CAPÍTULO 30CORBINAcabo de ducharme cuando tocan la puerta de la habitación donde me estoy quedando. Enrollo una toalla alrededor de mi cintura y salgo del cuarto de baño. Lo primero que veo es una esbelta figura alta y delgada con un hermoso cabello rojo que cae sobre su espalda hasta su trasero. Conozco muy bien esa figura: Nathasha Smith. Justo en ese momento, ella y sus increíbles ojos azules me examinan de arriba abajo. Arquea una de sus depiladas cejas rojas, haciendo que sus facciones resalten aún más en su cara pálida llena de pecas. Es realmente hermosa, no puedo negarlo, pero ni ella es mi tipo ni yo el de ella. Sus gustos, a decir verdad, son más de mi agrado. A ambos nos gustaban las chicas, cosa que Messi nunca terminará de entender.—Bueno, ¡Hola tú también! —dijo, conociendo su tono de reproche. —Pensé que llegarías más tarde. —Ya ves que no. —Me da la espalda nuevamente. Viste pantalones negros de cuero, una camisa roja y una chaqueta negra. Camina hasta la mesa,
CAPÍTULO 31 SIENNA—¡Vamos, Eric! O llegaremos tarde y no quieres que eso suceda, ¿o sí? Veo que el lindo Eric está arreglando sus hermosos rizos dorados. Me dedica una mirada soñadora, esa mezcla de inocencia y profundidad que solo los niños poseen. Cada vez se parece más a su padre; en su cara veo reflejadas las mismas travesuras que él solía hacer. —Claro que no, mami. Pero necesito verme bien en mi primer día. —Cielo, pero si no es tu primer día. —Todos los días lo son, mami. Un día nunca es igual al otro. Eso dice mi maestra. —Tu maestra tiene razón, cariño—respondo, tratando de contener una sonrisa. Wow, él sí que sabía cómo sorprenderme con su madurez. Sus palabras resonaban en mi cabeza, epidérmicas, y me recordaban lo importante que era enseñarle a enfrentar el mundo con optimismo. —Bueno, entonces vamos, porque para mí sí es mi primer día, jovencito—digo, intentando jugar con su entusiasmo. —Está bien—responde él, con un tono que mezcla aceptación y emoción
CAPÍTULO 32SIENNAMiro el reloj de la pared, sabiendo que el tiempo ha terminado. Acerco mi oído a su nariz… entonces lo siento, débil, pero estaba ahí, ¡el bebé estaba respirando! Con una sonrisa, miro a la doctora Cady, que también sonríe. Acomodo al bebé, bajando su cabeza para una mejor respiración.—¡El bebé respira! —anuncio a todos en la sala de parto.Escucho suspiros de alivio y unos cuantos aplausos. Las enfermeras corren y se hacen cargo del recién nacido.—Realícenle un análisis de sangre para determinar que todo esté bien, y mantengan en observación su presión continua en las vías respiratorias.—Enseguida, doctora —responden mientras se llevan al pequeño. Me giro para ver a la doctora Blackwell terminando de hacer las últimas suturas en la madre.—¿Necesita ayuda, doctora?—Envíe a que le hagan análisis de sangre a la madre también y que le pongan antibióticos.—Bien —no pierdo tiempo y agarro yo misma las muestras de sangre, se las entrego a la enfermera. La doctora Bl
CAPÍTULO 33SIENNA —¡Corbin! —Eric sale corriendo directo a los brazos de un Corbin estupefacto por la repentina sorpresa de que se arroje a ellos. Por suerte, reacciona rápido y lo carga, elevándolo en el aire.—Hola, campeón. —Eric ríe antes de abrazarlo—. ¿Cómo sigue ese brazo?—Ya no me duele casi. Mamá dice que poco me lo quitan. —Me alegra escuchar eso, pequeñín. —Ambos se dirigen a la cocina—. He traído algo para ti.—¿Qué? —pregunta Eric, ansioso.—¡Eric! —lo regaño.—Lo siento.—Tranquilo, campeón. —dice Corbin, dejando al niño en el suelo y acuclillándose al mismo tiempo para intentar estar a su altura. Luego, se descuela la mochila que lleva en un hombro y la deja en el suelo antes de abrirla—. Cierra tus ojos y extiende una mano.Eric rebota emocionado, mientras yo, por otro lado, me muero de los nervios. ¿Qué demonios estaba haciendo él aquí? Corbin saca algo de la mochila, que no logro ver porque está de espaldas a mí, pero el grito inconfundible de la emoción de Eric
CAPÍTULO 34SIENNA—Sí que lo es. —No veo dónde lo sea. Desapareces unos días y pretendes volver como si nada. Las cosas no funcionan de esa manera, Hunt. —¿Entonces cómo? Dime cómo es y lo haré. Siempre y cuando no implique alejarme de ustedes, porque no lo estoy haciendo. —Suspiro, las palabras queriendo brotar de mi boca como una cascada. —Sé que te dedicas a cosas ilegales, Corbin, y no quiero esa mierda cerca de mi hijo. Para que esto pueda funcionar, debes hablarme con la verdad. —¿De qué mierda ilegal estás hablando? —Arqueo una ceja, ¿realmente pensaba que yo era tonta? Se quita de la pared y viene hacia mí. —No soy sorda, Corbin. Gracias a que siempre preferían tenerme en la cocina, debía pasar por tu oficina y... yo... yo como que escuchaba. —¡Mierda! ¿Me podía hundir más ahora? Trato de relajarme; ya las cartas estaban sobre la mesa y era momento de acabar con toda esta mierda de una vez por todas. —Llegué a escuchar sobre unas carreras o algo así, no importa.
CAPÍTULO 35SIENNA—Demuéstralo. —Me aparto de él y camino por el pasillo sin mirar hacia atrás ni una sola vez. No escucho nada, así que supongo que se ha ido. Toqué el timbre de la señora Virginia y, pocos segundos después, la puerta se abre. Eric sale corriendo hacia mí con su muñeco.—¡Mami!—Vamos a casa, mi amor. —Lo abrazo y le doy un beso en la mejilla—. Gracias por cuidar nuevamente de Eric, señora Virginia.—No hay de qué, hija. Ya te dije que me gusta cuidar de él. Y deja de decirme señora, puedes tutearme. —Le sonrío.—Lo intento, juro que lo hago...—¡Corbin! —El grito de Eric me sobresalta. Sale corriendo hacia los brazos abiertos de Corbin, que lo espera. Él lo alza en brazos, haciendo piruetas con Eric. Mi corazón se acelera de una manera antinatural.—Vaya, no sabía que tu esposo fuera tan guapo. Ya veo de dónde sacó el pequeño Eric su encanto.—¿Qué? —Mis ojos se abren como platos y mis mejillas se sonrojan. Cuando giro para decirle lo equivocada que está, ella está
CAPÍTULO 36SIENNA—¡Sí! —dijeron los dos al mismo tiempo. Me siento de Corbin y camino hacia mi auto.—Pensé que podríamos ir en mi camioneta... —menciono, mirando su camioneta parada al otro lado de la calle.—¡Anda, mami, anda! —exclama Eric mientras da saltitos, agarrado de la mano de Corbin.—Pero mi auto...—Siempre puedo traerlos de regreso aquí o puedo venir a buscarlo más tarde y llevártelo a tu residencia. —Paso tiempo decidiendo o fingiendo pensar, cuando la respuesta es obvia.—Bien, pero tú lo vendrás a buscar y me lo llevarás. —Ambos tomamos la mano de Eric y cruzamos la calle. Me sorprende ver un asiento para niños en la camioneta. Frunzo el ceño hacia Corbin.—¿No pensaste que esto pondría a Eric en peligro?—No, absolutamente no. —Me muevo al asiento del pasajero en completo silencio, y Corbin toma el volante y enciende la camioneta. Sin poder evitarlo, reviso el auto en busca de señales de mujeres, pero no encuentro nada y huele extremadamente limpio. Corbin y Eric c
CAPÍTULO 37SIENNA—¿Lo harás? —Sí. —¿Corbin lo sabe? —No. Estoy pensando en los sentimientos de un niño de cinco años y no en los de un hombre de veintisiete, Graham. —Entiendo. —Es verdaderamente difícil para mí tener que decirle a Eric que Corbin es su verdadero padre...—¿Corbin es mi papá? —una diminuta voz nos interrumpe desde el pasillo. Graham y yo giramos a verlo. Eric luce unos ojitos azules muy abiertos, se ve tan pequeño e indefenso que quiero abrazarlo y protegerlo siempre de este mundo tan cruel. —Ven aquí, bebé. —me levanto y abro los brazos; él corre hacia mí y lo cargo. —Vamos a tu habitación. Necesito hablar contigo. Dile adiós al tío Graham.—Hasta mañana, tío Graham. —Descansa, pequeño. Camino con Eric en mis brazos hasta su habitación y lo dejo con cuidado en su cama. Él solo me mira a la espera. Me siento a su lado y busco la manera de decirle. —Verás, cariño, Corbin no sabía que tú eras su hijo hasta hace unos días. —¿Tengo un papá? ¿Te vas a c