Somalia / África
Amelia.
Abrocho los últimos botones de mi vestido, complacida por el final del maratón de sexo de hace un rato. Miro sobre mis hombros a Graham, quien yace echado sobre la cama como la escultura de un museo, una sábana blanca es lo único que oculta su intimidad. Me lanza un beso en el aire y me regala una sonrisa amplia antes.
Arreglo un poco mi cabello corto con mis dedos, siento mi cuerpo cansado por el movimiento de toda la madrugada. Quiero dormir, pero también quiero divertirme un poco más, y de otra forma.
Me doy media vuelta frente al espejo de cuerpo completo, Graham me silva y lanza una almohada que me da en el brazo.
—Ven aquí— palmea el colchón. Niego con la cabeza, divertida, y salgo de la habitación.
Mánchester / InglaterraAnessa.—Cada día que pasa, me haces más falta— digo, en medio de un suspiro, entrecortado por los sollozos causantes de la melancolía—. Dos semanas sin ti se sienten una eternidad agobiante, hermanito. No dejo de sertirme como una inútil al no lograr vengar tu muerte todavía.Saco el perfume de mi cartera, y empiezo a esparcir su contenido embriagante por la lápida.—Te compré tu perfume favorito para que hasta los detalles más mínimos, hacen estragos en mi mente— cierro los ojos, dejando que baje por mi mejilla la lágrima que se mantenía cautiva entre mis pestañas—. N
Narrador omnisciente.Toda la Danger high voltage se encontraba reunida en el pequeño cuarto que había sido el habitat de Anthoaneth Ferrara durante algunas semanas. Sekhmet era la responsable de que la dichosa reunión se estuviese llevando a cabo, ella convocó un día antes a todos los integrantes para verse allí en una hora exacta.—Como muy bien hice correr la voz entre vosotros, los he traído hasta aquí para cumplir el anhelo que llevamos encima durante años— habló Sekhmet, caminando de un lado a otro como una maestra de primaria que da una importante lección a sus alumnos—. Cada uno de ustedes tendrá la oportunidad de herir de dos formas libres a la protagonista de nuestro coraje, la única condición es que no la maten. Anthoaneth Ferrara merece sufrir en carne viva todo el daño que ha hecho, todo el vacío que ha sembrado en los corazones de parejas a las que le arrancaron injustamente a sus hijos, aunque el daño que le h
Dos semanas después.Burgos / España.Amelia.Deslizo la brocha del rubor por mis pómulos, tranquila, pero emocionada por mi reflejo en el espejo. Una peluca castaña adorna mi cabeza, semejante a mi melena natural, los pequeños risos caen sobre mi busto, ajustado por el corset de mi magistral vestido blanco.Mis ojos se cristalizan conforme paso más tiempo escaneando mi apariencia. Los sueños sí se cumplen. Dejo que una lágrima salga de mi ojo izquierdo ante el recuerdo de mi madre que pasa por mi mente, dejándo debajo de mi pecho una melancolía infalible. Ya superé todo el maltrato físico y psicológico que me causó alguien a quien no quisiera mencionar, pero jamás saldré del declive q
La dama de las ruletas.Sekhmet.Sekhmet; Diosa egipcia de Guerra, Venganza y curación. Yo soy el símbolo de la fuerza y el poder.Diosa, no una simple princesa como la que se hacía llamar Cleopatra. Se cree superior a todo el mundo, cree que tiene a todos bajo sus piés cuando hay manos que intentan hundirla, halandola por los talones.No tengo ningún clan como la DHV, le llama "Clan" sólo por el poder que tuvo durante varios años, más no cuenta con el personal necesario para representar fuerza, valor y firmeza.Mi cuerpo no es considerado el de una Dios, el suyo sí, pero eso no tapa que sea una simple estúpida. Tengo senos de plástico, torso marcado por llevar corset a diario y por una rutina de ejercicios, me hice un levantamiento de gluteos, una lipoescultura, un levantamiento de cejas y un tatuaje adorna lo largo de mi espalda. Oblivion: Símbolo del olv
Somalia / África.Natasha.Bajo el periódico con el cólera apoderandose de mis ojos chispeantes, coño, ya estoy hastiada de que la Sekhmet sea la maldita protagonista de los encabezados de la OCC.Es una saboteadora que no hace más que joderme la vida. Nadie la conoce como mercenaria, armera, narco, nada. Solamente es una estúpida a la que le gusta tocarme los cojones.Rompo las páginas del periódico mientras me haraño el cabello, había pasado demasiado tiempo desde mi último ataque de ira. El pecho me sube y baja con una vehemencia inefable, agarro un tabaco del chifonier y lo enciendo, haciendo que se deshaga la mitad de una sola calada. Me siento en el borde de la cama matrimonial con un tic nervioso en los labios que se me mueven a todos lados, a la par de mi naríz.Lle
Aries.Agarro el GPS que yo mismo puse en la guantera, para no levantar sospechas, pues Natasha los demás no son imbéciles como para creer que vine a Asia de pura casualidad. Aplasto el pequeño dispositivo con mi zapato contra el suelo, agarro la caja del asiento de copiloto y le pongo el seguro a la camioneta para comenzar a caminar a la que ahora es la casa actual de Sekhmet.Atravieso la pequeña entrada y abro la puerta con mis llaves, al primero que me encuentro es a Culebra, barriendo la sala.—Jefe— me mira detenidamente, como a la espera de una órden.—Hola. ¿Dónde esta Sekhmet?— inquiero, dejando la casa sobre la mesita de madera.—Se está bañando, ya debe estar por salir.Asiento con lentitud con una cara completamente seria y me dirijo a la cocina por un vaso de agua. Me saco los zapatos de un puntapié, quedando sólo en calceta
Jugada maestra.Sekhmet.—¿Y sólo me robo los planos? También puedo estudiarlos y corregirle cualquier falla para atrapar yo misma a Naomi— le pregunto a Aries por teléfono bajo los gritos de furibundos de Marcopolo, la antigua estrella de Anthoaneth. Lo próximo se lo digo a Culebra—. Llevalo al sótano y hazle nudos dobles.—La idea es despistar a Natasha, Sekhmet— dice con un tono ronco. Justo ahora está camino al aeropuerto para regresar a África en su helicóptero, yo acabo de llegar de Huacho/Perú—. No estás haciendo nada jugando a las ruletas con Marcopolo si la vas a cagar buscando a Naomi. La. Idea. Es. Despistar— hace énfasis—. Agarras los planos y te regresas a Yangdong, simple, sin tanto royo.—Y si no
Las dos caras del desprecio.Natasha.El desprecio es algo con lo que he tenido que lidiar toda mi vida, en mí ha causado mucha más fuerza de lo que lo ha hecho cualquier otro sentimiento. Ni siquiera la supuesta muerte de mi hermana me dio tanta fuerza como lo hizo el desprecio.Ya era una bastarda sin siquiera haber nacido, las caricias maternales nunca las conocí, ni cuando estaba en el vientre de la difunta mujer que se llamana Helenna.Seguí adelante por mi hermanita, pero el desprecio fue lo que me dio el último empujón.El embarazo involuntario de la mujer que me parió, todas las cosas por las que pasé, cuando me mataron en vida hace seis años... Todas esas eran claras señales de que yo no debía existir en este mundo, pero les saco mi dedo corazón al seguir respirand