Sekhmet.
Los brazos fuertes de Júpiter me acurrucan contra su pecho, nuestras iris brillan por el reflejo del fuego que miramos como si fuese la solución a todos los problemas que cargamos encima.
Hace frío, pues es noviembre, no hace falta casi nada para que el invierno comience a enfriár todo a su paso.
Una de sus manos acaricia mi brazo por encima de mi suéter y con la otra me sujeta las piernas para asegurarse de que mi cuerpo no caiga de su regazo.
Hace unas horas logramos construir dos paravientos con palos de bambú y hojas de palmeras, donde yace Graham inconsciente aún. Sigo pensando en qué tan duro pudo haber sido el golpe que le di como para que no haya despertado todavía.
Cuando caímos al agua, estuvimos a punto de ahogarnos. Su peso dobla al mío, las posibilidades de separarlo de mi cuerpo eran escasas. Estaba sola, y la vida de ambos dependiendo únicamente de mí.
Yangdong / Corea del Sur.Logan.Abro los ojos y hago una mueca cuando hago un mal movimiento que hace crugir mi cuello, causando un dolor horrible. Sumándole la mala posición en que dormí.No sé cómo, pero de alguna manera milagrosamente extraña, logré convencerla de que descansara un poco en la madrugada. Intenté meter calma a la situación, aún cuando al parecer, yo soy el más nervioso de los dos.Aparto con cuidado la cabeza de Natasha de mi regazo con una mano en mi cuello adolorido. En el sofá, pero logré que se durmiera un rato, algo es algo.He llamado a Culebra y a Sekhmet no sé cuántas veces y ambos parecen tener los jodidos teléfonos apagados. ¿Por qué no han llegado? ¡Se supone que tenían que llegar aquí ayer antes del mediodía!Coloco estratégicamente la cabeza de mi mujer en uno de los cojines y me estiro, inten
Muertos vivientes.En algún lugar del mundo.Graham.Siento mis párpados pesados, tanto que creo abrir los ojos y mi visión está obstaculizada.Estiro mi brazo para acariciar la piel de Zaho, pero mi tacto sólo logra tocar una especie de tierra.Arena.Arrugo las cejas.Me remuevo, me siento pesado, como si un caballo me hubiese pisoteado hasta estar al borde de un deceso, estoy experimentando nuevamente la sensación de sobredosis, sólo que, esta vez, soy un hombre completamente sano.Rebobino mis recuerdos de la noche anterior mientras intento incorporarme, tengo los pantalones húmedos. Cada vez me confundo más, yo no duermo con pantalones.Llevo mis dedos a mi cara, percatandome de que una venda rodea mis ojo
Dos días después.Sekhmet.Anthoaneth pudo darme los maltratos físicos más malévolos, atroces y macabros, pudo alejarme de mi madre y de mi hermana, pudo quitarme a mi hijo y eliminar cualquier posibilidad de poder volver a concebir. Me dañó psicológicamente, me hizo convertirme en algo que no quiero... Pero lo que me causa el verdadero dolor, es la concecuencia de sus actos.A la vida no le importa si somos buenos o malos, simplemente hace con nosotros lo que le da la gana. Cada día hay menos piedad, más injusticia; menos paz, más caos; menos matrimonios felices, más violencia doméstica; cada vez se compran más balas y menos condones.Pero sobre todo, cada día entiendo más a mi hermana, comprendo el por qué de sus acciones, de su caracter de mierda, entie
Somalia / ÁfricaNatashaBebo un vaso de whisky en uno de los sofás individuales de la sala, muevo mi pié izquierdo de un lado a otro con impaciencia, Zahori está acostada en el sofá grande, lanzando dardos a un blanco de juguete que está en la pared. Ambas tenemos más problemas que ganas de vivir.Me conforta saber que mi hermana en realidad no es mi enemiga, pero me jode no tenerla en este momento. Aquí. Conmigo.—Ya no sólo buscan a Sekhmet, sino también a Anthoaneth— informa Carlo, entrando en la sala, nos lanza el periódico de la OCC en la mesa—. Está en todos los encabezados, Dakota Rinaldi tiene alrededor de ochocientos antonegras en cada continente.—Chin— emite Zahori—. Vamos a ofrecerles un pastal de plat
Aquelarre.Mánchester / InglaterraAnessa.Paso las yemas de mis dedos manchados por un lienzo en particular, ir a galerias de arte es uno de mis pasatiempos preferidos, bebo un sorbo de mi copa de champagne y se la entrego a mi guardia de turno cuando mi celular suena en el bolsillo de mi sobretodo.—Por favor, dime que me darás buenas noticias— pido al descolgar.—Esta mañana localizamos el jet de mi hermana en Asia— me contesta Dakota, con ese acento italiano que no pierde aunque viva más en Inglaterra que en si país natal—. Fuímos a la casa de Sekhmet por primera vez.—¿Y...?— la invito a continuar cuando se sume en un silencio breve.—Anessa, no sé cómo decirte esto...Me alejo un poco de los guardias, pensativ
Mi pequeña.Natasha.—¿Puedo saber qué es lo que te tiene tan risueña desde que llegamos de Madrid?— me pregunta Logan cuando suelto una risilla por un motivo que sólo yo conozco.Sonriendo, coloco las manos detrás de su nuca y le doy un beso apasionado que lo deja con ganas de más al separarnos.—La gente igualada— le contesto, acariciando su barbilla—. Debo admitir que Anthoaneth es la mujer con más poder en este mundo, aún así no quiso matarme porque conoce las consecuencias de ello— me muerdo el labio inferior con todos mis dientes delanteros superiores—, y Anessa cree que con ofrecer una ridícula jerarquía y unos cuantos terrenitos me va a tener a sus piés— me río, otra vez.—Igualada eres tú— se cruza de brazos, burlón— que te vanaglorias porque supuestamente porque Anthoaneth siendo la reina del mundo no ha podido matarte, pe
Hacer el amor.Sekhmet.Perdí la noción del tiempo, sólo sé que cuando es de día el cielo está claro, y oscuro cuando es de noche o antes de las seis de la mañana. Cuento las lunas. Con esta, llevo ocho lunas desde que llegamos aquí.Así como Júpiter se niega a confesarme que todavía está horriblemente enamorado de Natasha, yo me reservo contarle que volví con Graham. A la vez cuido de ambos, no vaya a ser que a mitad de la madrugada le pique ese culo y nos apuñale con las lanzas que usamos para pescar.—Esa leña no es suficiente, además, está algo húmeda por la llovizna de ayer en la tarde— dice Graham, viendo los troncos que yacen apilados sobre la arena.—Entonces búscala tú
En algún lugar del mundo.Narrador omnisciente.El cielo se preparaba para cambiar a una tonalidad más clara, las estrellas comenzaban a desvaneverse como luciernagas que aceptaban su irremediable deceso, el agua se arrastraba hacia adelante en la orilla de la playa y se recogía para reiterar su acción natural por medio de olas inmortales.Amelia Videla yacía acurrucada entre los brazos de su amado, más un sonido inusual retumbaba cada vez más fuerte en sus oídos. Un sonido que conocía bastante bien. Abrió sus ojos, quitó lentamente los brazos de Graham de su cintura y se levantó, colocándose el suéter que había hecho un poco más cálida su involuntaria estadía en la isla.Empezó a dar saltos y a mover los brazos apenas visualizó a un helicóptero en los aires, el primero que había visto en las ocho lunas que llevaba siendo naúfraga. Realizó una pequeña carrera al percatarse