Edith se sentía contenta y nerviosa, él olía como los dioses. La comida estuvo deliciosa y la plática muy amena, con él podía hablar de cualquier cosa, ni qué decir del postre estuvo celestial, comenzó a sonar una canción y él se puso de pie dándole su mano.
—Ya sabe que no soy buena bailando con esto —mencionó levantándose y señalán