“Ella es la mujer que amo”
Juanne y Missie acompañados de Helen y el niño llegaron al rancho. Era una emoción, ya casi olvidada para mamá Tulia, Eva y los demás trabajadores del rancho, la presencia de un chiquillo revoloteando por la casa grande y todo el rancho.
Missie seguía con sus tareas diarias. Se fue muy temprano a continuar con el laboratorio dentro de la misma alcaldía de la región.
Juanne andaba con su hermano de la mano enseñándole todos los alrededores de la casa y del rancho.
–¡Joan! ¡Joan! –gritaba Lorain detrás del chiquillo que correteaba.
Missie llegó temprano de su laboratorio en construcción y se encontró con aquél remolino en la entrada de la casa. Lo atajó y lo levantó en sus brazos.
–¡Hermana, hermana! ¡Ya llegó mi novia! –gritaba agitado mientras Missie lo volvía a colocar en el piso.
Todos los trabajadores que estaban cerca rieron junto a Lorain y Missie.
Juanne venía del hosp
“La cadena de Helen”–Mamá, ¿por qué lloras? –le preguntó el niño.Helen pasó su mano con fuerza por su rostro y limpió con furia sus mejillas–Ya no lloraré más, la que debe llorar ahora es otra –y sonrió aireada. Se metió la mano por el brasier y luego se tanteó todo el cuerpo buscando algo, luego reviso por donde estaba parada con Juanne y el niño y le dio la vuelta al pozo, pero no encontraba lo perdido.Recorrió todo el camino andado, pero nada veía, buscó dentro del anexo y tampoco, entonces recordó que estuvo en el rancho. Se fue directo a la cocina y simuló estar tomando el paquete de galletas nuevamente.Mamá Tulia sin siquiera voltear a mirarla le dijo:–Señorita, ya va estar lista la cena. No le dé tantas galletas al niño, para que cene bien. Le hice panecillos rellenos, a los niños les gusta más así –le dijo la anciana sabiendo que ella no iba a encontrar lo que estaba buscando.–¡Ah! Gracias mamá Tulia –y
“Missie embarazada”–¡Eres una ladrona! –Helen no había terminado de decir la palabra cuando la mano de Missie resonó de llenó en su mejilla.Cayó sentada al suelo. Juanne corrió a levantarla.Helen cargó al niño en brazos y corrió al anexo.–Missie, ¿por qué has hecho eso? –le reclamó Juanne.–¿Missie por qué has hecho eso? ¿Es eso lo que se te ocurre decirme? –Juanne retrocedió al oír el leve chasquido de la lengua de Missie –¿No esperabas que le sonriera a la zorra que me acaba de decir ladrona?–No quise decir eso –le dijo Juanne al tiempo que seguía reculando mirando los ojos color café que parecían lanzar mísiles rojos –tranquilízate mi amor, eso te hace daño.Missie
“Mamá Tulia”Missie se levantó temprano después de una noche bastante fría. Juanne estaba dormido a su lado aún vestido. Su cuerpo de lado la abrazaba. Salió de su abrazo y se metió en el baño. Al salir Juanne la miraba preocupado.–¿Estás bien? –le preguntó.–Sí, respondió y se sentó en sus piernas –gracias por quedarte a cuidarnos y sobo su barriga desnuda.Juanne la apretó por la cintura.–¡Perdóname Missie, por favor perdóname!–No te preocupes Juanne. Estoy más susceptible que nunca y creo que es por el embarazo. Perdóname tú a mí. Soy una tonta. No debí…Juanne le tomó la cara y la envolvió en sus brazos tumbándola en la cama, se besaron con mucho amor y
“Sólo Nieve es mio”Missie estaba muy preocupada por mamá Tulia. El doctor le puso un sedante.–Ya está bajando la presión. Es producto de su alteración –el médico puso una mano sobre la de la anciana –. Mamá Tulia todos estamos muy preocupados por usted. En especial su muchacho. Póngase bien que la necesitamos mucho. ¡¿Qué será de la cocina si no está usted allá?! ¡Sus manos y cuidados los necesitamos todos!La anciana tenía los ojos aguados.–Señorita Missie, vaya a descansar que usted ha tenido un día muy ajetreado y usted tampoco está bien –le dijo la anciana, regañándola.–¿Todavía estas de ánimo para regañarme mamá Tulia? Además estoy molesta contigo, me quitaste el gusto de darle su pu
“Por favor, no me dejes solo”Juanne se dirigía a Missie y ella lo detuvo en seco.–¡Por favor, no te me acerques! –su ira aguó sus ojos. Dio media vuelta y se fue.Los trabajadores presentes bajaron la vista por respeto a Juanne. Nick, el chofer, se acercó y palmeó la espalda del muchacho.–Patrón, eso no dura mucho tiempo, son sólo 9 meses y después todo se olvida –le dijo Nick.–A trabajar todos –dijo Juanne, dirigiéndose al hospitalito.No se apareció por el rancho hasta ya entrada la noche. No quería entrar a discutir con Missie, pero al llegar lo esperaba una desagradable sorpresa.Subió al cuarto y Missie no estaba allí, bajó de inmediato a la cocina.–Mamá Tulia, ¿dónde anda metida Missie? –preguntó.Las dos mujeres se volvieron a verlo con extrañeza.–¿Cómo que dónde está Missie? ¿Acaso usted no sabía que ella se iba para Toronto?Juanne se levantó y apretó los ojos
“¡¿Juanne?!”Missie estaba inquieta y nerviosa, eso le estaba afectando el embarazo. Juanne se sentía culpable, por haber llevado a Helen al rancho. Si bien es cierto que Missie estuvo de acuerdo, era evidente que ella no la conocía, pero él sí y la gente en el rancho también.Ella estuvo en el rancho durante su tiempo de embarazo y manipuló a su antojo a Juanne, hasta que éste se dio cuenta de que sus pretensiones eran llegar a él y aferrarse, con la excusa del niño en su vientre, haciéndolo ver como que él fuese el padre del niño. Juanne tenía muy claro quién era ella, él se sentía culpable por eso.Estaba apenas amaneciendo en la ciudad de Toronto cuando Juanne llegó al nuevo departamento de Lois Vincents. Para su sorpresa Missie se había ido junto con su madre al viejo departamento qu
“¡Son mellizos!”Missie se asustó mucho al ver que un hombre caía de cabeza en el piso del consultorio, al darse cuenta que era Juanne le dio un ataque de risa, luego le tendió la mano y cuando Juanne se levantó le abrazó y comenzó a limpiarle la con sus manos y seguía riendo mucho.–¿Querías llamar la atención de nosotros? Déjame decirte que lo lograste –le dijo –. Pensé que era un ladrón, un loco, o un secuestrador. ..–Sólo quería saber cómo estabas –le dijo Juanne con su rostro enseriado, pálido y preocupado.El doctor tomó a la enfermera por el brazo y dio un imperceptible “permiso” y los dejaron a solas.–Missie perdóname por estar aquí e interrumpir de esta forma, estoy muy preocupado por ti, por nuestro bebe &nda
“Orgullosas”Missie se quedó en Toronto, pero Juanne viajaba cada vez que podía. Lois Vincentes estaba en proceso de expandir sus empresas con sede en el mismo Toronto. La ayuda que le brindó Juanne le dio el empuje que necesitaba y ahora estaba en su mejor momento. El haberse unido a Naty le estaba ayudando a superar su adicción al alcohol y ahora era un hombre renovado con nuevos sueños y viviendo un amor verdadero y únicamente para él.Ese día Missie no se fue directo al laboratorio de la fundación sino que pasó por la oficina de su padre. Tenía una idea en mente.–Buenos días –saludó al entrar y como de costumbre se acercó a su padre quien ya estaba de pie esperándola con los brazos abiertos. Le dio un apretado beso en la frente y le dijo:–Te ves radiante, hija. Ese rostro tan rozagante da envidia. S&iac