Al día siguiente, Edith se levantó temprano, era domingo e iría al refugio y vería a sus amigos, hace unos días que no los miraba. Últimamente Beto pasa muy ocupado atendiendo varias haciendas, que hasta era difícil charlar por llamada. Desayunaba con su nana y Lucía en el jardín, las dos estaban contentas con su relación, hablaban de cómo Armando la miraba, lo formal que era, etc. Y lo bien que le hacía el amor pensó en silencio y se río.
—Quisiera preguntarte cosas de tu vida —expuso Edith con cierto temor de incomodarlo, pero no sabía mucho de él y necesitaba conocerlo bien.—Hazlo, mi amor puedes preguntarme lo que quieras —dijo despreocupado.
—Bueno, primero quería conocer al nieto de mi estimadísima doña Regina que de Dios goce —expresó mirando al cielo —y segundo, comentarle que nos ha llegado de casa de Gobierno un beneficio que le da la oportunidad a hacendados como usted de ganar más dinero y hacer crecer sus tierras —Armando se recostó en el respaldo de su silla, podría imaginar por donde iba la cosa.—¿Qué beneficio? —preguntó fingiendo interés para que él soltara toda la información rápido.
Monitoreaba si se estaban realizando las actividades que programaron para que pasaran una navidad diferente. Estuvo un rato con la gente, rio y gozó con ellos, de repente una niña le pidió que cantara una canción navideña, la niña le contó que su abuela fallecida se la cantaba y eso le detuvo el corazón.—¡Por favor doctor! —pedía tomándolo con su manita delicada. Edith nunca imaginó que con Armando todo sería tan sencillo, encajaba perfecto en su familia, nada era forzado, él era auténtico y especial. Armando recordaba las cenas navideñas de lujo en México, donde no había más que hipocresía, la gente solo iba para lucir sus trajes y hablar de cosas costosas, por eso siempre estaba solo y luego acaba yéndose antes de la 12 a dormir o con alguna mujer por la que no sintiera nada más que placer.Ya para las dos de la mañana, la familia comenzaba a despedirse. "Hospital público"Eran las cinco de la tarde, Armando salía de su segunda cirugía se moría de ganas de ver a Edith, de abrazarla y besarla, estaba perdidamente enamorado, lo admitía. Sonó su celular.—Miguel —respondió. —Momento —le puso una mano en el pecho deteniéndolo —quiero saber que está pasando, ¿por qué te dispararon?, ¿sospechas de alguien? —Armando suspiró, no quería preocuparla —. Por favor, no me ocultes nada —el cedió, comenzó contándole sobre la visita del alcalde y todo lo que hablaron. Le comentó que estaba seguro de que había sido él quien mandó a asustarlo, porque matarlo no era la misión.—Quiere que acepte esa estupidez de usar mis tierras, está loco —señaló molestoCapítulo 15.1
Capítulo 15.2
Capítulo 16. Te quiero
"Hacienda Ibarra"Al llegar a la hacienda, Miguel lo esperaba en la fuente de la entrada de su hacienda.—¿No venías mañana? —preguntó dándole un abrazo. Entró al auto con ella en brazos, lo encendió y puso el aire acondicionado. Reclinó el asiento hacia atrás, la tomó del cuello besándola desesperado, ella le respondió con pasión.—Nos puede ver alguien —decía preocupada, él le quitaba la camisa. Último capítuloCapítulo 16.2