—Solo espero que todo esto no sea en vano —murmuró, apenas audible, mientras se deslizaba en su nueva vestimenta, un vestido ligero que apenas tocaba su piel, buscando comodidad más que estilo. Después, se sentó frente al tocador, observando su reflejo en el espejo.Las luces suaves que rodeaban el espejo iluminaban su rostro con una luz tenue, pero no podían ocultar las sombras bajo sus ojos. Tomó con calma el pincel de maquillaje, intentando restaurar la imagen de perfección que había construido para sí misma, como si, al mejorar su apariencia, pudiera también arreglar todo lo que estaba mal en su vida. Pero a pesar de los productos que aplicaba con maestría, no lograba disimular el cansancio emocional que llevaba por dentro.Noah, por su parte, estaba recostado en la cama, con las manos entrelazadas debajo de su cabeza, mirando el techo. Su expresión era una mezcla de determinación y rencor. Cada palabra que Nur pronunciaba lo irritaba en cierto modo, aunque no lo mostraba abiertam
El ex policía, con sus conexiones en el bajo mundo, se puso a trabajar de inmediato. Sabía que encontrar a alguien con ese tatuaje no sería sencillo, pero también sabía que en ese mundo, todos tenían un precio y que la información siempre estaba disponible para quien supiera buscarla. Mientras tanto, Heinst se mantenía cerca, observando cada movimiento, asegurándose de que nada pasara desapercibido. Cada día que pasaba sin una respuesta era un día más que su venganza se retrasaba, pero él era paciente. Sabía que este tipo de cosas tomaban tiempo.Los días se volvieron semanas, y cada día Heinst se sumergía más en ese mundo oscuro, perdiendo de vista quién era realmente. Las noches en bares clandestinos y las reuniones con individuos peligrosos se convirtieron en su nueva rutina. A veces, la tensión lo superaba, pero la imagen de su padre, y el deseo de justicia, lo mantenían firme.Mientras tanto, Noah, ajeno a la lucha interna de Heinst, avanzaba en su plan. Sabía que Heinst aún esta
Clara había hecho grandes sacrificios para llegar hasta ese punto. Había renunciado a su vida personal, a sus propias necesidades, para dedicarse en cuerpo y alma a la empresa. Sabía que el futuro dependía de convencer a esos inversores de que aún había un potencial en lo que alguna vez fue un negocio próspero. Pero no todo dependía de ellos. Clara confiaba en su capacidad para negociar, en su instinto empresarial y en la fuerza que sus padres le habían inculcado.Mientras caminaba por los pasillos, observaba cómo sus asistentes trabajaban sin descanso. Sentía una mezcla de gratitud y preocupación. Sabía que sus empleados también estaban bajo una presión tremenda, y se esforzaba por mostrarles que, aunque las cosas fueran difíciles, había luz al final del túnel. A medida que se acercaba la hora de la reunión, Clara repasaba en su mente cada detalle de la presentación que haría, consciente de que cualquier error podría costarles caro.En medio de toda la agitación, Clara no podía evita
—Gracias, señor Renaud. Hago lo que es necesario por el bien de la empresa —respondió, intentando descifrar la mirada que él le dirigía.Alexander sonrió levemente, pero en su interior, había algo más. Sabía que pronto llegaría el momento de revelar su verdadero propósito allí, pero por ahora, se conformaba con estar cerca de Clara, observando cómo se movía en el mundo que una vez compartieron, aunque ella no lo supiera aún.En los días que siguieron, Alexander, quien en realidad era Noah, el antiguo prometido de Clara, se mantuvo atento a cada movimiento en la empresa. Sabía que debía actuar con cautela, pero a la vez estaba decidido a recuperar un lugar en su vida. Pasaba cada vez más tiempo cerca de Clara, buscando oportunidades para estar a su lado tanto en el trabajo como fuera de él. Poco a poco, fue ganándose su confianza, volviéndose una presencia constante, no solo en su vida laboral, sino también en la personal.A medida que transcurrían las semanas, Clara no podía evitar no
Ver a su primo al borde de revelar sus celos por Clara era algo que a Nosh le gustaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. La ironía de la situación le resultaba deliciosa. Heinst, el hombre que siempre había mostrado una fachada impenetrable, el esposo seguro de sí mismo, estaba siendo corroído por la incertidumbre y el miedo de perder a Clara. Cada pequeño gesto de acercamiento que Alexander hacía hacia ella, cada sonrisa que compartían, parecía encender una chispa en su primo, haciéndolo tambalear.Sin embargo, esa misma chispa que encendía el resentimiento en Heinst, también comenzaba a quemar a Nosh por dentro. Mientras observaba la creciente incomodidad de su primo, no pudo evitar notar que, aunque le causaba placer verlo así, también le despertaba una sombra de celos que no había anticipado. Cada vez que veía a Clara en brazos de Heinst, cada beso que compartían, le causaba una punzada de incomodidad.El deseo de Noah por Clara, a pesar de todo el tiempo que había pasado,
En otro lugar, alejado de las oficinas lujosas y los despachos de cristal, el hombre que había recibido la orden de Alexander se preparaba para ejecutar el plan. Aquel individuo no era un hombre cualquiera. Era un miembro leal de los Dragones Dorados, una organización tan letal como discreta. Su misión era clara, y no había lugar para errores.Dentro de un edificio que escondía una fachada de elegancia, aquel hombre sacó una pequeña arma de un cajón, moviéndose con una seguridad inquietante. Sabía que lo que estaba a punto de hacer era necesario. Se levantó de su silla y abandonó la habitación sin mirar atrás. El plan ya estaba en marcha, y no había vuelta atrás.Al mismo tiempo, en el reclusorio, otro eslabón del plan comenzaba a tomar forma. El mismo hombre que había recibido la orden directa de Alexander ya se encontraba en el lugar, infiltrado y sin levantar sospechas. Llevaba consigo un paquete cuidadosamente diseñado para pasar desapercibido en la revisión. Sabía que lo que cont
Pero, mientras su satisfacción crecía, había una última pieza que necesitaba ser eliminada. Heinst. El esposo de Clara seguía siendo un problema, una barrera que Alexander no podía ignorar. A diferencia de Román, Heinst no era un hombre fácil de manipular ni eliminar desde las sombras. No, Heinst sería una tarea diferente, algo más personal. Alexander ya había decidido que quería encargarse de él personalmente. No bastaba con eliminarlo como a Román; con Heinst, el plan requería paciencia, astucia y, sobre todo, un toque más directo.El pensamiento de enfrentarse a Heinst encendió en Alexander una chispa de anticipación. Sabía que su primo sospechaba algo de él, pero también sabía que Heinst nunca imaginaría lo profundo de su traición. Los dos hombres habían compartido muchos momentos juntos, habían sido cercanos una vez, y eso era precisamente lo que hacía esta situación tan emocionante para Alexander. Quería que Heinst supiera, en el último momento, quién lo había traicionado, quién
Clara había sido convocada a una reunión de emergencia con los líderes de la organización de su padre, y la gravedad de la situación no podía ignorarse. La muerte de Román había dejado un vacío de poder, y ahora todos los ojos estaban puestos en ella. Heinst, consciente de la responsabilidad que recaía sobre su esposa, sintió también la necesidad urgente de protegerla. No iba a dejar que ella enfrentara sola a ese grupo de criminales despiadados. Así que la acompañó sin dudarlo, conduciendo hacia un lugar apartado, lejos de la ciudad, donde la reunión tendría lugar.El trayecto fue silencioso, ambos perdidos en sus pensamientos. Cuando finalmente llegaron al lugar, Heinst aparcó el auto y apagó el motor. A través del parabrisas, ambos observaron la estructura que se alzaba frente a ellos: un edificio en ruinas, desmoronado por el paso del tiempo, abandonado y sombrío. Parecía el escenario perfecto para los encuentros clandestinos y oscuros que siempre habían caracterizado el mundo en