Recuerden dejar sus comentarios. Los que leyeron la primera parte, por fis, dejen una buena reseña para que otras personas también se animen a leer. No les tomara mucho tiempo hacerlo.
—¿De qué estás hablando, jovencita? Fue la voz de su madre la que se alzó en medio de la cena. Jade sintió que su determinación flaqueaba al ver la mirada cargada de reprimenda por parte de su progenitora, pero esto debía ser así, tenía que seguir adelante con el engaño. —Me enamoré, mamá. Eso es todo… —bajó la mirada sin poder sostenerla con la de su madre un segundo más. Sentía que, si la veía fijamente por más tiempo, entonces descubriría que estaba mintiendo y eso no lo podía permitir. —¿Enamorarte? ¿De cuándo acá? Sus dudas eran completamente razonables. No era nada lógico que de repente diera una noticia tan impactante sin abonar el terreno antes. Sus padres y ningún miembro de su familia la imaginaban casada con Adriel y con justa razón, puesto que prácticamente habían crecido juntos. —¿Y dónde se supone que está ese prometido tuyo? Sorprendentemente, su padre no parecía nada afectado con la noticia. Era como si de cierta forma supiera que una cosa así sucedería tarde o
“He decidido aceptar tu propuesta”, escribió aquel mensaje que marcaría un antes y un después en su existencia. Jade suspiró y esperó a que Adriel le contestara, pero, contrario a lo que anticipaba, su amigo no se pronunció al respecto. Al día siguiente se la pasó observando su teléfono con demasiada insistencia, como si de esa manera pudiera hacer que apareciera un mensaje nuevo. ¿Acaso significaba esto que ya no iba a ayudarla? ¿Se estaba retractando de casarse? No pudo evitar sentirse preocupada al respecto. Su padre había sido claro al decirle que quería ver a Adriel esa tarde y además necesitaba de un anillo de compromiso para que toda esta farsa fuera mucho más creíble. —¿Qué pasa, Jade? Estás muy callada —le preguntó su amigo Jeremy al notarla completamente sumergida en su mente. —Mmm no, no es nada. Recién se daba cuenta de que había estado demasiado silenciosa. El resto de sus compañeros no dejaban de observarla con sospecha. No era típico de ella estar tan callada
Y entonces, de un momento a otro, se encontraban sentados delante de sus padres. Jade trató de mantenerse erguida y tranquila a pesar de la tensión que se percibía. No quería evidenciar la incomodidad de la que había sido víctima, instantes antes. Había hecho caso a Adriel, así que se había cambiado su vestido negro por uno más largo y holgado. Para ese momento se estaba cuestionando el hecho de asistir a la fiesta o no. ¿Sería prudente hacerlo? Acababa de descubrir una nueva faceta de su prometido y no sabía si debía preocuparse y tener más cuidado. —¿Y entonces a qué motivo debemos atribuirle esta unión? —la pregunta de su padre resonó en el estudio, ocasionando que se tensara ligeramente. La vista de Fabián Arison estaba fija en Adriel, como si lo retara con la mirada a revelar sus verdaderas intenciones, unas intenciones que parecían bien ocultas bajo capas y capas de indiferencia. —El motivo es muy simple. Nos amamos —contestó el muchacho a su lado como si nada.
Jade necesitaba un poco de alcohol luego de haber dicho tantas mentiras juntas. —Gracias por tu ayuda —le dijo a Adriel, mientras intentaba alejarse para tomar caminos distintos. La farsa había terminado, así que ahora se suponía que su buen amigo se iría a su casa y ella, pues, tenía una invitación pendiente a la cual asistir. El asunto era bastante sencillo. Con la diferencia de que en realidad no lo era. O al menos su prometido no pensaba dejárselo nada fácil. —¿Q-qué sucede? —preguntó con un inesperado tartamudeo, cuando sintió que la mano de Adriel se cerraba en torno a su brazo derecho. Al encontrarse con su mirada, se percató de que había un fuego extraño en sus ojos de océano. El mar y el fuego no se mezclaban, pero estos parecían haberse transformado en una mezcla completamente inhumana. Un monstruo. Uno que recién empezaba a descubrir. —¿A dónde vas? —Su inquisición estaba cargada de propiedad, como si de un momento a otro poseyera todo el derecho del universo para
—Maldición —murmuró en voz baja, mientras se bajaba del auto con premura y le daba la indicación a su chofer de regresar a la casa. Tenía un mal presentimiento con respecto a esta noche, pero no estaba dispuesta a retractarse de su decisión de asistir. Si permitía que Adriel controlara su vida, ¿entonces qué quedaría de ella para el futuro próximo? ¿Cómo sería su vida de ahora en más? Sí, iban a casarse, eso era un hecho, pero aún no estaba dispuesta a perder su libertad ni su libre albedrío. Su esposo tendría que aprender a adaptarse a las circunstancias. Además… Esposo. Sentía que esa era una palabra demasiado extraña. Jade negó con la cabeza y se concentró únicamente en lo que había ido a hacer a ese sitio: bailar, relajarse, disfrutar con sus amigos. Al cruzar la puerta de la discoteca, quedó asombrada ante la mezcla de música y luces estroboscópicas, las cuales reflejaban las figuras de personas bailando y rostros extasiados. Esa era la primera vez que acudía a ese tipo
El caos se apoderó rápidamente del pequeño espacio.El resto de las personas se hicieron a un lado, mientras los dos jóvenes estaban a punto de protagonizar una pelea.—¡Basta! ¡Basta! —exigió Jade, colocándose entre los dos y negando con la cabeza.Adriel estaba a punto de hacerla a un lado y continuar con el enfrentamiento, cuando la joven puso una mano en su pecho y lo miró suplicante.—Por favor, vámonos —le rogó con sus ojos brillantes, producto de las lágrimas que amenazaban con salir en cualquier instante.El joven no tuvo más opción que aceptar, así que la tomó de la mano y la sacó de ese lugar con paso firme y apresurado.Las miradas del resto de los espectadores no los perdieron de vista hasta que se alejaron del sitio.Una vez afuera del establecimiento, Jade se soltó de su agarre con brusquedad.—¿Qué se suponía que estabas haciendo? —le reclamó sin dudarlo. No estaba dispuesta a tolerar que actuara como un energúmeno delante de sus amigos, había golpeado a uno de ellos y
Faltando un día para la boda, Adriel Meier recibió una visita inesperada en su oficina. Se trataba de Fabián Arison, su futuro suegro y amigo cercano de sus padres.Al tratarse de un hombre mayor y una figura de respeto, el joven asintió con solemnidad y lo invitó educadamente a sentarse.Actualmente, se encontraban en la empresa de su madre, donde trabajaba liderando la misma, en vista de que su progenitora pensaba jubilarse y cederle toda la responsabilidad pronto.Siempre había sido un joven inteligente y destacado en sus estudios académicos, razón por la cual, sus padres confiaban plenamente en su criterio y no se atrevían a cuestionar ninguna de sus decisiones. Como, por ejemplo, fue el caso de su compromiso con Jade Arison, una amiga cercana de la familia y casi una hermana desde la perspectiva de ellos.Pero lo que no sabían sus padres era que él nunca había visto a Jade como tal.Ella no era su hermana.Ella era la mujer que se convertiría en su esposa y la futura madre de sus
Jade no podía creer la rapidez con la que había llegado el día de su boda.Se sentía tan nerviosa y asustada.El sol recién comenzaba a salir cuando se asomó a la ventana y sintió su corazón acelerarse ante la idea.Era apenas cuestión de horas.Un nudo se instaló en su estómago, apretándose más con cada segundo que pasaba.«Voy a casarme con Adriel», pensó, sintiendo como una sombra oscura se apoderaba de todo su ser.Miró a su alrededor, tratando de conseguir una salida a todo esto, pero no podía darle la espalda a su familia, no cuando se encontraban atravesando una situación económica tan complicada.Ella era la única salida a todo esto. Sus hermanos ni siquiera sospechaban que estaban atravesando un problema financiero de semejante magnitud.Jade suspiró y se dirigió al baño de su habitación para comenzar a asearse y darle así la bienvenida a un nuevo día. Pero bien podría estarse dirigiendo a la horca, porque sus pasos eran lentos, sus pies se arrastraban uno contra el otro, c