Paso 13
Nino

No es que Manu no me gustara lo suficiente, sino que tan solo no había notado por completo lo mucho que lo hacía, hasta ese domingo en que lo visité, cuando sentí la flecha traviesa de cupido clavarse en mi corazón, en forma lenta y dolorosa, para que no lo olvidara jamás.

Como acostumbraba, me presenté en su casa para la hora del té. Lo normal, siempre era que Tomás o su madre me hicieran pasar directo a la cocina donde se encontraba el comedor diario, y que Manu bajara al escucharme llegar para sentarse con rapidez en su lugar de la mesa, junto a la ventana que daba hacia el patio y muy cerca de mí. Pero esa tarde, Claudia abrió la puerta con un entusiasmo para nada característico en ella. Me saludó con un sincero abrazo y me hizo un gesto de silencio con sus manos para llevarme a hurtadillas hasta el patio de su casa, donde se encontraba una habitación de madera con enormes ventanas. Muy despacio hizo que me acercara hasta ahí, mientras me explicaba que aquello era el taller de
S. Jung

Manu es tan lindo ¿cierto?

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