— ¿Será que el nuevo empleado de la empresa es tan antipático como parece? — preguntó Nina, alias Alexandra, mientras regresaba a la oficina. Se desvió hacia la cafetería, atraída por la silueta de Thomas, su espalda perfectamente recta y su porte serio. Lo vio preparándose un café negro con poca azúcar.Se acercó, sus pasos casi inaudibles, pero la tensión en el aire era palpable.Thomas, sin mirarla, respondió en tono cortante. — Puedo ser antipático, pero al menos soy claro. No me sigas más, no vas a conseguir nada de mí. ¿Está claro? — Su voz era un susurro amenazante mientras removía lentamente el café.Nina, conocida como Alexandra para él, no pudo evitar soltar una risa suave, divertida, mordiendo ligeramente su labio inferior. Sus ojos chispeaban con una mezcla de desafío y burla. — Thomas, eres increíblemente hermoso, ¿lo sabías? Pero también eres antipático... y mentiroso.Thomas dejó de mover su café, su mirada ahora fija en ella, fría y oscura. — ¿A qué te refieres? — p
—Bueno, ¿qué averiguaste? —La voz áspera de Pepper llenó el pequeño espacio de la cocina. Estaba sentada, sus manos temblorosas, limpiando con esmero una imagen de cera de la Virgen María. Su bastón descansaba a un lado, y su expresión, cargada de expectativa, se centró en Selena, que acababa de entrar.—Pues... estuve en la empresa donde trabaja Thomas —dijo Selena, abriendo la nevera para sacar una manzana sin pensarlo demasiado.—Bien, pero ¿qué...? ¡Por el amor de Dios, Selena! ¡Te estoy hablando! ¡Deja de comerte lo que no es tuyo y ven aquí! —Pepper levantó la voz, su paciencia evaporándose.—Ya, ya, ya voy —respondió Selena, mordiendo la manzana mientras se dirigía a la mesa, tomando asiento frente a la anciana.Pepper, sin levantar la vista de la Virgen, insistió. —A ver, dime de una vez, ¿qué averiguaste?Selena se encogió de hombros, como si el peso de la pregunta fuera insignificante.— Lo seguí hasta donde trabaja, eso sí.—Ajá, sí, pero... ¿Qué viste? ¿Qué descubriste?
—¡Cómo se supone que me voy a calmar, si Thomas está trabajando en la empresa de esa m*****a mujer!— Pepper gritaba, su voz rasgada resonando en las paredes de la sala. Estaba de pie, su bastón golpeando el suelo con un ritmo frenético, mientras su mente se sumergía en un recuerdo doloroso de hace muchos años. *— Es que esa señora es quien nos va a volver más ricos, Tony. — La voz de la madre, cargada de desesperación, se mezclaba con el sonido de la ropa secándose en el patio. Ella recogía las prendas con manos temblorosas, como si de ese gesto pudiera depender su futuro. —Mamá, no estoy con ella por interés — respondió Tony, su tono firme, pero cargado de inquietud, mientras terminaba de lavar unos pantalones. — No la veo de esa manera. Usted sabe que yo lo quiero. —A ver, Tony, a mí lo que me interesa es que usted la amarre y le saque mucho más dinero — insistió su madre, su rostro enrojecido por la frustración. — No, mamá. Siento que ella me va a dejar… Cuando todo esto acabe.
—Siempre has sido mi guía, Virgen María — murmuró Thomas, con la voz quebrada, mientras se arrodillaba frente al altar en la iglesia de Underground, sus ojos fijos en la imagen de la Virgen. La soledad del lugar amplificaba su súplica. —Te ruego… ¿Por qué permitiste que Dalia presenciara ese maldito enfrentamiento con su chofer? — Su mandíbula se tensó. El miedo a que Dalia malinterpretara la situación lo consumía. No podía permitirse que pensara lo peor de él —Y lo que más necesito es que me liberes de Alexandra. No entiendo qué hace esa mujer en mi mente… pero no puedo dejar que siga invadiéndome. Y mucho menos quiero que Dalia crea que estoy envuelto en algo con su chofer.Una voz familiar rompió el silencio, tan inesperada como la presencia que la acompañaba.— ¿Ya llevas tan poco tiempo en esa empresa y te enredas con el chofer de la jefa? — Timothe, que a veces es impredecible, se arrodilló a su lado, sus ojos grises brillando con una mezcla de curiosidad y cierto toque de fasti
—Mamá, ¿podemos hablar un momento, por favor? — Nina preguntó con una voz suave, pero cargada de preocupación, mientras se sentaba en el sillón frente a su madre en la sala de estar. La noche ya había caído, y la atmósfera tranquila no hacía más que intensificar la incomodidad que sentía.Dalia levantó la vista de los papeles que estaba revisando, arqueando una ceja al escuchar el tono de su hija.— Claro, podemos hablar. — Dejó los documentos a un lado, enfocando su atención completamente en su hija. — ¿De qué se trata?Nina se removió en su asiento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas.— Es... sobre algo más personal, mamá.Dalia suspiró, asumiendo que la conversación giraría en torno a asuntos laborales.— Si es sobre Tejares Del Lago, mejor lo discutimos mañana en la oficina.— No, no se trata de la empresa.Dalia se quedó en silencio, observando a su hija con una mezcla de curiosidad y paciencia.— Entonces, ¿qué es?Nina tomó aire, mirando a su madre con cautela.—
— Como la primera vez, señorita Dalia… — La voz de Thomas rompió la atmósfera tranquila de la pequeña fiesta de la empresa. Se acercó lentamente, interrumpiendo la conversación de Dalia con un empresario. Dalia volteó, y en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Thomas, el tiempo pareció retroceder. Él sostenía una copa de champaña, tan similar a la primera vez que se vieron, que la imagen trajo de vuelta un torbellino de recuerdos. Por un instante, Dalia se perdió en los ojos esmeralda de Thomas, tan oscuros y cautivadores, y en cómo la luz suave de la fiesta destacaba su silueta. Él era como una figura sacada de un cuadro renacentista, una obra de arte que la cautivaba. Su porte elegante, sus gestos contenidos… todo en él la envolvía en un inexplicable deseo de nostalgia y atracción. Al final, acercándose un poco, Dalia reaccionó. — ¿Perdón? — Su voz salió apenas como un susurro. — Que es como la primera vez… — repitió Thomas, esta vez con una sonrisa que Dalia percibió, pero que
— Ella no tiene ni la menor idea… — Su mirada se posaba en lo que estaba a punto de hacer sin pensarlo dos veces. —Ella no tiene idea de todo lo que he sufrido desde que, por su maldita culpa, mi padre se quitó la vida. En cómo destruyó a toda mi familia, esa infeliz —continuaba hablando sin dejar de ver su objetivo. —. Y cuando finalmente se dé cuenta, será demasiado tarde.Sin más, en ese preciso momento, varios Cadillac rojos y negros se encontraban ocultos, discretos, testigos de lo que estaba por ocurrir. Al otro lado de la amplia área de campamento, la mujer dio la vuelta al auto, lo puso en marcha y, en ese preciso instante, algo inesperado sucedió. El hombre de mirada penetrante que se escondía salió corriendo hacia el auto en movimiento, chocando contra él y cayendo al pavimento de bruces. El vehículo se detuvo abruptamente, y la mujer salió del mismo con una expresión de profunda preocupación, acercándose al joven en el suelo.— ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —le preguntó co
—Mañana tengo una entrevista en una constructora —le comentaba mientras dispuso meticulosamente los cubiertos en una pequeña mesa de madera que exhibía los signos del tiempo cerca de la cocina.— ¿Y cuál será tu función allí? — inquirió él con una leve sonrisa de perplejidad, retornando a la cocina para recuperar el último plato de comida.—Inicialmente, es probable que no me asignen tareas de gran relevancia. Pero tengo mis formas de ascender —añadió, colocando el último cubierto en el plato restante.—Parece que ya estás hablando como si el trabajo ya fuera tuyo, ¿no es así?—Es que conocí a una persona influyente. Estoy segura de que me contratará.—Bueno… —Le sonrió, sin profundizar en el tema, hasta que lo hizo, pero esta vez para llamar a la mujer. —Pepper, la comida ya está servida —anunció, regresando a la cocina en busca de un vaso que faltaba.En ese momento, salió del patio la mencionada Pepper, avanzando con precaución debido a su falta de visión, dirigiéndose directamente