CAPITULO 27SIENNA.—¿Así que no sabes nada de él? —dejo de remover la carne en la olla y miro a mi madre por encima del hombro.—No. No sé nada de él y te agradecería, mamá, que bajarás la voz —señalo con la cuchara en dirección a la sala de estar donde estaba Eric.—Lo siento. Pero llevo días queriendo hablar contigo de lo sucedido en el hospital.—No hay nada de qué hablar mamá. —Ah, ¿no? —cruza sus brazos sobre su pecho y me levanta una ceja escéptica. Ruedo los ojos ante su insistencia, si no fuera mi madre ya la estaría mandando derechito al país más lejos posible—. Te recuerdo, jovencita, por si lo has olvidado, que fui yo quien te ayudó durante toda esta odisea; persiguiendo a un hombre que obviamente te demostró su amor de una extraña manera —estocada para mi corazón, me contraigo por dentro ante sus duras palabras—: fui yo, la que tuvo que cubrir cada mudanza cuando decidías seguir su miserable trasero, a todos esos lugares al que él se mudaba. Así que no, no pretendas que
CAPÍTULO 28 SIENNA —¡No! ¡No pienso ponerme esta basura por nada del mundo! —Sí, lo harás. Eres una mujer joven, Sienna, compórtate como tal. —Sí, pero también soy madre, así que no me pienso vestir como una vulgar prostituta —observo el inofensivo traje de cuero de cuerpo entero que esta mujer saca de su bolso, el cual suele dejar en mi apartamento cuando se queda—. Iré en mis términos y a mi manera, ¿queda claro? —Bien, chica agresiva. Solo te estoy dando una idea de cómo van vestidas las mujeres a ese lugar. Y para tu información, cariño, no soy ninguna prostituta. —No fue mi intención insultarte, Ava, lo siento. —La miro avergonzada, ya que no era mi intención—. Gracias por tu maravillosa idea, pero no. ¿Cómo irás tú vestida? —Fácil, un clásico que nunca falla: mini falda de semi-cuero, camiseta de AC/DC que compré en una tienda de segunda mano y, para cerrar el look, mi chaqueta de cuero y botas de tacón. —Sí, ella tenía todo listo. Entré en mi pequeño armario y
CAPÍTULO 29SIENNAAun no terminábamos de llegar cuando los gritos de las personas se escuchan a lo lejos, pasando el puente, haciendo que mi corazón se acelere de anticipación. La carretera se encuentra mojada debido a una pequeña lluvia que cayó antes de que llegáramos; la temperatura esta bajando, causándome frío. El lugar se encuentra abarrotado de muchas motocicletas de todo tipo, desde la más fea hasta la más elegante. La gente grita y se amontonan en pequeños grupos, con el capó de los autos arriba para que el sonido de la música se escuche mejor. Iba a matar a Ava por esta pequeña broma de mierda.Jayden estaciona cerca del amigo de Ava, apagando el motor de la trampa mortal. Debo decir, sin pena alguna, que mis piernas me tiemblan por estar casi dos horas subida en este montón de chatarra —hermosa chatarra— y no sabía cómo decirle a Jay que no me creía capaz de poder dar un paso sin caerme. Miro a Ava bajar de la moto como si nada, como si ella y esa cosa fueran una sola. Más
CAPÍTULO 30CORBINAcabo de ducharme cuando tocan la puerta de la habitación donde me estoy quedando. Enrollo una toalla alrededor de mi cintura y salgo del cuarto de baño. Lo primero que veo es una esbelta figura alta y delgada con un hermoso cabello rojo que cae sobre su espalda hasta su trasero. Conozco muy bien esa figura: Nathasha Smith. Justo en ese momento, ella y sus increíbles ojos azules me examinan de arriba abajo. Arquea una de sus depiladas cejas rojas, haciendo que sus facciones resalten aún más en su cara pálida llena de pecas. Es realmente hermosa, no puedo negarlo, pero ni ella es mi tipo ni yo el de ella. Sus gustos, a decir verdad, son más de mi agrado. A ambos nos gustaban las chicas, cosa que Messi nunca terminará de entender.—Bueno, ¡Hola tú también! —dijo, conociendo su tono de reproche. —Pensé que llegarías más tarde. —Ya ves que no. —Me da la espalda nuevamente. Viste pantalones negros de cuero, una camisa roja y una chaqueta negra. Camina hasta la mesa,
CAPÍTULO 31 SIENNA—¡Vamos, Eric! O llegaremos tarde y no quieres que eso suceda, ¿o sí? Veo que el lindo Eric está arreglando sus hermosos rizos dorados. Me dedica una mirada soñadora, esa mezcla de inocencia y profundidad que solo los niños poseen. Cada vez se parece más a su padre; en su cara veo reflejadas las mismas travesuras que él solía hacer. —Claro que no, mami. Pero necesito verme bien en mi primer día. —Cielo, pero si no es tu primer día. —Todos los días lo son, mami. Un día nunca es igual al otro. Eso dice mi maestra. —Tu maestra tiene razón, cariño—respondo, tratando de contener una sonrisa. Wow, él sí que sabía cómo sorprenderme con su madurez. Sus palabras resonaban en mi cabeza, epidérmicas, y me recordaban lo importante que era enseñarle a enfrentar el mundo con optimismo. —Bueno, entonces vamos, porque para mí sí es mi primer día, jovencito—digo, intentando jugar con su entusiasmo. —Está bien—responde él, con un tono que mezcla aceptación y emoción
CAPÍTULO 32SIENNAMiro el reloj de la pared, sabiendo que el tiempo ha terminado. Acerco mi oído a su nariz… entonces lo siento, débil, pero estaba ahí, ¡el bebé estaba respirando! Con una sonrisa, miro a la doctora Cady, que también sonríe. Acomodo al bebé, bajando su cabeza para una mejor respiración.—¡El bebé respira! —anuncio a todos en la sala de parto.Escucho suspiros de alivio y unos cuantos aplausos. Las enfermeras corren y se hacen cargo del recién nacido.—Realícenle un análisis de sangre para determinar que todo esté bien, y mantengan en observación su presión continua en las vías respiratorias.—Enseguida, doctora —responden mientras se llevan al pequeño. Me giro para ver a la doctora Blackwell terminando de hacer las últimas suturas en la madre.—¿Necesita ayuda, doctora?—Envíe a que le hagan análisis de sangre a la madre también y que le pongan antibióticos.—Bien —no pierdo tiempo y agarro yo misma las muestras de sangre, se las entrego a la enfermera. La doctora Bl
CAPÍTULO 33SIENNA —¡Corbin! —Eric sale corriendo directo a los brazos de un Corbin estupefacto por la repentina sorpresa de que se arroje a ellos. Por suerte, reacciona rápido y lo carga, elevándolo en el aire.—Hola, campeón. —Eric ríe antes de abrazarlo—. ¿Cómo sigue ese brazo?—Ya no me duele casi. Mamá dice que poco me lo quitan. —Me alegra escuchar eso, pequeñín. —Ambos se dirigen a la cocina—. He traído algo para ti.—¿Qué? —pregunta Eric, ansioso.—¡Eric! —lo regaño.—Lo siento.—Tranquilo, campeón. —dice Corbin, dejando al niño en el suelo y acuclillándose al mismo tiempo para intentar estar a su altura. Luego, se descuela la mochila que lleva en un hombro y la deja en el suelo antes de abrirla—. Cierra tus ojos y extiende una mano.Eric rebota emocionado, mientras yo, por otro lado, me muero de los nervios. ¿Qué demonios estaba haciendo él aquí? Corbin saca algo de la mochila, que no logro ver porque está de espaldas a mí, pero el grito inconfundible de la emoción de Eric
CAPÍTULO 34SIENNA—Sí que lo es. —No veo dónde lo sea. Desapareces unos días y pretendes volver como si nada. Las cosas no funcionan de esa manera, Hunt. —¿Entonces cómo? Dime cómo es y lo haré. Siempre y cuando no implique alejarme de ustedes, porque no lo estoy haciendo. —Suspiro, las palabras queriendo brotar de mi boca como una cascada. —Sé que te dedicas a cosas ilegales, Corbin, y no quiero esa mierda cerca de mi hijo. Para que esto pueda funcionar, debes hablarme con la verdad. —¿De qué mierda ilegal estás hablando? —Arqueo una ceja, ¿realmente pensaba que yo era tonta? Se quita de la pared y viene hacia mí. —No soy sorda, Corbin. Gracias a que siempre preferían tenerme en la cocina, debía pasar por tu oficina y... yo... yo como que escuchaba. —¡Mierda! ¿Me podía hundir más ahora? Trato de relajarme; ya las cartas estaban sobre la mesa y era momento de acabar con toda esta mierda de una vez por todas. —Llegué a escuchar sobre unas carreras o algo así, no importa.