todo mi cuerpo y eriza mis vellos por completo. Lo presentí desde el fondo de mi corazón en el mismo instante en que comenzaron los síntomas. ¿Qué voy a hacer ahora?Mi boca tiembla y las lágrimas amenazan con salir. Estoy embarazada y no sí sentirme feliz o aterrada por la noticia. Recordar lo que sucedió con mi primer embarazo me pone muy nerviosa. Respiro profundo y trato de calmarme. Ahora debo pensar en este bebé que llevo en mi vientre. Su bienestar está por encima de mis preocupaciones. Guardo el resultado de la prueba de laboratorio en el bolsillo de mi bata y decido dar por terminada mis labores del día. Con piernas temblorosas y aún aturdida por el descubrimiento, vuelvo a mi consultorio para recoger mis cosas y volver a casa.Estuve con él la misma noche en la que Paula comenzó a sentirse mal, la misma en la que él me dijo que no quería ser padre. Estaba decidida a tomarme un
Recuperarlas se había tomado más tiempo de lo esperado, pero valió la pena cada segundo de espera. No hay nada que se compare a la felicidad que me embarga en este preciso momento. Ellas están de vuelta en mi vida y allí se van a quedar para siempre. Cada cuanto, me volteo a mirarla para asegurarme de que esto no es una visión, sino de un hecho real. Mi corazón se estremece cada vez que nuestras miradas coinciden y la veo reír feliz y contenta.Me detengo frente a la que de ahora en adelante será nuestro hogar. El lugar del que nunca debió irse. Bajo del auto y lo rodeo para ayudarla a bajar.―Dame tu mano, cariño ―le indico después de abrir su puerta―. Deja que te ayude.Luego me encargo de mi hija. Desprendo la sillita del asiento y la saco del auto. Sigue completamente dormida. Con las manos entrelazadas, nos dirigimos hacia la puerta de entrada. Al ingresar, encontramos a Eliza, esperando por nosotros.―Buenas tardes, señores, bienvenidos a casa.Por supuesto, que no se lo esperab
>―Pero no puedo permitirlo Paúl, todo lo que hicimos fue para recuperarla y no puedo perderla de nuevo… moriría si pierdo a mi familia.No es sino hasta que termino de decirlo que me doy cuenta de que lo he soltado en voz alta.―¿Qué acabas de decir? ―pregunta con la voz temblorosa―. ¿Por qué razón mencionaste el nombre de Paúl?>―Puedes dejar de presionarme y ver como resuelvo esta situación.―¿Resolver? ―esta vez decide elevar su voz tan alta como puede―. Bastantes veces lo jodiste y, ¿piensas que te dejaré que lo vuelvas a hacer una vez más?―Es mi esposa, Paúl ―le digo, enfadado―, que no se te olvide y soy yo quien decidirá la mejor forma de solucionarlo.―También es mi esposa… y mientras esté contigo nunca dejará de serlo.―¡Detente! ―el grito de Priscilla nos hace tomar consciencia de lo que estamos h