CAPÍTULO 50

—Mis hijos…—declaró Caleb.

Mi corazón dolía por el peso de las palabras no dichas y el capítulo final de una historia que nunca fue verdaderamente nuestra.

—¿Disculpa? —La voz de Aurora atravesó el silencio, sus ojos azul hielo se entrecerraron mientras se volvía hacia Caleb. —¿Que acabas de decir?

—Los trillizos de Freya son mis hijos. —repitió Caleb, su tono firme, cada palabra aterrizando como un golpe.

Los murmullos estallaron alrededor de la mesa, los susurros se arremolinaban como una tormenta. El aire se volvió espeso por la tensión, cada par de ojos moviéndose entre Caleb, yo y nuestros hijos. Mi pulso se aceleró, una mezcla de shock e ira me recorrió. ¿Como se atreve? De decirlo en estos momentos.

—Caleb —exigió Aurora, levantándose de su silla, su elegante cuerpo temblando con furia mal disimulada. —¿Es esto algún tipo de broma?

—No es una broma, Aurora —dijo Caleb, sus ojos grises fijos en los de ella y luego moviéndose para encontrarse con los míos—. Es la verdad.

—¿Por
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