***CALEB***Me apoyé en mi silla, a lado de mis padres, observaba a todos los invitados, un observador silencioso del jolgorio de la celebración. Mis ojos, agudos como los de cualquier depredador, la encontraron en medio de la multitud: una belleza de cabello llameante que se reía con un hombre que se atrevía a hacerla sonreír. Freya Grayson, cuya resistencia coincidía con el espíritu indómito del bosque mismo, estaba allí con Liam Silverman, el alfa de una manada menor pero no menos hombre por ello.Un gruñido, bajo y primitivo, se agitó en mi pecho, un sonido que reprimí antes de que pudiera delatar mi enojo. Fui yo quien la había dejado a un lado, una decisión que ahora se retorcía en mis entrañas como un cuchillo. Había pensado que su dolor sería mi reivindicación, pero ver su felicidad fue un tormento mayor de lo que jamás podrían haber sido sus lágrimas.Aparté la mirada, con el sabor amargo del arrepentimiento en la lengua, y escudriñé los rostros de nuestros invitados. La ris
La repentina aparición de Liam Silverman, en la boda de mi hermana con esa sonrisa fácil y esos ojos oceánicos, me sacó de mi ensueño. Siempre había sido un faro de estabilidad en el mar tumultuoso de mi vida, y su presencia ahora era como el calor del sol del amanecer después de una noche plagada de sombras. A pesar de la emoción persistente de mi encuentro clandestino con Caleb, ver a Liam me recordó que había partes de mi mundo que eran inquebrantables y confiables. Ese beso solo me causó conflictos, Lo observé mientras navegaba entre la multitud de cuerpos, cada paso parecía mesurado y firme, muy parecido a la forma en que guiaba a nuestra manada: tranquilo y decidido. Por un momento, me permití disfrutar del consuelo que me brindaba su mera presencia, haciendo a un lado las emociones caóticas que amenazaban con aflorar.Abrazar a Liam era como regresar a un refugio seguro. Su abrazo fuerte y reconfortante me hizo sentir que todo estaría bien, al menos por un momento. —Estoy tan
***FREYA***Al atravesar la puerta, se me cortó el aliento. Ver a papá, yaciendo frágil y pálido contra las sábanas blancas de su lecho de muerte, fue una flecha que atravesó mi corazón. Caí de rodillas a su lado, agarrando su mano desgastada con las mías, la aspereza de su piel era un testimonio de las batallas libradas y ganadas.—Por favor, papá —susurré, mi voz quebrándose por el peso de las lágrimas no derramadas—. No me dejes.Sus ojos, que alguna vez fueron el oro vibrante de nuestro linaje alfa, ahora apagados por el dolor, se encontraron con los míos con una intensidad que contradecía su estado debilitado. Apretó mi mano, una sombra de su antigua fuerza persistió en su agarre.—Freya —respiró, su voz tan frágil como las hojas de otoño que bailaban fuera de la ventana—. Mi niña valiente, el amor es lo que nos hace fuertes. Sé el lobo que siempre has sido: feroz, leal y valiente —Su mirada se suavizó, el orgullo parpadeando como una vela que lucha por permanecer encendida—Estoy
El aire del bosque, cargado con el olor a pino y tierra húmeda, se aferró a mis sentidos mientras me dirigía a casa. Un dolor hueco se instaló en mi pecho, cada latido de mi corazón era un eco doloroso de la realidad que no estaba lista para enfrentar: papá se había ido. Mis pies se movieron por sí solos, llevándome hacia lo inevitable.Antes de llegar a casa vislumbré a Amber quien provenía de la dirección del castillo. Hizo una pausa, sintiendo mi presencia, sus ojos color avellana se fijaron en los míos. La noticia ya había grabado líneas de dolor en sus amables rasgos.—Pasa. —murmuré, señalando el camino que conducía a la casa del ala este, en donde habíamos recibido las últimas semanas. Ella entendió y me dio una pequeña y triste sonrisa antes de continuar sin decir una palabra. La vi irse, con el corazón cargado de lágrimas no derramadas.Lo seguí después de unos momentos, mis pasos eran lentos y deliberados. Apareció la imagen familiar y allí, esperando, estaban mis tres hijos
Desde mi posición, observé cómo Freya y sus trillizos se mantenían juntos mientras descendían el ataúd de Finn bajo la tierra. El dolor en el aire era palpable, y aunque intentaba mantenerme fuerte, no podía evitar sentir el peso de la pérdida. Finn había sido más que un Alfa; había sido una figura paterna para mí, alguien que siempre había estado allí con sabiduría y consejo.Freya, con sus hijos abrazados a su alrededor, parecía frágil pero determinada. La escena era desgarradora y, a la vez, inspiradora. Verla así, tan vulnerable y fuerte al mismo tiempo, hizo que algo se agitara dentro de mí. No podía apartar la mirada de ella ni de los niños, y una idea persistente seguía rondando mi mente.Después de la ceremonia, mientras los miembros de la manada se dispersaban lentamente, la familia real comenzó a prepararse para la ceremonia de Aidan. Mi hermano asumiría el liderazgo de Arroyo Nocturno, y había mucho que organizar y coordinar. Sin embargo, mis pensamientos seguían volviendo
Decir adiós a Liam siempre era doloroso, pero esta vez se sentía aún más difícil. Su partida significaba un vacío inmediato en mi vida, sobre todo después de la pérdida de mi padre. Nos encontrábamos en el borde del bosque, donde el sol empezaba a esconderse tras los árboles, bañando todo en una luz dorada.—Liam, por favor, ten cuidado —le dije, tratando de mantener mi voz firme.Él me sonrió, esa sonrisa cálida que siempre lograba calmar mi corazón. —Siempre lo hago, Freya. Te espero pronto en la manada. Lo abracé con fuerza, sintiendo el latido constante de su corazón contra mi pecho. —Pronto regresaré a casa, y cumpliré la promesa que te hice. —le prometí, recordándole nuestro pacto de casarnos.Liam me besó suavemente, sus labios llenos de promesas y amor. —Seré el hombre más feliz del mundo cuando eso suceda —dijo, su voz cargada de emoción—. Cuida de ti misma y de los niños.Lo vi partir, su figura desvaneciéndose entre los árboles. Me quedé un momento más, permitiéndome sent
**CALEB**El aire fresco del bosque llenó mis pulmones, cada respiración era un acompañamiento rítmico de los latidos de mi corazón. Mis músculos se flexionaron y relajaron mientras avanzaba en la antigua danza del entrenamiento de combate, una rutina que me mantenía alerta, lista para cualquier amenaza.Le di un puñetazo a un enemigo invisible, mis puños cortaron la luz del sol moteada que jugaba sobre el suelo cubierto de musgo. La imagen de Freya, con su pelo rojo intenso y sus penetrantes ojos verdes, surgió en mi mente de forma espontánea. Su resiliencia, su feroz independencia, era inquietante. Y sus hijos... sin saberlo, se habían grabado en los rincones de mis pensamientos, provocando una protección que no había sentido en años.A mitad de la patada, una sensación de cosquilleo subió por mi columna, una alarma silenciosa que sólo un hombre lobo como yo sentiría. Alguien me estaba mirando. Dejé mis movimientos, un gruñido bajo resonó desde lo más profundo de mi interior mientra
El agua goteaba de nuestro cabello y ropa mientras caminábamos de regreso a través de los densos bosques, el olor a pino y tierra mojada se mezclaba con el nuestro. Mis trillizos trotaban a mi lado, con sus rostros jóvenes sonrojados por el baño de la tarde en el lago escondido, un lugar que se había convertido en nuestro santuario en medio del caos de la vida de la manada.—Mamá, ¿podemos volver a hacer eso mañana? —La voz de Aaron, vivaz y esperanzada, atravesó el aire cada vez más espeso.—Tal vez, amor —respondí, apretando su mano suavemente—. Pero vayamos a casa y sequémonos primero. A medida que nos acercábamos a la mansión, la imponente estructura que mi padre una vez había gobernado con compasión y fuerza, sentí la familiar sensación de inquietud en mi estómago. La puerta se alzaba delante, y frente a ella, como un centinela, estaba Sophia, con una postura rígida y una mirada lo suficientemente aguda como para hacerle sangrar.—Freya —gritó, su voz mezclada con un tono que me