―¡Aparece de una puta vez imbécil! ¿Quieres recuperar a nuestra familia? ¡Entonces da la cara y ayúdame a hacerlo!Grito a todo pulmón para hacer que Paúl vuelva desde donde quiera que esté. Lo intento todo, pero no logro convencerlo de que regrese. Vuelvo a insistir, no obstante, se rehúsa a aparecer. Estoy acabado sin su ayuda. Lo necesito más que nunca y voy a hacer lo que sea para convencerlo de que vuelva.Me lanzo de rodillas sobre el piso y lloro con desconsuelo. Ruego, imploro y me arrastro hasta convencerlo de que estoy arrepentido por todos los errores que cometí, qué lo quiero de vuelta y estoy dispuesto a aceptar cualquier condición que me pida.―Por favor, Paúl ―le suplico entre sollozos―, necesito que me ayudes a recuperar a nuestra familia, eres el único que puede ayudarme a conseguirlo.Lloro como un niño, pero dejo de hacerlo en cuanto siento su presencia.―Nunca me fui, Tony ―expresa en voz alta―, siempre estuve aquí, pero necesitaba que recapacitarás y tú mismo te d
Un mes despuésRecuperarla se había tomado más tiempo de lo esperado. Estaba perdiendo la paciencia, pero Paúl insistía en que las prisas con ella, no darían ningún resultado. Estaba comenzando a perder la paciencia y verla de lejos mientras la vigilábamos a diario, incrementaba mis ansias por tenerla de vuelta.>―¿Por qué simplemente no vamos con ella y se lo contamos todo? ―no quiero continuar con esta mierd4, necesito a mi familia de regreso y ya no tengo ganas de seguir esperando―. Si la confrontamos no tendríamos que andar como unos malditos acosadores, escondidos detrás de los árboles y esperando a que ella salga de la casa para actuar ―inquiero molesto―. Tenemos un mes comportándonos como un par de imbéciles y no hemos logrado nada hasta ahora.<<¡Maldito idiota! ―espeta molesto―. ¿No ha cambiado nada? ¿Eso es lo que piensas? ―esta vez puedo sentir su furia―. Nuestra hija ya reconoce a su padre y tú la has aceptado como tal ―me recu
¡Positivo!Mis manos tiemblan al ver la confirmación de mis sospechas. Una corriente halada recorre todo mi cuerpo y eriza mis vellos por completo. Lo presentí desde el fondo de mi corazón en el mismo instante en que comenzaron los síntomas. ¿Qué voy a hacer ahora?Mi boca tiembla y las lágrimas amenazan con salir. Estoy embarazada y no sí sentirme feliz o aterrada por la noticia. Recordar lo que sucedió con mi primer embarazo me pone muy nerviosa. Respiro profundo y trato de calmarme. Ahora debo pensar en este bebé que llevo en mi vientre. Su bienestar está por encima de mis preocupaciones. Guardo el resultado de la prueba de laboratorio en el bolsillo de mi bata y decido dar por terminada mis labores del día. Con piernas temblorosas y aún aturdida por el descubrimiento, vuelvo a mi consultorio para recoger mis cosas y volver a casa.Estuve con él la misma noche en la que Paula comenzó a sentirse mal, la misma en la que él me dijo que no quería ser padre. Estaba decidida a tomarme un
Recuperarlas se había tomado más tiempo de lo esperado, pero valió la pena cada segundo de espera. No hay nada que se compare a la felicidad que me embarga en este preciso momento. Ellas están de vuelta en mi vida y allí se van a quedar para siempre. Cada cuanto, me volteo a mirarla para asegurarme de que esto no es una visión, sino de un hecho real. Mi corazón se estremece cada vez que nuestras miradas coinciden y la veo reír feliz y contenta.Me detengo frente a la que de ahora en adelante será nuestro hogar. El lugar del que nunca debió irse. Bajo del auto y lo rodeo para ayudarla a bajar.―Dame tu mano, cariño ―le indico después de abrir su puerta―. Deja que te ayude.Luego me encargo de mi hija. Desprendo la sillita del asiento y la saco del auto. Sigue completamente dormida. Con las manos entrelazadas, nos dirigimos hacia la puerta de entrada. Al ingresar, encontramos a Eliza, esperando por nosotros.―Buenas tardes, señores, bienvenidos a casa.Por supuesto, que no se lo esperab
>―Pero no puedo permitirlo Paúl, todo lo que hicimos fue para recuperarla y no puedo perderla de nuevo… moriría si pierdo a mi familia.No es sino hasta que termino de decirlo que me doy cuenta de que lo he soltado en voz alta.―¿Qué acabas de decir? ―pregunta con la voz temblorosa―. ¿Por qué razón mencionaste el nombre de Paúl?>―Puedes dejar de presionarme y ver como resuelvo esta situación.―¿Resolver? ―esta vez decide elevar su voz tan alta como puede―. Bastantes veces lo jodiste y, ¿piensas que te dejaré que lo vuelvas a hacer una vez más?―Es mi esposa, Paúl ―le digo, enfadado―, que no se te olvide y soy yo quien decidirá la mejor forma de solucionarlo.―También es mi esposa… y mientras esté contigo nunca dejará de serlo.―¡Detente! ―el grito de Priscilla nos hace tomar consciencia de lo que estamos h
Dos años despuésNuestra vida es perfecta. Tengo la familia más hermosa de todas. ¿Qué más puedo desear? Amo a mis hijos y a mis esposos más que a mí misma. Ellos fueron fiel a su promesa, se han empeñado en hacernos felices y lo han conseguido con creces.Con respecto a mis padres, la tensión aún permanece en nuestra relación, no obstante, estuve de acuerdo al permitirles que conocieran y compartieran con sus nietos. Debo aclarar que esto fue posible gracias a que, Paúl y Anthony, me convencieron de hacerlo, por el bien de nuestros hijos. Comprendí que ellos tenían derecho a conocer a sus abuelos, no obstante, podrán verlos bajo la supervisión de alguno de nosotros.―Mami, Paúl, no quiere dejarme en paz.Habíamos decidido darle a nuestro hijo el nombre de mi primer esposo. Él estuvo en desacuerdo, pero consideré que era justo que, de alguna manera, su nombre se escuchara en todos los rincones de esta casa. No era fácil vivir oculto detrás de la vida de otro hombre y que el único nomb
―Ella es mi madre, su nombre es Ana Luisa, pero no puede hablar ―nos comenta con gesto triste y angustiado―. Hace poco más de dos años tuvo un accidente que la mantuvo postrada en una cama por mucho tiempo ―su historia me conmueve. Miro a los ojos de la mujer y algo en su mirada me dice que ella es la persona indicada para que se encargue de mis hijos. Me transmite confianza―. Los traumas sufridos en el accidente la mantuvieron al borde de la muerte, pero gracias a Dios pudo recuperarse luego de un proceso muy lento y difícil. Fueron momentos angustiantes para nosotras ―su voz poco a poco va perdiendo fuerza―. La tarde en que despertó, los doctores descubrieron que no podía hablar y no recordaba nada de su pasado. Se pasaba los días mirándonos como si fuéramos personas extrañas ―gira su cara y mira a la mujer que la acompaña―. En ocasiones llegué a pensar que era otra persona y no mi madre. Suena ilógico, lo sé ―indica apenada―. Mamá y yo, siempre fuimos muy unidas y, aceptar que nues
Paúl, toma mi mano y la lleva a su boca para besarla. Estamos emocionados y muy felices, porque nuestra hija está a punto de nacer. Las contracciones se presentaron repentinamente, anunciando que la hora del nacimiento de nuestra pequeña y amada princesa, está cerca.―Te amo, cielo, me has hecho el hombre más feliz de este planeta.Susurra sobre el dorso de mi mano. Mi garganta se cierra por la emoción, así que asiento en respuesta mientras realizo mis ejercicios de respiración.―Yo también te amo, cariño ―respondo unos segundos después, porque no puedo quedarme con lo que necesito decirle en este día tan importante―. No me arrepiento de haber tomado la decisión de quedarme contigo. Volvería a hacerlo las veces que sean necesarias. Esto es lo que quiero. Soy tuya para siempre.Sonríe en respuesta. Baja nuestras manos, pero las mantiene entrelazadas.―¿Crees que tu familia algún día me acepte?Mi familia nunca lo aceptará. Mi marido le arrebató de las manos la única garantía que tenían