Culminó posando los labios sobre isabel, sus manos viajaron a la cintura de su amada y la apretó más contra él. Ella en respuesta viajó sus manos a la cabellera de alejandro y comenzó a acariciar.
Era un beso algo estropeado, los labios se movían con cierto temblor y timidez. No querían que nadie los vieran en esa posición y menos haciendo tal cosa.
Bajo su ropa una luz dorada comenzó a brillar y sus corazones se fundieron en uno solo como siempre solía pasar.
Un suspiro escapó de los labios de isabel y alejandro aprovechando eso profundizó el beso. Ella abrió un poco más su boca dejando que el introdujera su lengua y se mezclara con la suya. Las manos que se encontraban en su cintura se apretaron un poco más enterrando inconscientemente las uñas.
- Ale t-tus... - Balbuceó en un mínimo espacio que tuvieron para respirar. - Tus garras... - Culminó.
El pequeño zorro hizo caso omiso y cambió de destino sus labios, recorriendo desde la mandíbula hasta el cuello de isabel chupando y mordiendo deliberadamente su piel. Un gemido salió de la boca de ella provocando que sólo quisiera seguir.
Isabel sujetó una de las manos de alejandro y la colocó en su espalda baja luego tomó la cabeza de el y regresó a sus labios mordisqueando el inferior. Sin querer, pellizcó demás el labio haciendo que ahora él sangrara apenas un par de gotas de sangre.
A lo lejos se escucharon murmullos de los guardias que hacían las vigilancias nocturnas y con ellas también venían las voces del general y el padre de isabel.
Ambos (aún perdidos en el calor del momento) doblaron la esquina del pasillo y se mantuvieron muy callados en la espera de la lejanía de las voces.
- Van hacia el salón del trono... - Mencionó el pelinegro.
- Pensé que trabajarían toda la noche en el despacho. - Culminó Isabel tras observar como su padre y su tío pasaba en frente de ambos sin que los notasen.
Luego de unos minutos, las voces se alejaron y ambos chicos pudieron respirar. Él la miró y enseguida los dos se encontraban avergonzados y con las mejillas algo rojas.
- D-debo llevarte con la reina. - Dijo el chico.
Isabel sólo logró asentir.
En el camino apenas si se tomaban del meñique, ambos solían ser algo tímidos pero apreciaban la compañía del otro. También sabían que la conexión del hilo dorado aún no había sido sellada y el mantenerla sin sello ya se estaba volviendo algo difícil de lograr. Cada día se querían más y más, y por ende, cada día se deseaban el triple.
Al fin llegaron a la recámara de la reina y se despidieron con un beso. Isabel entró a la habitación de su madre aún sintiendo las mordidas de Alejandro, llevó sus manos a su cuello y lo acarició.
- ¿Pasó algo hija? - Preguntó la reina saliendo del baño mientras veía a su hija recostada de la puerta con la mirada perdida y una sonrisa gigante.
Por otro lado, alejandro se sentía parcialmente igual y solo quería seguir besándole, más aún así (según los planes) se mantuvo a raya conformándose estar afuera en el ala de los dormitorios reales con el fin de estar con isabel en el momento adecuado.
Volviendo con ambos líderes.
Estos se encontraban en el salón del trono con su servidumbre los cuáles poco a poco se fueron retirando a medida que las horas nocturnas aumentaban. Unas horas después y ya entrada la madrugada, Sebastián se encontraba sólo con su hermano en el recinto y sabía... Que la hora había llegado.
- Querido hermano. - Comenzó samael. - Vaya que eres muy ingenuo. - Dijo mientras se encontraba frente al rey y un portal se abría tras de su persona junto con todos sus guerrilleros listos para empezar la masacre.
- De hecho no samael. De hecho no... Yo sabía que esto pasaría. - Mencionó sereno. Samael explotó.
- ¡No pudiste saberlo! Si lo hubieras sabido, hubieras tomado medidas para evitarlo. - Dijo al mismo que empuñaba su espada con su mano derecha y la apuntaba contra el rey.
- Samael, ambos sabemos que no descansarías hasta ver mi cabeza por el suelo. La mía y la de mi familia para ser exactos. - Imitó la acción de su hermano y desenfundó la espada.
- Sebastian... Siempre tuviste que ser tú para todo. Cuando papá te observo la primera vez, te obsequió los ojos que jamás logró depositar en mí. En un principio no le hice caso, pero luego... Oh vaya, luego supe que yo nunca tuve gran importancia a papá. Y eso lo corroboré cuando me hechó del palacio y me hechó de la nación, enviándome a liderar un distrito que ¡Nisiquiera existía! No me pudo poner en el campo de batalla, porque sabía que lo llevaría a la victoria y el pueblo me preferiría a mí sobre tu "Linaje puro" El me decía que muchos me admiraban, me decía que era importante en la nación e incluso ¡Me engañaba con el sueño de que yo reinaría algún dia! ¡Bah! Patrañas y estupideces de un padre que no sabe cómo deshacerse de un hijo. Aprendí que si quería respeto y que si quería ser rey, debía tomar las cosas por mis manos. - Se acercó a su hermano y dió la orden a su ejército de comenzar la masacre, pero no sin antes encender el salón del trono en fuego dejando apenas un espacio para que ambos hermanos pudiesen comenzar con su batalla.
- Hermano, no hagas algo de lo que te arrepientas. - Dijo Sebastián preparado para la batalla.
- No me arrepentiré jamas Sebastián. Hoy le enseñaré a nuestro padre "Como deshacerse de un hijo" - Culminó y ambos líderes comenzaron con su riña.
Un rey cayó esa noche, llevándose todo un pueblo consigo.
" Hay amores que simplemente nunca se olvidan, sin importar de quien se trataba. "Fuga de Amantes- No, no pasa nada mamá. - Respondí avergonzada aún con mis manos sobre mi cuello pasando mis yemas por dónde estuvieron los labios de alejandro. Ésta enseguida vino a mí con una sonrisa pícara.- Vamos, soy tu madre y te conozco. -Dijo incitando a que le contase la razón de mi actitud.Internamente debatía entre si contarle o no, pero entonces recordé de quién se trataba. Era mi madre, y sin importar cuantas veces evite decirle la verdad ella ya sabría cuál era. Me conoce más que nadie.- Haber, supondré que se trata de alejandro. - Mencionó de repente haciendo que me paralizara. - Así que de eso se trataba... Vaya, el amor de jóvenes es algo tan bello. -Se alejó y entró en el baño susurrando algo
Desgraciadamente todas las habitaciones de la realeza (La mía y la de mis padres) quedaba en medio del pasillo, y no al principio donde podemos llegar rápidamente.Según el plan que me había contado alejandro, ya después de haber cruzado la cocina y entrar al pasillo principal debíamos movernos rápido, porque ahí no hay lugares ni cruces por los cuales escondernos.- Isabel, hay que apresurarnos. - Tomó mis manos y me levantó.Corrimos sigilosamente y entramos a la cocina. Descansamos unos segundos y alejandro se asomó por la puerta.- Maldición. - Susurró.- ¿Qué pasa? -- La conexión de la cocina al pasillo está bloqueada. - Sentí mis nervios recorrer mi cuerpo. Él tomó su espada.De repente, la puerta trasera de la cocina se abrió. Ambos nos asustamos y alejandro empuñó su
Unpajaritolindomesusurróaloído"Quiérete"- ¿Quéhicistetú?+Mequise. - Datrespasosysepierdeenlaneblinadelacaída.Han pasado cuatro horas, lo sé porque es el tiempo que me toma desde el castillo a la espesura del bosque. No estoy completamente seguro del si aún siguen tras nuestra pista, lo que sé es que es tarde. Demasiado. Y estar a tan altas horas de la madrugada sólo en este bosque con ella entre mis brazos es un peligro sumamente gigante para ambos.Escucho pasos y ramas romperse a lo lejos.Me pongo alerta pero no puedo hacer mucho, una de mis manos está en la correa deMaximusel que era el corcel del rey. Negro como la noche y con cuatro patas delanteras y traseras, es un animal magn&iacut
Una luz algo cegadora comienza a aparecer por todos lados y apresuro mi caminar.Llego a lo que de lejos parece la cordillera de una montaña normal, pero poco a poco al acercarme toma forma de un castillo bien camuflajeado entre las rocas, luego una voz a lo lejos.– Vaya, hoy llegaste temprano.– Dice pero no puedo verla.– Hoy no madre.– Respondo sin ápice de alegría como siempre suelo hacer.– ¿Enojado? ¿Peleaste con ella acaso? – Dice con tono esperanzador.– Ojalá hubiese sido una discusión solamente...– Susurro.Llego al castillo y subo a una de las torres más alejadas y altas. En resumen, mi habitación. Entro y coloco a isabel con cuidado en mi cama, me acerco a la ventana y cierro cortinas, me devuelvo y me quedo levantado a un lado de isabel.Me recuesto de una de las vigas de la cama la cual tiene unas cortinas de un
Somos lo que nos enseñan, o ¿Somos lo que aprendemos?¿Quiénes somos?Somos si no quienes más, aquellos que aprendemos del dolor.- GTeamo,hija.-¿Papá?-Preguntoperotodoestáennegro,hacefrío.Quizásdemasiado.Siempre,heestadoorgullosadeti, mipequeña.-¡Mamá! -Corroperonoséadóndeir.Sientoalgomojarmislabiosymismanosviajanamicara,apenaslatocanéstasquedanempapadas. ¿Estoyllorando?Perdón.Todoseaclaradeunmomentoaotroymeencuen
Minutos pasan, luego horas y sigo encogida bajo las mantas llorando en silencio y sintiendo culpa, la cuál poco a poco me come lentamente. Alguien abre la puerta y sé de antemano que es él, lo siento en mi pecho.- Isabel...-Susurra pero me escondo aún más en la cama.-Mipequeñarosa...-Dice y un sollozo sale de mi destrozada garganta. Siento su caminar y la cama se hunde tras de mí, siento un brazo pasar por arriba de mi persona y posarse justo en frente. Su cabeza se recuesta de mis hombros por segundos y dice.-¿Quéteapasadomipequeñarosa?Queteveosinpétalosygrandesespinasatualrededor.-Comienza a recitar.¡Oh!Mipequeñarosa,sitansólosupierasque&nb
Escucho cosas a lo lejos pero no me muevo, quiero seguir durmiendo estoy agotado.— Está en el acantilado. — Susurran entre sí duendecillos.¿Acantilado? ¿De quién hablarán? — Pienso.Tengo mi brazo arriba de mi cara evitando que la luz me queme más la vista, respiro profundo y me dedico a seguir durmiendo. Minutos después siento correr a mi alrededor gnomos con sus acompañantes silvestres, otros montando ciervos y algunas hadas volando.— ¡A saltado avisad a breeze! — Dice un enano de los bajos mineros.¿Saltado? — Me digo aún sin entender nada.Luego, como si lo hubiera estado esperando, un dolor aparece en mi pecho haciéndome abrir los ojos grandemente y llevo mi mano al origen del mismo. Me siento y mis orejas salen a relucir, escucho a lo lejos a una chica hablando y sé quién es.— Isabel... — Susurro.Disparado comienzo a correr hacia dónde me guía su voz y en el camino salto algunas rocas y en ese salto mi forma kitsune sale a relucir haciéndome facilitar el correr más rápido.
A pesar de que no está tocando el piso, sus pies se encuentran en puntillas y bajo de estos algo de césped verde aparece y ahí bajo de estos, apareciendo un pequeño tallo de flor de campana sale a relucir.— No lo sé madre, mejor dime tú ¿Por qué mandaste a Genosse a buscarme?—La desafío, pero ella sólo sonríe. Se aleja y vuelve a dónde se encontraba momentos antes. Queda arrodillada de espaldas a mí y, ésta está con la mirada perdida hacia el viejo sauce. Lửa se encuentra bajo las raíces del mismo rodeada en una prisión de agua protegida por una bolsa de aire dormida. Muchos rogamos porque siga así.— ¿Por qué está la mestiza aquí? — Exclama.— Mamá, te recuerdo que "Esa mestiza" es el amor de mi vida, y como portador del hilo dorado te exigo respeto. —— "Portador del Hilo Dorado" ¡Bah! Patrañas... — Dice aún estando de espaldas a mí. — Antes, odiabas esas malditas marcas. ¿Ahora? — Gira su cabeza y de reojo me ve. — ¿Ahora las defiendes? —Respiro profundo un par de veces me relaj