Capítulo 3 de 5
Natalia deslizó su mano suavemente, liberándose finalmente del agarre de Fabián.Los ojos del hombre no dejaban de observarla en ningún momento y de repente se comenzó a sentir muy acalorada por su abrasadora presencia.Esto no era normal.Se suponía que estaba disgustada con este hombre, pero tenía una capacidad increíble para hacer que olvidara su molestia y se concentrara en cosas mucho más ardientes.Como el hecho de recordar que hacía unos pocos días lo había tenido lamiendo entre sus piernas.Natalia negó, ofuscada, ante sus descarriados pensamientos.No debería estar pensando en nada de eso.Pero lo estaba.Y le aterraba saberlo.Sin embargo, Fabián no parecía tener la capacidad de leer su mente, así que podía salir bien librada de todo esto.Afortunadamente.Los niños rápidamente acapararon la atención del hombre, ocasionando que desviara la mirada y facilitándole un poco de sosiego.Parecían tan necesitados de afecto paternal, que sintió una repentina punzada de dolor que apag
Los ojos de Natalia se humedecieron al instante. Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla y luego otra y otra. La había elegido. Fabián la había elegido por encima de Ana Paula. Su corazón no dejaba de latir acelerado en su pecho. Era como una locomotora desbocada que acababa de perder el freno. Oh, incluso sentía que podía ponerse a dar saltitos de emoción como si fuera una niña chiquita. Porque estas lágrimas que salían de sus ojos no eran de dolor como las muchas otras que había derramado a lo largo de toda su vida. No. Estas eran lágrimas de felicidad. De una felicidad genuina. —Por favor no llores, Natalia —le suplicó el hombre y su voz le pareció la más hermosa de todas. Recién acababa de darse cuenta de lo guapo y bello que era este hombre. Y era suyo. Se lo acababa de confesar. Natalia sintió que no podía más con tanta dicha. Así que negó súbitamente. —No lloro —se dio cuenta de que más lágrimas salían de sus ojos y luego se corrigió de form
—¡Mami! ¡Mami!Un murmullo de voces se escuchó, seguido por una voz femenina que los reprendía a la distancia.—¡Niños, no! ¡Esperen!Pero ya era tarde.Los trillizos acababan de abrir la puerta de la recámara como una avalancha.Natalia se horrorizó al tiempo en que se subía la sábana hasta la barbilla, impidiendo así que sus hijos descubrieran su desnudez. Fabián se removió a su lado aun sin ser muy consciente de lo que ocurría, lo único cierto era que había ropa desperdigada por todo el piso.Susi tragó saliva cuando vio todo aquello y se apresuró a sacar a los niños antes de que se acercaran hasta la cama. —¡Ya voy, niños! ¡Denme un momento! —dijo Natalia con el corazón acelerado.¡Los habían atrapado!Aunque muy seguramente sus hijos no sabrían interpretar las señales de lo que habían visto. Eran demasiado inocentes como para saber lo que había sucedido, pero Susi no, ella sí que se había dado cuenta de lo que habían interrumpido. Las mejillas de Natalia enrojecieron en el act
Su aspecto en el espejo era justo lo que estaba buscando: elegancia y profesionalismo. En ese día se inscribiría a la universidad, así que esperaba haber elegido la vestimenta correcta. Lo cual parecía ser el caso, ya que le gustaba mucho su aspecto.Había escogido una blusa blanca de seda con corte clásico y encaje en el puño y cuello. Sobre la misma llevaba un blazer negro, con solapas finas y un único botón que cerraba en la cintura, dándole un aire serio. Acompañado a esto, llevaba una falda, la cual también era negra, le llegaba justo por encima de las rodillas. Había combinado todo el conjunto con medias transparentes y zapatos de tacón color nude. Natalia no pudo evitar sonreír satisfecha, mientras tomaba el cepillo en su poder y procedía a hacerse uno de esos moños recogidos que dejan mechones sueltos para enmarcar el rostro. Acababa de ver un videotutorial al respecto, así que sentía que le tomaría únicamente un par de minutos conseguirlo. Lamentablemente, esto había res
—Quiero que todo esté impecable para la cena —decía Orena, observando atentamente a los encargados de la preparación de la mesa. «Nada podía salir mal», pensó la mujer, bastante entusiasmada con la idea de este compromiso. Ya podía imaginar su nombre en el periódico cuando, en un futuro, fuera nombrada como la madre de la futura primera dama del país. Sin duda, Ezra tenía un futuro prometedor en la política. Y estaba segura de que rebasaría al de su predecesor. Y este hombre se casaría con su hija. ¡Eso era magnífico! —¡Vamos, Diana, arréglate ya! Entró en la habitación de su hija. Diana estaba tumbada en la cama con cara de enfermedad, mientras el hermoso vestido color lila que había elegido para ella, se hallaba desparramado en una silla a su lado. —Dame un momento, mamá. Es demasiado temprano aún —se quejó con un cansancio que no entendía, porque no había hecho más que estar acostada todo el día. —No es temprano. Falta menos de dos horas para la cena. Así que apresúrate —
El caos se desató cuando los dos hombres comenzaron a atacarse mutuamente. Aunque existía una clara desventaja en este brutal enfrentamiento. Ezra era alto y bien formado, pero no se comparaba con Horacio, quien era mucho más grande y corpulento. Diana los observó con horror, mientras gritaba, clamando por ayuda. Pero… No solo observó la pelea y la posibilidad del despido de su querido y preciado amante, sino que también vio la diferencia entre los dos hombres que combatían. Ezra era de piel blanca y ojos claros. Mientras que Horacio era moreno y de unos ojos tan castaños que la mayoría del tiempo parecían negros. Esto era algo que no había contemplado en su brillante plan de engatusarle el hijo de otro hombre a su futuro marido. Si por cosas del destino el niño se llegara a parecer a su verdadero padre, entonces estaría acabada. Ese sería el final de su teatro. —¿Qué está pasando aquí? Fabián apareció separando la pelea y entonces a duras penas pudo prestar at
Fabián recibió el mensaje y frunció el ceño. Aquel escrito no era algo propio de la dulce y siempre medida Ana Paula Colmenares. Algo iba mal. No necesitaba ser muy inteligente para saberlo. Se alejó de su computador y entonces contempló sus opciones. Las cosas con Natalia iban lo bastante bien como para pensar siquiera en echarlo a perder. Así que se decidió en responder: “No puedo. Pero llamaré a tus padres para que te acompañen en este momento” Esperaba que eso la tranquilizara de alguna manera, pero el texto que le llegó a los segundos siguientes fue mucho más alarmante que el primero. “Quedará en tu consciencia entonces” Se quedó mirando aquellas cinco palabras por demasiado tiempo hasta que comprendió lo que estaba insinuando en dicha frase. Pensaba atentar contra su vida, pero no entendía la razón detrás de todo esto. Ana Paula no era una persona mentalmente inestable. Algo debió de suceder para que se expresara de semejante forma. De repe
El sonido de la sirena llenaba las calles a medida que la ambulancia zigzagueaba a toda velocidad. Fabián apretaba fuertemente las manos de Ana Paula, sintiendo un temor profundo de que su vida terminará sin que lograrán llegar a la clínica. Necesitaba atención médica cuánto antes y aunque los paramédicos habían detenido la hemorragia, la cantidad de sangre que había perdido era alarmante.—Por favor, resiste un poco más —le suplicaba. Los ojos de la mujer estaban cerrados, así que evidentemente no podía atender ni escuchar ninguna de sus peticiones, pero aun así no podía dejar de decirlas en voz alta. La ambulancia frenó en la entrada del hospital y el personal médico se acercó para llevarse a Ana Paula. —Estará bien, señor. Debe esperar aquí —le decían deteniendo su avance. Fabián se alborotó el cabello con desesperación, mientras esperaba por información sobre el estado de su amiga. Rápidamente, marcó al número de los padres de Ana Paula y les informó sobre la delicada situa