Respiré profundamente y me aleje un poco de él retomando mi compostura.
— Alejandro... Hoy mi hermano, mi propia sangre me traicionará junto con sus militares y parte de la servidumbre del palacio.— Dijo sereno.
Yo tense la mandíbula y apreté mis puños. Ahora todo tenia sentido, la falta de guardias, el que esté solo, la llegada de su hermano...
— En ese caso.— Sonrío sin ganas.— Espero sus órdenes, señor.
Tomó el libro de las leyes y la colocó entre nosotros depositó una de sus manos sobre él y me hizo colocar la mía también.
— Repite después de mí.— Dijo y asentí.— Yo, Alejandro. Príncipe del reino de los elfos, protector del bosque y protector de la princesa Isabel. Juro solemnemente, mientras tenga vida que protegeré a Isabel y haré lo que sea por mantener la estirpe viva y latente. Cumpliré esto como último deseo del Rey Sebastian III. -
Repetí todo con ojos cristalizados, ya que Sebastian mas que el rey era como un padre para mí. Al terminar de decir dicho juramente me abrazó con fuerza y una lágrima escapó de mis ojos.
— Bien... Esto es lo que harás.— Dijo entregándome cierto sobre.
Una hora después nos encontrábamos todos en el vestíbulo del castillo cumpliendo con el cortejo que se debía, esperando la llegada del General de la 7ma Nación. Minutos después de haber llegado la reina y haberse postrado al lado del rey, isabel apareció. Apenas la ví me emocioné y sonreí, más no podía abandonar mi posición al lado del rey. Éste me miró y me sonrió, su esposa aurora compartió miradas cómplices con él al notar que isabel y yo nos quedábamos embobados viendo al otro.
Un pequeño portal apareció frente la puerta del castillo y de el salió el general junto con sus acompañantes y guardias. Observó a todos e hizo una pequeña reverencia, se acercó al rey y éste soltándose del brazo de su esposa caminó unos metros hasta quedar frente a su hermano, se dieron la mano y le dió la bienvenida.
— Bienvenido, Samael.
— Gracias por recibirme, Sebastián.
Sera un día peligroso pero sobre todo... Largo.
Parte I"El asesino de la estirpe"Decir que el ambiente era tenso es poco. Con la llegada del general "Samael" hermano del castaño Rey Esteban, todos los encontrados en el salón tuvieron que soportar una guerrilla de miradas y una tajante incomodidad entre hermanos. El mayor, dolido y con una gran sed de sangre y el menor, apasionado y protector que ya conocía su trágico destino.Sólo una persona en el salón del trono, ignoraba lo que ocurriría esa noche, una joven de ojos olivados que sólo tenia en mente un pensamiento "Acabar con este día lo mas rápido posible"Triste y desgraciadamente para ella, justo ese día perdería más que sólo un título de nobleza. No, vaya que perdería mucho más.Como se rige en todos los cortejos de bienvenida, cada quien saludó al general con digno respeto. Al acercarse nuestra protagonista a tan
Culminó posando los labios sobre isabel, sus manos viajaron a la cintura de su amada y la apretó más contra él. Ella en respuesta viajó sus manos a la cabellera de alejandro y comenzó a acariciar.Era un beso algo estropeado, los labios se movían con cierto temblor y timidez. No querían que nadie los vieran en esa posición y menos haciendo tal cosa.Bajo su ropa una luz dorada comenzó a brillar y sus corazones se fundieron en uno solo como siempre solía pasar.Un suspiro escapó de los labios de isabel y alejandro aprovechando eso profundizó el beso. Ella abrió un poco más su boca dejando que el introdujera su lengua y se mezclara con la suya.Las manos que se encontraban en su cintura se apretaron un poco más enterrando inconscientemente las uñas.- Ale t-tus... - Balbuceó en un mínimo espacio que tuvieron para respirar
" Hay amores que simplemente nunca se olvidan, sin importar de quien se trataba. "Fuga de Amantes- No, no pasa nada mamá. - Respondí avergonzada aún con mis manos sobre mi cuello pasando mis yemas por dónde estuvieron los labios de alejandro. Ésta enseguida vino a mí con una sonrisa pícara.- Vamos, soy tu madre y te conozco. -Dijo incitando a que le contase la razón de mi actitud.Internamente debatía entre si contarle o no, pero entonces recordé de quién se trataba. Era mi madre, y sin importar cuantas veces evite decirle la verdad ella ya sabría cuál era. Me conoce más que nadie.- Haber, supondré que se trata de alejandro. - Mencionó de repente haciendo que me paralizara. - Así que de eso se trataba... Vaya, el amor de jóvenes es algo tan bello. -Se alejó y entró en el baño susurrando algo
Desgraciadamente todas las habitaciones de la realeza (La mía y la de mis padres) quedaba en medio del pasillo, y no al principio donde podemos llegar rápidamente.Según el plan que me había contado alejandro, ya después de haber cruzado la cocina y entrar al pasillo principal debíamos movernos rápido, porque ahí no hay lugares ni cruces por los cuales escondernos.- Isabel, hay que apresurarnos. - Tomó mis manos y me levantó.Corrimos sigilosamente y entramos a la cocina. Descansamos unos segundos y alejandro se asomó por la puerta.- Maldición. - Susurró.- ¿Qué pasa? -- La conexión de la cocina al pasillo está bloqueada. - Sentí mis nervios recorrer mi cuerpo. Él tomó su espada.De repente, la puerta trasera de la cocina se abrió. Ambos nos asustamos y alejandro empuñó su
Unpajaritolindomesusurróaloído"Quiérete"- ¿Quéhicistetú?+Mequise. - Datrespasosysepierdeenlaneblinadelacaída.Han pasado cuatro horas, lo sé porque es el tiempo que me toma desde el castillo a la espesura del bosque. No estoy completamente seguro del si aún siguen tras nuestra pista, lo que sé es que es tarde. Demasiado. Y estar a tan altas horas de la madrugada sólo en este bosque con ella entre mis brazos es un peligro sumamente gigante para ambos.Escucho pasos y ramas romperse a lo lejos.Me pongo alerta pero no puedo hacer mucho, una de mis manos está en la correa deMaximusel que era el corcel del rey. Negro como la noche y con cuatro patas delanteras y traseras, es un animal magn&iacut
Una luz algo cegadora comienza a aparecer por todos lados y apresuro mi caminar.Llego a lo que de lejos parece la cordillera de una montaña normal, pero poco a poco al acercarme toma forma de un castillo bien camuflajeado entre las rocas, luego una voz a lo lejos.– Vaya, hoy llegaste temprano.– Dice pero no puedo verla.– Hoy no madre.– Respondo sin ápice de alegría como siempre suelo hacer.– ¿Enojado? ¿Peleaste con ella acaso? – Dice con tono esperanzador.– Ojalá hubiese sido una discusión solamente...– Susurro.Llego al castillo y subo a una de las torres más alejadas y altas. En resumen, mi habitación. Entro y coloco a isabel con cuidado en mi cama, me acerco a la ventana y cierro cortinas, me devuelvo y me quedo levantado a un lado de isabel.Me recuesto de una de las vigas de la cama la cual tiene unas cortinas de un
Somos lo que nos enseñan, o ¿Somos lo que aprendemos?¿Quiénes somos?Somos si no quienes más, aquellos que aprendemos del dolor.- GTeamo,hija.-¿Papá?-Preguntoperotodoestáennegro,hacefrío.Quizásdemasiado.Siempre,heestadoorgullosadeti, mipequeña.-¡Mamá! -Corroperonoséadóndeir.Sientoalgomojarmislabiosymismanosviajanamicara,apenaslatocanéstasquedanempapadas. ¿Estoyllorando?Perdón.Todoseaclaradeunmomentoaotroymeencuen
Minutos pasan, luego horas y sigo encogida bajo las mantas llorando en silencio y sintiendo culpa, la cuál poco a poco me come lentamente. Alguien abre la puerta y sé de antemano que es él, lo siento en mi pecho.- Isabel...-Susurra pero me escondo aún más en la cama.-Mipequeñarosa...-Dice y un sollozo sale de mi destrozada garganta. Siento su caminar y la cama se hunde tras de mí, siento un brazo pasar por arriba de mi persona y posarse justo en frente. Su cabeza se recuesta de mis hombros por segundos y dice.-¿Quéteapasadomipequeñarosa?Queteveosinpétalosygrandesespinasatualrededor.-Comienza a recitar.¡Oh!Mipequeñarosa,sitansólosupierasque&nb