Rosaura:Aún no estaba segura de la decisión que me había obligado a tomar. No fueron mis padres, ni los insistentes ruegos de mi hermana o mi mejor amiga, los que me hicieron llegar a ese punto. Era yo misma, yo y mis constantes exigencias que me negaba a abandonar.Miré por la ventanilla, observando aquel cielo despejado que me dejaba ver el intenso azul que adornaba la isla. Un atisbo de tristeza inundó mi alma, que estaba rota y llena de cicatrices, un dolor que nunca se fue del todo, aún seguía dentro, podía sentirlo con cada idea, cada recuerdo, cata atisbo de esperanza …Apreté mis puños, haciéndome daño con las uñas en las palmas, clavándolas tan fuerte que creí que sangraría. Pero aquella vez tenía el control, no podía volver a perderme en mí misma, porque sabía que Carmen jam&a
Noah.Me di una ducha a eso de las ocho, porque a las nueve de la noche, según la guía del programa, sería la presentación del monitor en el salón Flamenco.Ni siquiera quería pensar en qué significaba aquello de “Salón Flamenco” ¿Qué iba a ponerse a bailar un fandango andaluz? Lo cierto, es que, en aquel momento, me había quedado algo flipado, porque el baño estaba rodeado de espejos por todas partes, las paredes estaban llenas de ellos. Pero … ¿qué demonios estaba sucediendo en esa habitación? ¿Por qué había tantos espejos?El tipo que diseñó aquella habitación estaba obsesionado consigo mismo, no había otra explicación, porque no se me ocurría otra razón para querer poner espejos en el baño. ¿Quién co&n
Rosaura:El programa Dulce Paraíso estaba bien para alguien que tuviese 90 años, que quisiese relajarse y despejarse de la ciudad, no para mí.+ 6:00 – Meditación en la Sala Cisne (una enorme terraza frente al mar).+ 7:30 – Clases de yoga (nos estirábamos aquí y allá, intentando hacer las difíciles posturas que el profesor nos enseñaba).+ 8.30 desayuno libre.+ 9:00 Recorrido de las saunas de la Garza.+ 12:00 – Clases de bailes con el viento, en la Sala del Águila (nos ponían música clásica y teníamos que bailar lo que nos indicase la música, lo que nos apeteciese).+ 14:00 – Comida.Luego teníamos unas horas para hacer lo que nos apeteciese o más bien para reposar la comida.+ 16:00 Espectáculo de Dumbo, el elefantito volador (un
Noah:Nos mantuvimos en silencio de camino al complejo, caminando por aquel largo paseo, junto a la playa, observando el mar y escuchando como las olas llegaban a la orilla. Era reconfortante.Pensaba en ella, en lo reticente que era en cuanto a mí se tratase, como si le diese miedo mostrarme lo que sentía. Era obvio que ella también se sentía atraída por mí, pero intentaba resistirse… y no lograba entenderlo. ¿Por qué?Tengo una pregunta – comencé, rompiendo el calmado silencio que había entre ambos. Miró hacia mí, luciendo despreocupada, mientras yo hacía lo mismo – Pablo fue el primero ¿verdad?Eso no es una pregunta, es una afirmación – sonreí, me había calado.Pero ¿es verdad o no? – insist&
Noah.Ella era incluso más intensa que yo en el sexo, de normal eso no solía gustarme, que una chica gimiese más que yo. Pero en aquella ocasión, sorprendentemente me encantó. La forma desesperaba en la que me pedía más, eso me gustó incluso más.Follar con ella me encantaba, estaba más apretada de lo que había esperado, y muy húmeda. Acabábamos de hacerlo y ya me moría por volver a acostarme con ella.La abrazaba, mientras nos besábamos apasionadamente, con mi miembro más que listo para un segundo asalto.No pensé que sería tan increíble – se atrevió a decirme. Sonreí, volviendo a besarla, acariciando su piel desnuda con mi mano izquierda. Su espalda, su trasero, su pierna, hasta llegar a su sexo, entre sus pliegues, haciéndola gemir en mi boca. Baj&oa
5Rosaura:Follar con él era increíble, lo hacíamos todas las noches y más de una vez, aprovechando el momento, el poco tiempo que teníamos para disfrutar de aquello. Porque ambos sabíamos que en cuanto terminase aquel curso lo dejaríamos.Ni siquiera pensaba en Pablo o en Carmen cuando estaba entre sus brazos, sólo en el placer que me proporcionaba y en lo mucho que quería más.Mi cuerpo estaba en llamas y mi sexo derrochaba cierta humedad, chorreando hacia mi trasero, mientras él seguía besándome apasionadamente, sin darme tregua. Sus manos recorrieron mi cuerpo desnudo, deteniéndose entre mis pliegues, haciéndome estremecer.¡Por el amor de Dios! Acabábamos de hacerlo y ya me moría por volver a tenerle dentro ¿Qué me estaba ocurriendo con él? ¿Por qué no pod&iacu
6 Noah. Mi respiración relajada, entrelazándose con la suya era lo único que podía escucharse en aquella oscura habitación. Debía ser tarde, y no me habría despertado de no ser por sus dedos, abriéndose paso entre mis cabellos, acariciando mi cabeza. Abrí los ojos, despacio, observándola. Dejó caer su mano en la almohada y cerró los ojos, fingiendo que dormía. Sonreí, allí, recostado junto a ella, con una fina sábana tapando nuestros cuerpos, aunque sus pechos estaban libres, a sus anchas. Sabía que en el fondo ella quería aceptar mi propuesta de seguir en contacto, pero sus malditas reglas no la dejaban aceptar. Esa chica gritona y con voz repelente, ordenada y meticulosa, cuidando al milímetro el más mínimo detalle, que se había dejado llevar por algo que no estaba en esas estipuladas reglas que intentaba controlar al detalle. Por supuesto que era difícil para ella, si sólo fuese un tipo normal, pero no… tenía que c
7 Rosaura: La vuelta a la realidad fue rara. Mis padres estaban entusiasmados de volver a verme, y yo me sentía arropada y feliz de tenerlos a mi lado. Justo como él me dijo una vez, cuando uno se propone algo lo consigue, y justo eso fue lo que me sucedió a mí en el trabajo, en poco tiempo volví a convertirme en una de las mejores neurocirujanas del país. Y sentía que todo estaba bien. Que volvía a ser yo, volvía a reír, a tener ganas de hacer cosas, a recordar los buenos momentos con mi preciosa Carmen, dejando de lado los malos. Abrí la taquilla de los vestuarios, despreocupada, agarrando la toalla, metiéndome luego en las duchas, con una gran sonrisa. Había sido un duro entrenamiento con Manuel, mi entrenador personal, que opinaba que tenía que mejorar mi gancho de izquierda, pues aún no tenía tanta fuerza como en el otro. El agua calló sobre mi rostro, refrescándome, y yo pensé en todo lo que había conseg