Edith estaba frente al espejo del baño, se miraba y no podía creer lo que había hecho, se dejó llevar sin más, ¿acaso no había aprendido nada? Se recriminaba, no pudo ser dueña de su cuerpo en ese momento y él podía haber hecho lo que quisiera con ella, ¡qué vergüenza!, ¿qué pensaría de ella? Se secó con una toalla la cara y el cuello.
—¡Ayúdenle, por favor! Súbanlo a su caballo —ellos bajaron a prisa e intentaron, pero él se negaba. estaba comenzando a llover y se oían truenos, eso no le gustaba a Edith ya les tenía miedo a los rayos.—Vamos, dense prisa que comenzará a llover —ellos lucharon hasta que Armando se durmió de borracho y lograron subirlo, pesaba mucho
Los días pasaron dando paso a la llegada de la navidad, Armando no dejaba de pensar en ella, le había hablado a Edith un par de veces en estos días, pero no la había visto. Trabajó duramente todos estos días, así el dolor de haber perdido a su abuela pasaba desapercibido, un día no soporto más y decidido tomó su Jeep Gladiador para ir a buscarla. Edith se sentía contenta y nerviosa, él olía como los dioses. La comida estuvo deliciosa y la plática muy amena, con él podía hablar de cualquier cosa, ni qué decir del postre estuvo celestial, comenzó a sonar una canción y él se puso de pie dándole su mano.—Ya sabe que no soy buena bailando con esto —mencionó levantándose y señalánCapítulo 13. Suya
La piel de Edith se erizaba al tacto de Armando, quién encantado deslizó su ropa dejándola en ropa interior. Era hermosa, con su piel tersa y delicada, su cuerpo le fascinó, Armando quitó sus zapatos y desabrocho su pantalón tirándolo al suelo, quedándose únicamente en bóxer, las pupilas de Edith se dilataron al ver como la erección de Armando mojaba su ropa interior, no sabía mucho de penes, pero el de él le pareció muy grande esperaba que no doliera tanto. "Ibarra"—¿Violetas?, eres un hombre nuevo Armando Ibarra —Miguel le daba un codazo —que yo recuerde jamás te vi regalándole flores a ninguna mujer —reía.—Porqué ninguna hizo que quisiera hacerlo —respondió entregándole los informes médicos. Al día siguiente, Edith se levantó temprano, era domingo e iría al refugio y vería a sus amigos, hace unos días que no los miraba. Últimamente Beto pasa muy ocupado atendiendo varias haciendas, que hasta era difícil charlar por llamada. Desayunaba con su nana y Lucía en el jardín, las dos estaban contentas con su relación, hablaban de cómo Armando la miraba, lo formal que era, etc. Y lo bien que le hacía el amor pensó en silencio y se río. —Quisiera preguntarte cosas de tu vida —expuso Edith con cierto temor de incomodarlo, pero no sabía mucho de él y necesitaba conocerlo bien.—Hazlo, mi amor puedes preguntarme lo que quieras —dijo despreocupado. —Bueno, primero quería conocer al nieto de mi estimadísima doña Regina que de Dios goce —expresó mirando al cielo —y segundo, comentarle que nos ha llegado de casa de Gobierno un beneficio que le da la oportunidad a hacendados como usted de ganar más dinero y hacer crecer sus tierras —Armando se recostó en el respaldo de su silla, podría imaginar por donde iba la cosa.—¿Qué beneficio? —preguntó fingiendo interés para que él soltara toda la información rápido. Último capítuloCapítulo 13.2
Capítulo 14. El valor de honor
Capítulo 14.1
Capítulo 14.2