Capítulo17
Pero nunca imaginé que Felicia iría a mi casa.

Ella detestaba a Alejandro. Si no fuera porque a veces tenía que llevarme a casa, jamás pisaría ese suburbio tan apartado.

Pero llevaba siete interminables días sin contestar el teléfono.

Cuando Alejandro abrió la puerta y vio justo a Felicia con sus tatuajes en la clavícula y sus rastas, se enojó.

Antes de que pudiera hablar, Felicia lo atacó enfurecida:

— ¿Dónde tienes encerrada a Lucía?

Alejandro se quedó asombrado.

— ¿No anda de parranda con ustedes? —respondió con mucho desprecio, mirándola de arriba a abajo.

Siempre era así, menospreciando a todos mis amigos.

Pero si bien podía difamarme a mí, no le permitiría insultar a mis amigos y, mucho menos a mi hermana.

Los ojos de Felicia se abrieron de par en par por un momento. Luego su rostro se transformó.

— Alejandro, ¿acaso no eres humano? —Lo insultó—. Tu hermana lleva siete días desaparecida y estás tan tranquilo, ¿no la buscas? ¿No temes que le haya pasado algo?

La mano de Alejandro
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