—¿Se puede saber qué haces? —la voz de Nina cortó el silencio, resonando con una mezcla de incredulidad y angustia. Había llegado apenas de la oficina, aun con la mente revuelta tras el encuentro con Thomas, y lo último que esperaba encontrar era a Harrison bajando las escaleras con una maleta en mano.Harrison se detuvo a mitad del descenso. Su mirada castaña estaba cargada de emociones reprimidas, pero el brillo de lágrimas contenidas lo traicionaba. Durante un instante, pareció buscar las palabras adecuadas, pero al final solo carraspeó y habló.—Pensé que estabas en la constructora.—No, no estaba. —Nina frunció el ceño, ignorando su nerviosismo. Dio un paso al frente, decidida a aclarar las cosas—. Harrison, tenemos que hablar. Sobre todo lo que pasó, hoy… no pude llegar a tiempo a tu celebración de ascenso, pero te juro que quería.Harrison apretó los labios, evitando su mirada.—No hay nada de qué hablar.—Sí, lo hay. Mucho. —insistió, su voz teñida de desesperación—. Me quedé
La luz suave del sol de la mañana entraba por los amplios ventanales de la sala de estar, iluminando los muebles de tonos cálidos y el tapiz beige del sofá donde Nina y Jess estaban sentadas. El desayuno sobre la mesa, aunque preparado con esmero, parecía más un pretexto que un verdadero alimento. Nina sostenía un tenedor con un trozo de fruta mientras su mirada vagaba, perdida en pensamientos que la atormentaban.—Ayer me encontré con Harrison, Nina. —La voz de Jess rompió el silencio, cargada con una mezcla de pesar y precaución.Nina levantó la vista lentamente, sus ojos azules apagados reflejaban su cansancio emocional. Con un hilo de voz, apenas susurró:—¿Ah, sí?—Sí. —Jess tomó un sorbo de su café antes de continuar—. Lo encontré en el aeropuerto. Me pidió que lo acompañara antes de su vuelo. Estaba muy mal. —El silencio que siguió se hizo pesado, cargado de emociones no dichas. Nina dejó el tenedor en el plato y suspiró profundamente. —Nina, lamento lo que pasó con Harrison. —
— Antes de que se vaya, necesito hablar con usted, muchachito. — La voz de Pepper resonó en la cocina. Sentada en la vieja silla de madera junto a la mesa, su bastón golpeaba suavemente el suelo. A pesar de su ceguera, había notado la presencia del joven.Thomas se detuvo junto a la puerta, con un pie fuera de la casa y el otro aún en el interior. — ¿Qué quiere? Estoy tarde para el trabajo.— Esto no tomará más de un minuto. — Su tono era tranquilo, pero había algo firme, casi autoritario, en él.Con un suspiro exasperado, Thomas volvió a entrar. — Muy bien. ¿Qué quiere decirme?Pepper inclinó la cabeza ligeramente, como si pudiera verlo, a pesar de la oscuridad perpetua de sus ojos. — Thomas… — Empezó, golpeando ligeramente el suelo con el bastón. — ¿Leyó el mensaje que le dejé ayer?— Sí, lo leí. — Thomas cruzó los brazos, incómodo. — Pero no entiendo por qué ese cambio tan drástico en el plan.— Es sencillo. — Pepper sonrió de manera inquietante, sus dedos aferrándose al bastón.
—Parece que a alguien no le sentó nada bien la noticia de que la señora Dalia y el señor Jackson se van de vacaciones juntos. —La voz de Selena rompió el silencio desde detrás de Thomas, quien permanecía de pie junto a un pilar, lejos del centro de la sala de juntas. Desde allí, podía observar cómo Dalia y Jackson se despedían del resto de los empleados con sonrisas que parecían más un espectáculo que una emoción genuina.Thomas giró ligeramente la cabeza hacia Selena, dejando que su irritación se reflejara apenas en su expresión.—Cierra la boca, Selena. Mejor sigue con tu actuación de que arreglas tuberías por aquí.Selena sonrió con suficiencia, tomando una copa de vino que había dejado sobre una mesa cercana. Dio un sorbo pausado antes de responder, como si disfrutara del poder que tenía para provocarlo.—No es una actuación, Thomas. Sé lo que hago, al igual que sé que tus planes se fueron directo al infierno con la señora Dalia escapándose con su marido. ¿Quién sabe para dónde es
—¿Podemos hablar un momento, por favor? —La voz de Nina rompió el aire tenso mientras se acercaba a Thomas, quien estaba apoyado contra la entrada de la sala de juntas, sosteniendo una copa de vino como si fuera su ancla para evitar mirarla.Él no respondió de inmediato. En lugar de eso, sus ojos la recorrieron, deteniéndose en cada detalle como si estuviera memorizándola. El vestido negro que llevaba abrazaba sus curvas a la perfección, su cintura acentuada de manera impecable. Su cabello recogido dejaba al descubierto su rostro, hermoso en su simplicidad, aunque sus ojos azules, usualmente vivos, parecían más apagados esta vez. Thomas sabía por qué, o al menos quería convencerse de que sabía.Ella estaba deslumbrante. Coqueta y seductora. Y eso lo desarmaba por completo.Días atrás, habría podido justificar su resistencia recordando a Dalia, pero ahora, con el cambio en los acontecimientos, cualquier excusa se sentía hueca. Todo en Nina lo atraía, lo envolvía, y resistirse se volvía
—Parece que alguien no puede dormir.Nina alzó la vista de las galletas de soda que apenas estaba mordisqueando, con una expresión cansada que no pudo disimular.—No empieces, Alexandra. No estoy de humor. —Su tono era bajo, como si cada palabra le pesara más de lo habitual.Estaba sentada en un taburete alto junto a la isla de la cocina, con las piernas cruzadas y los hombros tensos. A pesar de la calidez del espacio —los tonos tierra y la luz tenue que se filtraba por la ventana—, había algo en su postura que parecía fuera de lugar, como si no pudiera relajarse del todo.Alexandra entró descalza, su cabello castaño cayendo despreocupado sobre sus hombros. Se sentó frente a Nina, apoyando un codo en la mesa y mirándola con una mezcla de curiosidad y diversión.—No empiezo nada, señorita Nina. —Le dedicó una sonrisa sarcástica antes de añadir—: Solo que te noto... distraída. Pensativa desde que llegaste del trabajo.—Tuve un día pesado, Alexandra. Eso es todo. —Nina tomó otra galleta
— Ella no tiene ni la menor idea… — Su mirada se posaba en lo que estaba a punto de hacer sin pensarlo dos veces. —Ella no tiene idea de todo lo que he sufrido desde que, por su maldita culpa, mi padre se quitó la vida. En cómo destruyó a toda mi familia, esa infeliz —continuaba hablando sin dejar de ver su objetivo. —. Y cuando finalmente se dé cuenta, será demasiado tarde.Sin más, en ese preciso momento, varios Cadillac rojos y negros se encontraban ocultos, discretos, testigos de lo que estaba por ocurrir. Al otro lado de la amplia área de campamento, la mujer dio la vuelta al auto, lo puso en marcha y, en ese preciso instante, algo inesperado sucedió. El hombre de mirada penetrante que se escondía salió corriendo hacia el auto en movimiento, chocando contra él y cayendo al pavimento de bruces. El vehículo se detuvo abruptamente, y la mujer salió del mismo con una expresión de profunda preocupación, acercándose al joven en el suelo.— ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —le preguntó co
—Mañana tengo una entrevista en una constructora —le comentaba mientras dispuso meticulosamente los cubiertos en una pequeña mesa de madera que exhibía los signos del tiempo cerca de la cocina.— ¿Y cuál será tu función allí? — inquirió él con una leve sonrisa de perplejidad, retornando a la cocina para recuperar el último plato de comida.—Inicialmente, es probable que no me asignen tareas de gran relevancia. Pero tengo mis formas de ascender —añadió, colocando el último cubierto en el plato restante.—Parece que ya estás hablando como si el trabajo ya fuera tuyo, ¿no es así?—Es que conocí a una persona influyente. Estoy segura de que me contratará.—Bueno… —Le sonrió, sin profundizar en el tema, hasta que lo hizo, pero esta vez para llamar a la mujer. —Pepper, la comida ya está servida —anunció, regresando a la cocina en busca de un vaso que faltaba.En ese momento, salió del patio la mencionada Pepper, avanzando con precaución debido a su falta de visión, dirigiéndose directamente