Si no firmas ese documento, las cosas solo empeorarán para ti... y para Clara.Heinst sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía que Erick no estaba mintiendo. Román era un hombre que cumplía sus amenazas, y cada segundo que pasaba, Clara estaba en más peligro. Pero también sabía que firmar ese papel significaría rendirse, renunciar a su amor, y permitir que Román ganara. Era una decisión imposible, una elección entre su propia libertad y el amor de su vida.Erick, al ver que Heinst no se movía, enderezó su postura y guardó el documento de vuelta en el sobre.—Te daré tiempo para pensarlo —dijo Erick, su voz tan gélida como el lugar en el que estaban —Pero no demasiado. Román quiere una respuesta pronto, y créeme, no es alguien con quien querrás jugar.Heinst permaneció en silencio, su mente un torbellino de pensamientos y emociones. Erick dio un último vistazo a su prisionero antes de girarse y dirigirse hacia la puerta, dejando a Heinst en la oscuridad de su dilema. Mientras se a
Se tomó un momento para procesar las palabras de Román antes de responder, sabiendo que cualquier debilidad en su voz podría ser utilizada en su contra.—¿Lástima por él? Claro que no... —comenzó Noah, tratando de mantener su voz firme —Pero ella está aquí, y también él... No puedes subestimar a Heinst —añadió con un tono más sombrío, su mirada se endureció al mencionar a Clara y Heinst en la misma frase. La preocupación por la seguridad de Clara se mezclaba con el odio hacia su rival, y la posibilidad de que todo esto pudiera salirse de control lo atormentaba.Román esbozó una ligera sonrisa al ver la lucha interna en Noah, pero su expresión no cambió mucho. Se levantó de su asiento, dando un par de pasos hacia Noah, sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de desafío y satisfacción.—Noah, he lidiado con hombres como Heinst toda mi vida. Sé exactamente de lo que es capaz. Pero no olvides de lo que soy capaz yo —respondió Román, su voz baja pero llena de amenaza —Clara es mi hija, y
Noah lo sabía, lo sentía en cada fibra de su ser. Entendía que el juego que estaba a punto de jugar con Román no era solo un acto de sobrevivencia; era una apuesta en la que, si lograba ganar la confianza del verdadero padre de Clara, podría asegurar algo que deseaba más que cualquier riqueza o poder, podría asegurarse de que Clara le perteneciera por completo. A este punto, ni siquiera el control de la empresa, el dinero o el poder eran lo que codiciaba. Todo eso había perdido su significado para él. Su único deseo, su única obsesión, era tenerla a ella. Clara.Pero no era una tarea fácil. Clara no era una mujer que se doblegara fácilmente, ni siquiera bajo la presión de las circunstancias más extremas. Había perdido tanto, había sido traicionada y herida de maneras que ningún ser humano debería soportar, y sin embargo, ahí estaba, resistiendo. Ahora, por un giro cruel del destino, todo lo que había perdido había vuelto a sus manos, pero de una manera que sabía que era temporal, una
No después de todo lo que había pasado. Sabía que Clara era fuerte, que no se dejaría vencer fácilmente, pero también sabía que estaban enfrentándose a enemigos que no tenían escrúpulos, que harían cualquier cosa para mantener el control.El ambiente en la sala de control era sombrío, cada sonido parecía amplificado por la tensión que colgaba en el aire. Lucas intercambiaba palabras rápidas con los demás, revisando informes, buscando patrones, cualquier cosa que pudiera guiarlos. Sabía que estaban luchando contra el tiempo, y que cada minuto que pasaba sin encontrar una pista significativa los acercaba más a un desenlace que prefería no imaginar. Pero no permitiría que el miedo lo dominara. Estaba decidido a encontrarlos, a traerlos de vuelta con vida, y no descansaría hasta lograrlo.Finalmente, una señal captada en una de las grabaciones llamó su atención. No era mucho, solo una pequeña anomalía en un patrón de movimiento, pero para Lucas, era suficiente para reavivar la esperanza.
Las palabras de Clara resonaron en la habitación, y Erick se quedó en silencio, sus ojos fijos en los de ella. La lucha interna era evidente en su expresión; sus cejas se fruncieron mientras procesaba lo que ella le decía. Clara, con el corazón en un puño, pensó que lo había convencido. Lo observó dar un paso hacia adelante, su mano temblando ligeramente mientras tomaba la suya, un gesto que revelaba la grieta en la lealtad que había sostenido durante tanto tiempo.—No puedo seguir haciendo esto —susurró Erick, con un tono que evidenciaba su arrepentimiento —Te sacaré de aquí, Clara. No puedo permitir que Román siga manipulándote de esta manera.Con manos temblorosas, comenzó a liberar a Clara de sus ataduras, cada movimiento impregnado de la urgencia de un hombre que finalmente había decidido hacer lo correcto. Clara sintió un atisbo de alivio al notar la determinación en los ojos de Erick, pero la tensión seguía presente, como una sombra ineludible.Justo cuando Erick estaba a punto
Finalmente, logró abrirse paso hasta la calle donde Noah había estacionado el automóvil. La visión del coche le dio un impulso final, y el deseo de salvar a Clara superó cualquier dolor que sintiera. La escena se desarrolló en un torbellino de movimiento; Heinst se dirigió al auto con la esperanza de llegar a tiempo.Al llegar, vio a Noah en el asiento del conductor, su rostro en una mueca de determinación. Heinst avanzó con dificultad, sus pasos tambaleándose pero firmes. Noah, con su mirada fría y calculadora, parecía completamente ajeno a la gravedad de la situación.El encuentro fue violento. Heinst, a pesar de su estado, se lanzó contra el auto con una fuerza inhumana tratando de detener el auto, pero, a pesar de haber intentado todo, pero no pudo hacer nada. Finalmente, Noah salió con su propósito, Heinst cayó en el suelo para que luego observara a su alrededor para que sus ojos se fijaran en una motocicleta.Subió en ella para encenderla, salió detrás de Noah persiguiéndole.Co
Sabía que su vida nunca volvería a ser la misma, y que las decisiones que tomara en los días siguientes serían cruciales para su futuro y el de aquellos que le importaban. Con un suspiro, se recostó en la cama del hospital, intentando encontrar un momento de paz en medio del caos que la rodeaba, mientras Heinst, desde su propia cama, compartía el mismo sentimiento de incertidumbre y responsabilidad.Ambos sabían que, aunque habían sobrevivido a una terrible experiencia, la verdadera batalla estaba lejos de haber terminado. El mundo exterior estaba esperando, y con él, los desafíos que aún tenían que enfrentar juntos.La situación en la empresa se había vuelto insostenible. Los teléfonos no paraban de sonar, y los oficinistas correteaban de un lado al otro dentro del distrito financiero. Cada rincón de la oficina reflejaba la tensión que se respiraba en el aire. Era viernes, también cierre de mes, y la presión alcanzaba su punto máximo. Los gerentes, conscientes de la gravedad de la si
Mientras tanto, Noah, confiado en su capacidad para evadir las consecuencias de sus actos, no se daba cuenta de que su mundo comenzaba a desmoronarse. La red de mentiras y manipulaciones que había tejido con tanto cuidado estaba empezando a enredarse a su alrededor. Las complicaciones surgían de todas partes, y su control sobre la situación comenzaba a desvanecerse.La tensión crecía, y todos sabían que el enfrentamiento final no tardaría en llegar. Heinst, con la determinación de un hombre que no tiene nada que perder, se preparaba para hacer lo que fuera necesario para salvar a Clara. Sabía que no podía confiar en nadie más, y que el peso de protegerla recaía sobre sus hombros. Pero también sabía que, en un mundo lleno de traiciones y engaños, nada estaba garantizado.La batalla por el control de la empresa, por el poder y, sobre todo, por el destino de Clara, estaba a punto de alcanzar su punto culminante. Heinst y Lucas estaban decididos a enfrentarse a lo que fuera, mientras que