CAPÍTULO 25CORBIN—Calma, hombre, te aseguro que sí lo tengo. —Su tono alegre y relajado me irritó más de lo que pretendía que lo hiciera—. El jefe quiere que nos pongamos en movimiento esta noche. —¿Por qué todo tenía que pasarme hoy?—Dame quince minutos. ¿Dónde te encuentras?—Voy camino a tu casa; tenemos un largo camino por recorrer. —Mientras hablaba con el idiota de mi compañero, fui hasta mi habitación, saqué unos vaqueros negros y una camiseta, los arrojé a la cama, dejando que la tela cayera desordenadamente, como mi vida en este momento.—Está bien. Nos iremos en tu camioneta. Te veo en quince.Sabía que Ben no iba a esperar mucho más tiempo para solucionar este problema, pero tener que mandarme justo esta noche era algo que no entendía. Terminé de vestirme y salí de casa en el momento en que Messi aparcaba afuera.—¿Qué tal? ¿Listo? —Me puse mis lentes de aviador y me sujeté la mochila al hombro mientras miraba la noche estrellada, que era un contraste inquietante con mi
CAPITULO 26CORBIN.—Seguimos esperando —es lo primero que le digo a Ben ya que él no espera un saludo de maricas.—Te estás tardando mucho, muchacho. Tú no trabajas de esta forma, no estarás retrasando todo por aquella pequeña mentirosa ¿O sí?Aprieto mi puño odiando que hubiera sido Ben el que descubriera la mentira de Sienna, ella no era ni de lejos como su padre. —No estoy retrasando nada, Ben. Jamás haría algo así y lo sabes. Solo quiero que todo vaya bien. Así que me tomé mi tiempo en investigar a nuestra rata: el hombre ha estado yendo a la policía cada día desde que estamos aquí, pero no lo hemos visto trabajando, solo entra dura un par de minutos y vuelve a salir. El hombre está tramando algo, pero no podemos saber que es…—Yo sí. Enviaré a Natasha.—Ella no hace falta, Ben.—Yo creo que sí, muchacho. Y no estoy pidiendo tu permiso. —podía sentir el tic en mi mandíbula palpitar. Quería hacer esto cuanto antes, y poder ponerle fin a este submundo.—Bien, como diga. Una cosa m
CAPITULO 27SIENNA.—¿Así que no sabes nada de él? —dejo de remover la carne en la olla y miro a mi madre por encima del hombro.—No. No sé nada de él y te agradecería, mamá, que bajarás la voz —señalo con la cuchara en dirección a la sala de estar donde estaba Eric.—Lo siento. Pero llevo días queriendo hablar contigo de lo sucedido en el hospital.—No hay nada de qué hablar mamá. —Ah, ¿no? —cruza sus brazos sobre su pecho y me levanta una ceja escéptica. Ruedo los ojos ante su insistencia, si no fuera mi madre ya la estaría mandando derechito al país más lejos posible—. Te recuerdo, jovencita, por si lo has olvidado, que fui yo quien te ayudó durante toda esta odisea; persiguiendo a un hombre que obviamente te demostró su amor de una extraña manera —estocada para mi corazón, me contraigo por dentro ante sus duras palabras—: fui yo, la que tuvo que cubrir cada mudanza cuando decidías seguir su miserable trasero, a todos esos lugares al que él se mudaba. Así que no, no pretendas que
CAPÍTULO 28 SIENNA —¡No! ¡No pienso ponerme esta basura por nada del mundo! —Sí, lo harás. Eres una mujer joven, Sienna, compórtate como tal. —Sí, pero también soy madre, así que no me pienso vestir como una vulgar prostituta —observo el inofensivo traje de cuero de cuerpo entero que esta mujer saca de su bolso, el cual suele dejar en mi apartamento cuando se queda—. Iré en mis términos y a mi manera, ¿queda claro? —Bien, chica agresiva. Solo te estoy dando una idea de cómo van vestidas las mujeres a ese lugar. Y para tu información, cariño, no soy ninguna prostituta. —No fue mi intención insultarte, Ava, lo siento. —La miro avergonzada, ya que no era mi intención—. Gracias por tu maravillosa idea, pero no. ¿Cómo irás tú vestida? —Fácil, un clásico que nunca falla: mini falda de semi-cuero, camiseta de AC/DC que compré en una tienda de segunda mano y, para cerrar el look, mi chaqueta de cuero y botas de tacón. —Sí, ella tenía todo listo. Entré en mi pequeño armario y
CAPÍTULO 29SIENNAAun no terminábamos de llegar cuando los gritos de las personas se escuchan a lo lejos, pasando el puente, haciendo que mi corazón se acelere de anticipación. La carretera se encuentra mojada debido a una pequeña lluvia que cayó antes de que llegáramos; la temperatura esta bajando, causándome frío. El lugar se encuentra abarrotado de muchas motocicletas de todo tipo, desde la más fea hasta la más elegante. La gente grita y se amontonan en pequeños grupos, con el capó de los autos arriba para que el sonido de la música se escuche mejor. Iba a matar a Ava por esta pequeña broma de mierda.Jayden estaciona cerca del amigo de Ava, apagando el motor de la trampa mortal. Debo decir, sin pena alguna, que mis piernas me tiemblan por estar casi dos horas subida en este montón de chatarra —hermosa chatarra— y no sabía cómo decirle a Jay que no me creía capaz de poder dar un paso sin caerme. Miro a Ava bajar de la moto como si nada, como si ella y esa cosa fueran una sola. Más
CAPÍTULO 30CORBINAcabo de ducharme cuando tocan la puerta de la habitación donde me estoy quedando. Enrollo una toalla alrededor de mi cintura y salgo del cuarto de baño. Lo primero que veo es una esbelta figura alta y delgada con un hermoso cabello rojo que cae sobre su espalda hasta su trasero. Conozco muy bien esa figura: Nathasha Smith. Justo en ese momento, ella y sus increíbles ojos azules me examinan de arriba abajo. Arquea una de sus depiladas cejas rojas, haciendo que sus facciones resalten aún más en su cara pálida llena de pecas. Es realmente hermosa, no puedo negarlo, pero ni ella es mi tipo ni yo el de ella. Sus gustos, a decir verdad, son más de mi agrado. A ambos nos gustaban las chicas, cosa que Messi nunca terminará de entender.—Bueno, ¡Hola tú también! —dijo, conociendo su tono de reproche. —Pensé que llegarías más tarde. —Ya ves que no. —Me da la espalda nuevamente. Viste pantalones negros de cuero, una camisa roja y una chaqueta negra. Camina hasta la mesa,
CAPÍTULO 31 SIENNA—¡Vamos, Eric! O llegaremos tarde y no quieres que eso suceda, ¿o sí? Veo que el lindo Eric está arreglando sus hermosos rizos dorados. Me dedica una mirada soñadora, esa mezcla de inocencia y profundidad que solo los niños poseen. Cada vez se parece más a su padre; en su cara veo reflejadas las mismas travesuras que él solía hacer. —Claro que no, mami. Pero necesito verme bien en mi primer día. —Cielo, pero si no es tu primer día. —Todos los días lo son, mami. Un día nunca es igual al otro. Eso dice mi maestra. —Tu maestra tiene razón, cariño—respondo, tratando de contener una sonrisa. Wow, él sí que sabía cómo sorprenderme con su madurez. Sus palabras resonaban en mi cabeza, epidérmicas, y me recordaban lo importante que era enseñarle a enfrentar el mundo con optimismo. —Bueno, entonces vamos, porque para mí sí es mi primer día, jovencito—digo, intentando jugar con su entusiasmo. —Está bien—responde él, con un tono que mezcla aceptación y emoción
CAPÍTULO 32SIENNAMiro el reloj de la pared, sabiendo que el tiempo ha terminado. Acerco mi oído a su nariz… entonces lo siento, débil, pero estaba ahí, ¡el bebé estaba respirando! Con una sonrisa, miro a la doctora Cady, que también sonríe. Acomodo al bebé, bajando su cabeza para una mejor respiración.—¡El bebé respira! —anuncio a todos en la sala de parto.Escucho suspiros de alivio y unos cuantos aplausos. Las enfermeras corren y se hacen cargo del recién nacido.—Realícenle un análisis de sangre para determinar que todo esté bien, y mantengan en observación su presión continua en las vías respiratorias.—Enseguida, doctora —responden mientras se llevan al pequeño. Me giro para ver a la doctora Blackwell terminando de hacer las últimas suturas en la madre.—¿Necesita ayuda, doctora?—Envíe a que le hagan análisis de sangre a la madre también y que le pongan antibióticos.—Bien —no pierdo tiempo y agarro yo misma las muestras de sangre, se las entrego a la enfermera. La doctora Bl